
Top Five: los mejores y peores finales de series
Algunos ejemplos de buenas y malas decisiones a la hora de concluir un programa
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¡ADVERTENCIA!: no leer esta nota si no vieron las series mencionadas y planean ponerse al día; desde ya, contiene spoilers (al igual que los videos).
Si algo nos enseñó el reciente final de Breaking Bad es que, cuando se decide terminar una serie en el momento justo y manteniendo una cierta continuidad, el resultado puede ser extraordinario. Por eso el cierre de la creación de Vince Gilligan no dejó a (casi) nadie decepcionado: porque ató cabos, respetó la naturaleza de sus personajes otorgándoles desenlaces acordes y, especialmente, porque llegó después de una seguidilla de episodios sólidos y con autonomía. Lamentablemente, no se puede decir lo mismo de otros programas que, a pesar de que venían presentando desniveles, tampoco supieron cómo levantarse y darle una buena conclusión a la historia. En este Top Five, un poco de ambos casos:
*Los mejores finales:
SIX FEET UNDER

Cuando una serie provoca una reacción física (desde piel de gallina hasta llanto incontrolable), es porque debió haber hecho unas cuantas cosas bien. Six Feet Under, la inolvidable creación de Alan Ball, siempre tuvo esa capacidad de meterse en la piel de quien la veía, lo cual no sólo la volvía disfrutable como entretenimiento sino que también (y por sobre todo) funcionaba como terapia, despertaba un sinfín de cuestionamientos, dejándonos incluso exhaustos ante el mero de hecho de plantearnos escenarios, posibilidades, decisiones. El final, en ese sentido, es incuestionablemente brillante, con los últimos nueve minutos como una pieza clave de la televisión. Claire se sube a un auto, pone un disco y comienza a llorar. Lo que viene después es tan perfecto como desolador: la sucesión de flashforwards con todas las muertes de los personajes principales y la clásica placa que abría cada uno de los episodios de la serie. El montaje es tan abrumador y contundente (respaldado por "Breathe Me", la enorme canción de Sia) que, aun presenciando el destino de Claire que muchos queríamos, resulta imposible no reverlo y quedarse conmovido por las resoluciones de esos viajes individuales, de cada una de las vidas de los personajes que nos acompañaron por tanto tiempo.
El final de
LOS SOPRANO

A diferencia del final de Six Feet Under, el de Los Soprano no generó impacto (del bueno) de manera instantánea sino que más bien se apreció con el correr del tiempo (y las revisiones). Sin embargo, ¿acaso no podríamos argumentar que esto fue acorde al ritmo de la serie? Los últimos minutos de la creación de David Chase son agobiantes (con la ironía de la canción "Don’t Stop Believin’" retumbándonos de modo permanente) y, como suele suceder con las series que trabajan la puesta en escena con dominio magistral, en mucho de lo que vemos (y lo que está en off) tenemos al protagonista como acompañante. Por lo tanto, el final de la serie podría dar cátedra en cómo trabajar los puntos de vista, siendo el de Tony Soprano el que verdaderamente importa. Casi todo lo que sucede lo atestiguamos a través de sus ojos y (aquí es donde yace el punto álgido de la conclusión) lo que no sucede también, ya que de alguna manera lo estamos viendo por omisión. Entonces, ¿ese fundido en negro qué vendría a representar? ¿Se trata de un desenlace abierto o, justamente, de que ya no veremos nada más bajo la mirada de Tony? Abrupto o no, a la altura de la serie o no, si hay algo que no podemos negarle a este final, es que provocó uno de los (sobre)análisis más enriquecedores de la cultura televisiva.
El final de
SEINFELD

