
Reunión cumbre del tango
Presentación del Sexteto Mayor. José Libertella (bandoneón), Luis Stazzo (bandoneón), Mario Abramovich (violín), Eduardo Balzac (violín) y Osvaldo Aulicino (contrabajo). Invitado especial: Juan Carlos Copes y Johana (bailarines). Milonga Torquato Tasso, Defensa y Brasil. Nuestra opinión: Muy bueno
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"Abran camino que se va otra combi", grita uno de los organizadores. La milonga del Torquato Tasso está atascada de contingentes turísticos y aficionados al tango. Unas 600 personas se enteraron de que el Sexteto Mayor y el bailarín Juan Carlos Copes están de paso por Buenos Aires para actuar juntos y no se lo quieren perder. La oportunidad es casi única. El reconocido bailarín y el grupo que lideran los bandoneonistas José Libertella y Luis Stazzo se la pasan girando por el mundo entero, y es rara la vez que actúan en la Argentina. También fue el reencuentro entre la agrupación y el bailarín, que formaron parte del elenco de "Tango argentino", que triunfó en Broadway y proyectó el género a todo el planeta.
En una entrevista con La Nación , Libertella señaló una paradoja. "El otro día Daniel Barenboim fue contratado para tocar en el Gran Rex. Nosotros nunca pudimos tocar en ese teatro. Pero lo curioso es que en octubre vamos a tocar en la sala de la Filarmónica de Berlín, donde trabaja Barenboim." El bandoneonista no logra explicarse ese extraño recorrido inverso del tango, que sigue teniendo más éxito en el exterior que en el propio país.
En esta única presentación en la Argentina (volverán en noviembre) el Sexteto Mayor tiene que actuar en un escenario pequeño con un sonido regular, que tiene más que ver con el fragor milonguero y casi nada con las prestigiosas salas europeas donde suelen presentarse. Pero José Libertella se muestra más que cómodo en este ambiente ruidoso y desordenado. La sonrisa no se le desdibuja en ningún momento, ni siquiera cuando un grupo de turistas lo apretuja a saludos o le dispara una ráfaga de flashes.
Orquesta y baile
En la milonga se impone un clima de hinchada, como en las épocas de los bailes de la década del 40. Hay gritos efusivos para la joven orquesta El Arranque, que le deja el escenario "calentito" al Sexteto Mayor con la versión de "El cantor de Buenos Aires". El público se entusiasmó con los "pibes" que sonaron como "grandes". Libertella se acerca al escenario y espera a los integrantes de El Arranque. Cuando bajan, felicita a cada uno. "Bien pibes, sigan así", les dice como pasándole una posta. Sorprendidos por semejante halago algunos sólo llegan a decir: "Gracias, maestro". Otros se quedan charlando, tratando de que les revele algún secreto del género. El bandoneonista, con ojos achinados -¿será por tantas giras por Oriente?-, los mira como diciéndoles: cuando tocamos, no nos guardamos nada.
La pista está repleta de bailarines que dibujan sus figuras en el tumulto general. Siguen la cadencia de las grabaciones. El otro maestro, Juan Carlos Copes, mira de reojo y le da el visto bueno a una pareja que está disfrazada de tanguera. El chico lleva un pañuelo al cuello y el pelo engominado. La chica tiene una melena corta, un vestido de tajo profundo y un lunar pintado al costado de la comisura del labio.
Cuando el Sexteto Mayor sube al escenario todos dejan de bailar. Las miradas se concentran en la energía de los bandoneones de Libertella y Stazzo y en la sutileza del violinista Mario Abramovich, los integrantes legendarios de esta orquesta de 27 años.
Los presenta Gogó Safigueroa, porque el grupo no es afecto a las palabras. Prefieren tocar y dejar expuesta una escuela tanguera. Suenan imparables en las versiones de "Lluvia de estrellas" (el solo del piano arranca ovaciones) o "Adiós nonino", donde Libertella y Stazzo se tienen que parar para transmitir toda la energía de Astor Piazzolla.
Juan Carlos Copes aparece en la pista con su hija y baila al compás de la música del Sexteto Mayor. "Quejas de bandoneón" y "Danzarín" sirven para el lucimiento de Copes, que dicta cátedra y saluda a un público extasiado. La escena es registrada por las cámaras de dos turistas orientales que no dan crédito a lo que ven, y tienen los ojos y la boca abiertos como una o.
Después, el sexteto pasea por diferentes estilos del tango con la misma solvencia y frescura. Hacen un set dedicado a bailarines y regalan en el final una soberbia interpretación de "La cumparsita". Muestran el mismo entusiasmo de los inicios. Sólo los enoja que se acuerden del tango "cuando los presidentes quieren quedar bien con alguna primera dama de otro país, después se olvidan". Es lo único que dirán, el resto es sólo tango.




