31 minutos: un especial show infantil que regresó al ruedo gracias a un Tiny Desk, que se volvió viral
El programa de marionetas es uno de los mayores íconos televisivos del siglo XXI
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Hace unas semanas atrás, la aparición de un Tiny Desk protagonizado por un grupo de marionetas, que entonaban pegadizas canciones de ingeniosas letras, provocó un verdadero sismo en internet. Mientras algunos celebraban la reaparición de los integrantes del ciclo denominado 31 minutos, otros no podían dejar de preguntarse quiénes eran esos muñecos y por qué provocaban tanto entusiasmo. Y es que detrás de ese minirecital, se esconde un show legendario de la televisión chilena y latinoamericana.
El sueño del programa propio
La historia de 31 minutos comienza a finales de los años 80 cuando Álvaro Díaz y Pedro Peirano coincidieron en la carrera de periodismo en la Universidad de Chile. Entre ambos surgió una buena relación y con el tiempo, la fantasía de realizar algún proyecto en conjunto. Entre Díaz y Peirano, más allá del amor por el periodismo, había otro eslabón en común: un ácido sentido del humor, que pocos de su entorno podían comprender.
A mediados de los años 90, ambos dieron sus primeros pasos profesionales a través de distintos programas de la televisión chilena, como fueron los casos de Gato por liebre, Plan Z y El factor humano, ciclos que no lograron una mayor trascendencia.
Con la intención de establecer una firma propia y en búsqueda de un camino personal, Díaz y Peirano se asociaron con Juan Manuel Egaña, y los tres fundaron la productora Aplaplac, cuyo primer objetivo era el de realizar documentales y ciclos culturales. Luego de estrenar Sangre, sudor y lágrimas y Mira tú, los resultados eran satisfactorios, aunque ellos sentían que aún había otros caminos por recorrer. De esta manera, los tres decidieron poner en marcha un proyecto para el mercado infantil, llamado El gabinete del Doctor Mojado. Con un episodio piloto finalizado, el trío de creadores se presentó en el Consejo Nacional de la televisión de Chile, y obtuvieron los fondos para realizar una temporada de 21 episodios. En ese momento, ellos decidieron aceptar el dinero, pero para hacer algo absolutamente nuevo y disruptivo.
El mejor noticiero del mundo
Peirano y Díaz tenían una consigna clara, querían crear el programa que ellos hubieran amado ver cuando eran niños. Con esa idea en mente y el amor de ambos por el periodismo, surgió la premisa de realizar un noticiero en clave irónico, protagonizado por marionetas. Por esos días, ellos conocieron a distintos artistas, dibujantes y músicos, que los ayudaron a darle forma al proyecto. Y en homenaje a 60 minutos (el reconocido ciclo noticioso norteamericano), pero también haciendo alusión al máximo de minutos permitido en el concurso que ellos habían ganado, el grupo de creadores le dio vida a 31 minutos.
La idea del show era muy sencilla, un grupo de extravagantes personajes eran los responsables de un noticiero que combinaba actualidad en tono de comedia, novedades absurdas y canciones terriblemente pegadizas. De este modo, Tulio Triviño, el frívolo conductor del show, el periodista Juan Carlos Bodoque, y un equipo de estrellas como Policarpo Avedaño, Guaripolo y Calcetín con Rombos Man, entre otras muchísimas figuras, compartían distintos tipos de informes que rozaban siempre lo disparatado.
El 15 de marzo de 2003, 31 minutos debutó en la televisión chilena con un rating mucho más bajo del esperado. Sin embargo, gracias al boca a boca, la suerte empezó a revertirse y el caudal de televidentes fue en aumento. Para el final de esa primera temporada, Juan Carlos Bodoque y su troupe de periodistas, ya eran verdaderas estrellas de la televisión chilena. El ascenso fue contundente y eso dio pie a dos temporadas más, que se emitieron hasta octubre de 2005, mes en el que sorpresivamente el ciclo se despidió de la televisión.
En medio de un verdadero fenómeno que incluía merchandising, miles de discos vendidos y numerosos reconocimientos, el programa debió cerrar sus puertas por una cuestión de presupuesto. El dinero que la producción requería para mantener el elevado nivel del show, se hizo insostenible y la televisión de Chile se quedó sin uno de los mejores programas de su historia. Pero aún no estaba dicha la última palabra.
A la conquista del mundo
A pesar de no producir nuevos episodios, la repetición de 31 minutos mantenía vivo el interés del público por dicho producto. Eso dio pie a la llegada de un largometraje, estrenado en 2008, que a pesar de tener una sólida venta de entradas, no logró recuperar el dinero invertido. En ese momento, la productora Aplaplac concluyó que para hacer de 31 minutos un negocio rentable, era necesario salir de Chile y trasladar ese fenómeno a otros países. Y luego de extensas negociaciones, las primeras tres temporadas de la serie comenzaron a emitirse en México, Brasil, y otros países de la región. Como era de esperar, la fiebre por el show se expandió y esos títeres se convirtieron en rostros muy famosos para muchos chicos de Latinoamérica.
El tiempo finalmente convirtió a 31 minutos en su éxito notable, que iba creciendo a fuerza de recomendaciones e innumerables clips viralizados en redes sociales y YouTube. Mientras tanto en Chile, se realizó una cuarta temporada en 2012, a la par de apariciones de los muñecos en eventos como Viña del Mar. La universalidad de la propuesta de 31 minutos llegó a cruzar el océano, al punto de transmitirse incluso en Japón.
El combo del programa, que tiene una dimensión narrativa apuntada a los más pequeños, pero también un jugoso segundo plano de lectura dirigido a los adultos, hicieron de este noticiero un verdadero furor. Canciones sobre la importancia de la amistad, el valor de mantenerse fiel a uno mismo, pero también en contra de la discriminación y del acoso callejero hacia las mujeres son temas que aparecen en el repertorio musical de 31 minutos.
Eventualmente, la popularidad de los personajes en Chile llegó a un punto tan elevado, que los utilizaron para distintas campañas de Unicef. Sin embargo, 31 minutos nunca volvió a la televisión para una quinta temporada. A pesar del pedido de sus fans, Peirano comentó en una entrevista que debido a los costos de producción, un programa como el suyo ya no era sostenible. Aunque por suerte, no estaba dicha la última palabra.
Un Tiny Desk enorme
Peirano y Díaz en más de una oportunidad destacaron que las canciones de 31 minutos -y sus constantes repeticiones- fueron clave para mantener vigente a la franquicia, a pesar de no tener nuevos episodios televisivos. En el mientras tanto, en distintos países surgían más fans que conocían el show inicialmente a través de su música. Y debido a la popularidad de esas canciones fue posible que los muñecos de 31 minutos llegaran al Tiny Desk, el prestigioso espacio musical que se trasmite a través de YouTube, y que coordina el servicio de radiodifusión pública de los Estados Unidos.
Cuando el 6 de octubre de este año, apareció el Tiny Desk de 31 minutos, la alegría de los fans fue mayúscula. Durante los 21 minutos que duró ese minirecital, el público se reencontró con varias de las piezas más populares de este grupo (destacándose “Mi muñeca me habló”, interpretada con maestría por Jani Dueñas), pero también fiel a su estilo, el set de canciones tuvo una fuerte crítica a cuestiones muy actuales, como las agresivas políticas antinmigratorias vigentes en los Estados Unidos. Y con más de 13 millones de visualizaciones (y sumando…), el Tiny Desk de 31 minutos es una prueba más del fenómeno alrededor de una serie que, con más de veinte años a cuestas, no pierde ni vigencia ni popularidad.
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