
Refugio para la voz
Frederica von Stade, que mañana inicia las funciones de "Pélleas et Mélisande", dice que la ópera es el último lugar en la Tierra donde el canto puede escucharse sin interferencias
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Frederica von Stade está de muy buen humor, y no es para menos. En su tercera visita a Buenos Aires, la soprano norteamericana no hizo más que cosechar elogios del público y la crítica, que la escuchó cantar primero Ravel, con la Orquesta Filarmónica y luego Mozart, con la Camerata Bariloche.
Y todavía falta lo mejor: a partir de mañana participará en la nueva producción que el Teatro Colón ofrecerá de "Pelléas et Mélisande", la ópera de Claude Debussy para la que está considerada como la más calificada intérprete de las últimas décadas. Como prueba sólo basta un dato: el Metropolitan Opera House de Nueva York, para festejar los 25 años del debut en esa casa, montó para ella una nueva producción de esta misma obra.
Pero la tranquilidad con la que llega a probarse una vez más la ropa de la enigmática Mélisande no es simplemente una cuestión de solvencia artística. También es el staff que se conformó para "Pelléas...". Se trata de un grupo de especialistas como ella, con los que ya compartió la aventura debussyana en otros teatros (ver recuadro).
Por eso, Von Stade es todo entusiasmo y elogios cuando recibe a La Nación en el camarín que le asignaron en el Colón. "Este teatro es uno de los más hermosos del mundo, y me encanta la ciudad, porque está más linda que la última vez; hay más edificios restaurados -se entusiasma-. Canté en la puesta de Lavelli de hace veinte años y estoy totalmente de acuerdo con sus ideas", dice Von Stade.
"Esta es una ópera única y la clave de esta pieza está en la música. Todo sale de ahí y ésa es la razón por la que los directores aman dirigir y las orquestas aman tocar."
-¿Quién es Mélisande?
-Es como un cierto tipo de mujeres que reflejan lo que pasa alrededor de ellas. Es como un espejo; dice lo que es necesario y ése es el misterio; sobrevivir es decir lo que es necesario. Se adapta a la situación, a qué hacer y qué decir para sobrevivir. A mucha gente no le gusta porque no encuentra lo que tiene una ópera italiana. No hay nada de eso aquí, no hay arias, ni notas altas ni frases largas. Pero es muy difícil y apasionante.
-Usted se lleva muy bien con la acústica del Colón.
¿Cuál es el secreto para no dejarse amedrentar por su dimensión?
-No hay que cambiar la voz. Una voz que no es forzada corre mejor que la que se esfuerza. En el camarín produce mucho volumen, pero en la sala no "corre". Es por eso es que las voces chicas, pero ligeras, se escuchan bien. El secreto es no forzar la voz. Para hablar necesitas respirar, y cantar es hablar "con notas". Si se fuerza al aire contra las cuerdas vocales, éstas no pueden trabajar juntas y se hacen cada vez menos eficientes.
Hay dos cosas que a Von Stade no le gustan de su profesión: las fotos y las grabaciones. Se somete a la sesión de tomas sin problemas, pero con algo de resignación. El fenómeno es el mismo que con los discos. Aunque quienes la escucharon cantar puedan sorprenderse, ella confiesa: "No me gusta grabar, no me gusta el sonido de mi voz". Reconoce que en un estudio de grabación eso se puede cambiar, pero como contrapartida "tienes que escucharte a ti misma todo el día". Es que la cantante, que recorrió el mundo mostrando su versatilidad estilística (desde "La Cenerentola e "Il barbiere di Siviglia" hasta el music hall), es una firme defensora de la música en vivo, sin intermediarios.
Un espacio privilegiado
Según Von Stade, la principal razón por la que la ópera goza de tan buena salud en el mundo es porque se trata "del último lugar en la Tierra donde puedes escuchar la voz llegando a tu oído sin electrónica. Fuimos a escuchar a un grupo de tango la otra noche, y estaba amplificado. Y era una sala pequeña; ¿por qué?", dice en castellano y agrega: "Eran fabulosos, pero la amplificación hacía perder mucho de esa belleza". Como tiene hijos adolescentes, aporta también su preocupación por la salud auditiva: "Si miras la MTV, o vas a escuchar un concierto de rock, ¿has escuchado alguna vez tanto sonido? Es como una guerra, y lastima tus oídos. Hasta en Broadway se usan micrófonos", dice, entristecida.
Por eso repite: "Los teatros de ópera y las salas de conciertos nos permiten recuperar nuestra humanidad. Sé que hay mucho ruido en el mundo. Pero tiene que haber lugares similares a cuando estás en la nieve, en el agua o en el bosque, donde sólo está el sonido natural, sin amplificación".
Desde mañana, el Colón será el refugio ideal para que la voz de la dama norteamericana se luzca una vez más, sin interferencias, en la sugerente ópera de Claude Debussy.
Con sello de especialistas
Serán sólo cuatro las funciones de "Pelléas et Mélisande" que se llevarán a cabo en el Teatro Colón. Mañana y el viernes próximo, a las 20.30; el domingo, a las 17, y el martes 29, a las 20.30, para los ciclos de Gran Abono, Nocturno, Vespertino y Nocturno Nuevo, respectivamente.
La puesta de esta obra que Debussy escribió sobre un texto del poeta Maurice Maeterlinck estará a cargo de Jorge Lavelli, que regresa al Colón después de 13 años de ausencia. En aquella ocasión tuvo a su cargo una elogiada versión de "El caso Makropulos", de Janacek. Para su trabajo en esta vuelta contó con el Coro y la Orquesta Estables del Colón, la escenografía de Agostino Pace y el vestuario de Graciela Galán. La iluminación es compartida entre Lavelli y Roberto Traferri.
La dirección musical, en tanto, estará a cargo del suizo Armin Jordan, que fue director de las óperas de Zurich y Basilea y la Orquesta de la Suisse Romande, de Ginebra. También dirigió en los principales teatros de Europa, Estados Unidos y Japón.
El elenco está integrado por un verdadero seleccionado de especialistas en Debussy. Junto a Frederica von Stade, como Mélisande, Pelléas será representado por el joven barítono francés Didier Henry, un papel que lo consagró en su país y que grabó en CD con la dirección de Charles Dutoit.
François Leroix, que interpretó el papel de Pelléas durante muchos años, esta vez será Golaud. El elenco se completa con el neozelandés Donald McIntyre (Arkel) y los argentinos Susanna Moncayo (Genoveva), Gustavo Gibert (Un médico) y Mario Solomonoff (Voz del pastor).
Elogios para Moncayo
Precisamente para Moncayo fue uno de los elogios más entusiastas de Von Stade, que se hizo tiempo para escuchar a algunos jóvenes cantantes argentinos y llevarse una muy buena imagen. "Es una voz maravillosa", dijo de Moncayo, encargándose de subrayar cada una de las letras del adjetivo.
Esto no fue todo. Para la cantante norteamericana, la escuela que tienen las jóvenes voces argentinas "es muy buena", y luego de buscar en su cartera un papelito donde anotó los nombres, agregó: "Escuché a Virginia Tola, que tiene una hermosa voz y sólo 22 años, y también a Carlos Ulla y una mezzo, María Luján".
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