Los buenos finales no son solo prerrogativa de los dramas. Para el caso, recordemos el gran cierre que Larry David, co-creador de Seinfeld y guionista del último capítulo doble, le supo dar a ese cuarteto integrado por Jerry, Elaine, George y Kramer. Es de público conocimiento que Jerry Seinfeld se rehusó a prolongar la sitcom "sobre la nada" hasta una décima temporada (a pesar de la gran cantidad de dinero que le habían ofrecido) y la decisión no podría haber sido más acertada. La conclusión es otro ejemplo de cómo la serie siempre supo hilvanar las situaciones más mundanas, interconectando distintos hechos experimentados por los cuatro protagonistas. El del final vendría a representar el súmmum: ninguno de ellos interviene en un acto criminal, más bien lo atestigua con la burla como la cara más atroz de la indiferencia. En consecuencia, todos son sometidos a un juicio colectivo donde nos reencontramos con los personajes secundarios más memorables del programa. Pero el adjetivo "secundario" ya no les cabe. David les da una entidad fundamental, poniendo al destino de Jerry, George, Elaine y Kramer enteramente en sus manos. "No puedo encontrar mejor manera de castigarlos que removerlos de la sociedad" les dice el juez y el remate no podría haber sido otro. Muchas de las acciones de los protagonistas fueron repudiables y, simultáneamente, reconocibles para varios. Identificarnos con el proceder de alguno de ellos nunca fue un problema y es por eso que Seinfeld alcanzó su merecida trascendencia como la mejor serie de la historia.
El final de
*Los peores finales:
LOST

A propósito del final de Breaking Bad, cabe decir que una de las tantas repercusiones que tuvo se vinculó a una suerte de ataque sistemático (al punto de lo hilarante) a Damon Lindelof, co-creador de Lost junto a Jeffrey Lieber y J.J. Abrams. Entre la cantidad de mensajes (vía Twitter, claro) que recibió Lindelof en estos días, se encontraban aquellos que le decían: "¿Ves? Así se debería terminar un programa". Lejos de quedarse en el molde, el propio Lindelof reconoció que hay pocas mentes brillantes y que la de Gilligan es una de ellas. En conclusión: Breaking Bad no solo puso alta la vara para futuros programas sino que provocó un viaje al pasado, dejando en evidencia a los programas que empezaron bien, desbarrancaron luego y terminaron peor. El desenlace de Lost polarizó a los espectadores. ¿Era pertinente no cerrar absolutamente todas las historias porque el encanto estaba en la no-resolución? ¿Fue una conclusión perezosa que le faltó el respeto a los seguidores? Si bien muchos se inclinaron por lo segundo, lo que es innegable es que la decisión de terminar el drama bajo el recurso "estaban todos muertos" no puede, salvo en raras excepciones, dejar satisfecho a nadie. Sin embargo, la dura recepción que tuvo el último capítulo debe ser analizada en el contexto de que Lost ya venía con poco combustible y el modo en el que dejó la pantalla chica no fue más que la gota que rebalsó el vaso.
El final de
GILMORE GIRLS

Podemos decir algo a favor del final de Gilmore Girls: fue consecuente con cómo venía desarrollándose la serie en sus últimos capítulos. Quienes la hayan visto sabrán que nada bueno podría haber generado la partida de la creadora del programa, Amy Sherman-Palladino. Por lo tanto, no fue del todo sorpresivo que el cierre no haya estado a la altura de sus siete temporadas. El problema clave que tuvo su desenlace fue la tibieza. Parecía tratarse de un episodio más y carente de esa emotividad exacerbada (y encantadora) de la serie. Se le puede perdonar que Rory y Logan no hayan tenido su final feliz por un capricho de guión totalmente forzado e irrisorio, pero no se le puede perdonar que, después de tanto conflicto previo, el reencuentro romántico definitivo entre Luke y Lorelai haya sido tan descorazonado. Es decir, estamos hablando de Lorelai Gilmore, uno de los personajes más afectuosos y efervescentes de la televisión. Es cierto que la última escena, con madre e hija desayunando en Luke’s como parte del ritual, se erigió como una vuelta a las fuentes de su candor y magia inicial, pero no fue suficiente para darle al final el impacto que Gilmore Girls indudablemente merecía.
El final de




