
Quiere cantar lo suyo pero, al mismo tiempo, vender muchos discos. Lo está consiguiendo. Tomá mate.
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- Es negro, ya se sabe, y tambien de la raza de los-sin-edad: el documento dice que cumplirá 60 este año, pero quién lo cree. Lejos de lucir como un abuelo ya jubilado, Rubén Rada está tan feliz que parece un pibe empezando su carrera.
Viene del éxito comercial más importante de su vida y ahora, con Alegre caballero, producido de nuevo por Cachorro López, va por el doblete. Es una apuesta extra: éste es su primer disco propio. "Un lanzamiento de Zapatito Discos", dice, orgulloso.
El Negro es el mismo de siempre, divertido y chispeante incluso cuando no está en el escenario, pero algo cambió: ya no hace candombe puro. Eligió partir de su raíz de tambores para meterse en el pop latino, y dentro de esa selva, con fauna tan variada, avanza con buenas mezclas: algo de candombe, bolero y cha-cha-chá; un poco de murga, otro de balada. Todo, sin vueltas. Síntesis pop. A los bifes.
En las radios están pasando
"Alegre caballero" pero hay otro tema, "Será posible", que dice justo lo que la gente necesita.
Un nuevo "Color esperanza", ¿puede ser?
Ojalá. Yo hago música divertida pero trato de tirar la onda de que estoy con la gente. Y si no quise salir con esa canción ahora, fue por una cuestión estratégica; va a ser mejor después, a fin de año.
¿Qué actitud tomarías si [Daniel] Hadad te agarra el tema?
Me enfermo. Le hago un juicio. Trato de sacárselo. Igual, si me lo agarra Menem. No es para los políticos. Es para la que canten los piqueteros, los que tienen hambre, los que echan de su casa. Y para Zamora, pero Zamora se retiró. Quedaron el que que gobernó dos días, ¿cómo se llama?... Rodríguez Saá. Y Carlitos. O sea: no hay nada, loco.
Con este disco y con el anterior has conseguido una posición como cantor en toda América latina.
Mi sueño siempre fue que hubiera música uruguaya en las bateas de todo el continente. O cantada por uruguayos.
Ah. Porque éste ya no es un disco puramente uruguayo. Tiene muy poco candombe.
Es verdad. Me transformé en un cantor que canta cosas lindas con buenas armonías y con una parte comercial sana que tiene ideas musicales y buenos arreglos. Y que cuando tiene una oportunidad, al final de las baladas, mete sus cositas para demostrar que también canta. Pero una vez que sea más conocido en esos países, allá iré con el candombe.
¿Cuánto tuvo que ver Cachorro en este éxito?
Mucho. De entrada le dije: me gustaría sacar un disco y venderlo, que la gente lo conozca. Cachorro sabe de esto. Ya no hay introducciones de 40 segundos ni solos largos. Simplificó todo.
¿El giro lo hiciste por convicción o por necesidad?
Lo hice cuando me encontré con que mis hijos tienen un padre muy famoso y muy querido... que no tenía casa propia. Entonces dije: "Loco, puedo sacrificar algo para tratar de vender discos y transformarme en un cantante como Sting o Luis Miguel". Digo, ser un cantante que canta lo suyo y vende discos.
¿Y ganaste plata?
Con [la novela] Gasoleros y con Quién va a cantar, en la Argentina, y con El teléfono, un programa que hice en el Uruguay, pude, por fin, comprarme un departamento de tres habitaciones frente al Parque Rodó, cerca de Palermo, donde siempre quise estar. Ahora, si un día me agarra un ataque de hemiplejia o algo así, mis hijos tienen dónde vivir.
¿Y la gente, allá, qué te dice?
"Negro, ¡fá!, ¡qué buena música estás haciendo..!". Y yo me tengo que morder la lengua y decirles: "Sí, está lindo". Cuando puedo, les explico que tuve que bajar un poco la puntería...
Simplificaste pero no te avergonzás.
Para nada. Además, lo confirmé con otros músicos que han tocado conmigo. El otro día, Fattoruso me dijo: "Escuché el bolero y se me cayeron las lágrimas, Radita". Pero repito: si este disco va bien y me lleva a América latina, intentaría volver a probar con la mezcla. Cinco cortes piolas y la otra parte… ¡a volar!





