El fixer: un contrapunto teatral sobre los secretos del poder
Mario Diament ficcionaliza en el escenario las deudas terribles de la Justicia en este contrapunto en el que se luce Edgardo Moreira
El fixer. Dramaturgia: Mario Diament. Elenco: Edgardo Moreira y Enrique Dumont. Escenografía: Héctor Calmet. Luces: Miguel Morales. Dirección: Daniel Marcove. Sala: El Tinglado (Mario Bravo 948). Funciones: los sábados, a las 20.30. Duración: 75 minutos. Nuestra opinión: buena.
“Me especializo en arreglar lo que no tiene arreglo”, dice el hombre-que-no-existe para definir su profesión, la de “fixer”, término en inglés mucho más elegante que el incómodo “servicio de inteligencia”. El tipo vio mucho y anda con ganas de contarlo porque la conciencia pica o porque disfruta de torturar a un periodista con secretos que, sin pruebas contundentes, se esfuman en conspiraciones impublicables. La casualidad juntó en plena pandemia a dos argentinos ante varias cervezas, barbijos y alcohol en gel en un bar de South Beach. Uno, el expatriado residente en Miami; el otro, apenas de paso, un cronista de política: la suerte está echada igual que la situación dramática para que el informado público se entere cuál es la justa.
Armada con dos personajes, el preguntón y el que cuenta, El fixer podría ser el monólogo de un capocómico que sin eufemismos le pone nombre y apellido a las neblinas de la actualidad. Sin embargo, en el contraste no sólo hay más chispas y juego escénico, sino que propicia el retrato de la desigual contienda entre garcas y otarios. Periodista y dramaturgo radicado en Miami, siempre interesado por ficcionalizar hechos históricos y causas irresueltas, en esta ocasión Mario Diament se despacha con ganas sobre las deudas terribles de la Justicia (los atentados contra la embajada de Israel y la AMIA, el caso Nisman, entre otras) y grita lo atragantado bajo el amparo de la verdad teatral. Es probable que el tiempo erosione el contenido pero, por ahora, atrapa y duele. Para los intérpretes, una fiesta del contrapunto a la que Edgardo Moreira, el fixer, logra extraer las esencias de la actuación popular.