La familia Stallone: un padre machista, unas hijas que buscan ser las sucesoras de las Kardashian y “el tío inmaduro”

La familia Stallone (The Family Stallone, Estados Unidos/2023). Elenco: Sylvester Stallone, Jennifer Flavin, Scarlet Rose Stallone, Sistine Rose Stallone, Sophia Rose Stallone, Frank Stallone, Al Pacino, Dolph Lundgren. Disponible en: Paramount+. Nuestra opinión: buena.

El reality protagonizado por Sylvester Stallone, su esposa e hijas parte de una enorme contradicción, la primera de varias. Las primeras imágenes muestran la culminación del rodaje de la serie Tulsa King, con el consiguiente entusiasmo del actor al imaginar el regreso al seno familiar después de seis meses de ausencia. Pero si extrañó tanto: ¿cuál es la necesidad de que este retorno a la vida de hogar sea rodeado de cámaras? ¿Una excusa para que estén más tiempo con él, como dice en cierto momento? ¿En serio?

Este punto de partida de La familia Stallone traza el ficticio entramado que ostenta el “reality” durante sus primeros capítulos. A priori la pregunta era: ¿cuán interesante puede ser husmear en la intimidad del protagonista de Rocky? Y la respuesta, “muy poco”, está en línea con lo visto hasta el momento.

Una broma durante el festejo de cumpleaños del actor sobre el supuesto embarazo de la hija del medio, la ruptura de la mayor con un novio a distancia, y no mucho más. Así pasa el primer 25 por ciento de un total de 8 capítulos que no promete grandes sorpresas para los fans. Sí, tal vez para una generación más joven y seguidora del terceto influencer, que pueda disfrutar de momentos como una salida nocturna de las chicas y sus amigas donde intentan seducir a un chico de otra mesa, convenientemente solo y demasiado distraído para advertir las cámaras.

Stallone hace honor a su imagen de héroe de los 80 mostrando un espíritu tan machista, rancio y conservador como el de sus personajes más emblemáticos. Se enorgullece de haber criado a las pequeñas con disciplina marcial, queda groggy cuando Sophia (26), Sistine (24) y Scarlet (20) le hablan de sus novios, y les da consejos sobre relaciones en un campo de tiro. Todo muy anticuado y por momentos ridículo, si no fuera porque no parece ser el espíritu de la propuesta caer en el trazo grueso.

Entre los atractivos del placer voyeur que propone La familia Stallone está el de compartir algo de la intimidad del protagonista con algunos de sus colegas. Ya en el primer capítulo una reunión de amigotes en una pizzería lo une con un Al Pacino negado a la tecnología (una rareza que el intérprete se haya prestado a participar de un show de estas características) y Dolph Lundgren, entre otros. Párrafo aparte para Frank Stallone, hermano de Sylvester, y su universo kitsch. El mismo que quiso seguir los pasos de Sly y después hizo una carrera menor como cantante, se revela acá como “el tío inmaduro”, que vive en una casa de sobrecargada decoración, donde atesora una exagerada y algo desagradable memorabilia de su famoso pariente.

La calculada puesta en escena de esta serie de ocho episodios se reafirma cuando, cotejando ciertas fechas, se advierte que lo que se ve en pantalla coincide con la demanda de divorcio que le hizo Jennifer Flavin al actor luego de 25 años de matrimonio. En agosto del año pasado, Flavin expresó en un comunicado que había iniciado los trámites para separarse del álter ego de Rambo; por entonces, este reality se encontraba en pleno rodaje. Aunque poco después pasó la zozobra y todo volvió a como era antes, lo cierto es que nada de este episodio parece haber quedado en el resultado final, al menos en lo que se conoció hasta el momento. Una de dos: o la serie fue editada magistralmente para no mostrar fisuras en la construcción de “la familia feliz”, o los Stallone orquestaron una operación de prensa digna de visitar el living de Ángel de Brito.

Tan simpática como intrascendente, La familia Stallone tiene al ídolo de acción como núcleo pero avanza gracias a la participación de sus tres hijas, que sueñan visiblemente con convertirse en las nuevas Kardashian. Avanza, sí, pero a paso de tortuga y sin destino claro.