La entrevista donde Claudio Da Passano hablaba de su familia de artistas
En 2008 Claudio Da Passano brindó una entrevista a LA NACION. El actor de 1985, fallecido hoy, a los 65 años, interpretaba por entonces a Josef Breuer en El día que Nietzsche lloró. En un diálogo con este medio hablaba de sus padres, de su hermana, de su mujer, todos excelentes artistas, y de su pasión por el teatro.
A veces la ficción imita a la realidad. En El día que Nietzsche lloró, el doctor Josef Breuer se somete, sin advertir el alcance que tendrá luego esa técnica, a un procedimiento novedoso que experimenta su discípulo Sigmund Freud: el psicoanálisis. Muchos años antes de interpretar al doctor Breuer en la puesta teatral de la novela de Irving Yalom, Claudio Da Passano participaba de los albores de esa técnica en el país a los 5 años. “No había ni siquiera empezado el colegio y me acuerdo que pasé toda una sesión dibujando cohetes a la Luna.” Luego, se psicoanalizó dos veces más, en prolijas tandas de tres años, y posiblemente este año regrese al diván. Casi una obsesión.
En el texto de Yalom, el personaje de Da Passano habla sobre la “deshollinación”, un mecanismo para purgar aquello que angustia al hombre, principalmente a través del diálogo. La encargada de esta limpieza en la vida de Da Passano es la actriz Malena Figó, su mujer. “El hecho de tener la misma profesión ayuda a que podamos compartir más lo cotidiano de este trabajo y hablar sobre sus miserias. No es una terapia, pero alivia y ayuda escuchar esa voz que te da tanta confianza y fe”, dice.
Aprendizaje
Breuer le implora al autor de Así habló Zaratustra que lo tome como alumno para poder absorber su experiencia. Si Da Passano tuviera esta posibilidad, hubiera elegido a Alfredo Alcón o a Villanueva Cosse, a quienes considera que están dotados de una inteligencia superior.
Pero también tuvo otros maestros, verdaderos actores de fuste y muy especiales: sus padres, María Rosa Gallo y Camilo Da Passano. Y al referirse a ellos es cuando desnuda su alma y su sensibilidad. De ellos aprendió a valorar la profesión y a poner en práctica “la alegría en el trabajo”, confiesa con una emoción indisimulable. Su hermana Alejandra Da Passano también siguió esa profesión y, en 1985, Gallo y sus dos hijos realizaron juntos Sólo cuando me río, de Neil Simon. El personaje de Da Passano era el de un repartidor de almacén que sólo aparecía al comienzo de la obra. Pero gracias a Alejandra, diez años mayor que él, también descubrió otra pasión: los Beatles y la música. “Cuando ella se iba a trabajar, me metía en su habitación a escuchar los discos.” Ese fanatismo lo hace jactarse de haber sido el primero de sus compañeros que se animó a entrar con flequillo al colegio, todo un acto de rebeldía para aquella época. Ese mismo día, el director lo llevó a una peluquería para que le pusiera fin a ese estilo hippie.
No recuerda con precisión fechas ni detalles, sólo evoca aquella sensación que lo hizo elegir su destino cuando aún iba al colegio. "Mi habitación quedaba en el fondo de un pasillo largo y, un día, cuando pasé por el cuarto de mis padres, que aún dormían, porque la noche anterior habían tenido función, sentí algo: el olor a dormido", relató. Así advirtió que sólo siendo actor podría prestarles tanta atención a sus emociones y a los sentidos.
Alejado de los clichés modernos, admite que le gusta la televisión -hacerla y mirarla-, y que The Office es una propuesta que lo atrapa. Su última incursión en la pantalla chica fue Los secretos de papá, en 2004, en la que se divirtió “horrores” con Rita Cortese, Federico D Elía y Alberto Martín, a pesar de que el rating no acompañó la propuesta. Antes, en 1995, había sido el villano de Cibersix (una serie de ciencia ficción protagonizada por Carolina Pelleritti), un ex jerarca nazi que usurpaba el cuerpo de jóvenes para mantener su vitalidad. A pesar del fracaso de la propuesta, aquel fue el papel que más le gustó interpretar en TV: “Cuanto más grabábamos, mejor para mí, porque la pasaba muy bien”.
Pero el agua en la que bucea más cómodo es el teatro. Su trayectoria en ese medio es extensísima y siempre se lució en obras prestigiosas. Formó parte de los comienzos de La Banda de la Risa (junto con Claudio Gallardou) y fue convocado por directores como Daniel Veronese, Andrés Bazzalo, Mónica Viñao o el georgiano Robert Sturua. Asimismo, tiene la virtud de haber transitado tanto en las huestes del teatro infantil, como por el teatro oficial, el comercial y el independiente.
Placeres cotidianos
Pero no todo queda en la actuación. Los palillos de la batería quedaron guardados en un placard y ahora le dedica su tiempo al clarinete, generalmente por la mañana.
Con una dicción casi transparente, este actor amable y cálido puede enojarse mucho cuando, en plena función, suena el teléfono celular de algún espectador. "Me distrae y me da bronca. A veces, la gente piensa que es el cine y que el actor está en la pantalla", dice.
Su modo de comenzar a adentrarse en la obra es ir caminando al teatro. Luego de la obra, de esa misma manera regresa a su casa, pero ya analizando cómo resultó la representación. “Cuando todo sale como quiero, estoy excitado, con el placer casi egoísta de saber que uno hace las cosas bien. El cansancio baja una hora después”, admite minutos después de haber reestrenado la obra, mientras lo esperan sus amigos en el foyeur. Su sonrisa evidencia que su caminata de regreso será más que placentera.
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