Losing Alice: thriller israelí que mezcla suspenso, erotismo y destellos de Alfred Hitchcock y David Lynch
Losing Alice (Israel, 2020). Creador: Sigal Avin. Elenco: Ayelet Zurer, Lihi Kornowski, Gal Toren, Yossi Marshek, Shai Avivi, Chelli Goldenberg. Disponible en: Apple TV+. Nuestra opinión: buena.
Alice Ginor (Ayelet Zurer) una vez estuvo en el país de las maravillas. Quizás fue años atrás cuando sus primeras películas la convirtieron en la directora promesa del cine israelí: arriesgada, audaz, provocadora. El afiche que refleja aquellos días de gloria todavía cuelga como un trofeo en la pared de su estudio hogareño, aquel refugio en el que intenta volver a escribir un guion. Ahora Alice es madre de tres niñas pequeñas, acompaña el éxito de su marido, dicta clases y dirige algún comercial para televisión. Su vida burguesa ha reducido el riesgo de su espíritu a ese tímido coqueteo que celebra con un vecino médico, ese al que apenas vislumbra a través de los reflejos de su casa vidriada.
Pero el destino parece haberle preparado un inesperado encuentro en un tren, tan premonitorio como aquel filmado por Alfred Hitchcock en Pacto siniestro, sobre una novela de Patricia Highsmith. Es que cuando Alice vuelve a su casa en las afueras de Tel Aviv conoce a Sophie Marciano (Lihi Kornowski), una joven guionista que se declara su fan incondicional. A partir de allí, la vida de ambas se entrelaza en el juego de espejos que propone el creador Sigal Avin, apoyado en las convenciones de un thriller que le debe tanto a Hitchcock como a David Lynch, con destellos de ese erotismo culposo de los 90 y las tensiones entre los anhelos profesionales y las exigencias familiares.
No hay nada demasiado nuevo en Losing Alice pero la serie consigue sostener su magnetismo en la lúdica puesta en escena que idea Avin: un mundo extrañado que lentamente se tiñe de las fantasías de Alice, esas que Sophie pudo escribir con fruición, las mismas que a ella parecían habérsele perdido en el recuerdo. Desde el encuentro en el tren, como le ocurría al atormentado tenista de Pacto siniestro, el mundo de Alice se desplaza del eje y todo parece tan tentador como amenazante. Avin distribuye signos de alerta aquí y allá: las ratas, las acusaciones diabólicas, los vecinos inquietantes. Pero, al mismo tiempo, esos límites que separaban la vida correcta de Alice de la locura de sus juveniles creaciones nunca resultaron tan fáciles de transgredir.
El pilar sobre el que se sostiene la serie es la actuación de Ayelet Zurer, quien da vida a Alice en un abanico de expresiones que son de una riqueza asombrosa. Sus miradas oblicuas al espejo, el cálido fastidio respecto al ego de su marido, la tenue saturación de la vida hogareña se combinan con un despertar que asoma con la llegada de Sophie pero que ya anidaba en lo profundo de su interior, ejecutado con esa pizca de desconcierto que la hace tan misteriosa como vulnerable.
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