Julieta Otero: del éxito con Según Roxi a hacer humor con la menopausia y trabajar con Mario Pergolini
La actriz y dramaturga, una de las guionistas del late show Otro día perdido, llegó a los 50 y decidió cambiar el humor “de mamá” para hablar de otra etapa de la vida en No me acuerdo de las cosas
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Cronista de su tiempo y, en especial, del tiempo de las mujeres, Julieta Otero hizo de su propia experiencia y observación del entorno, un arte testimonial que amplifica en todos los formatos y roles. Actriz, dramaturga, guionista, directora y docente, retrató durante años la maternidad real con todas las mochilas incluidas en la saga Según Roxi, junto con Azul Lombardía: primero, en 2012, fue la serie web (surgida de un blog que escribía desde 2006); después, el libro Autobiografía de una madre incorrecta al que siguieron las dos temporadas para televisión (TV Pública, Lifetime, Netflix y canales de todo el mundo, incluida una remake en Televisa), la pieza teatral La obrita de teatro, más otro libro y el espectáculo del mismo nombre, ¿Cómo ser la peor mamá del mundo?, un unipersonal con canciones con el que desde 2017 recorrió el país.
Hasta que algo pasó.
“En noviembre del año pasado, cuando termino el show en Luján, me doy cuenta que esa etapa ya había terminado, me sentía abuela, no mamá, y que contaba algo que ya no era un problema para mí, que era un ciclo cerrado. Esa misma noche recibo un mensaje del Teatro Picadero para avisarme que tenía fecha para el unipersonal en febrero. Les dije que sí pero que iba a ser un espectáculo nuevo”, dice Otero a LA NACION.
Y el espectáculo nuevo se llama No me acuerdo las cosas, se estrenó el 8 de febrero y sigue y seguirá dando vueltas –igual que pasó con el anterior- porque para Otero llegó el momento de hablar de la transición a la menopausia. Tiene hipótesis, desarrollo y conclusiones sobre la llegada de esta etapa, que describe con una característica detonante y que guía todo el show: la niebla mental.
A esta decisión hay que sumarle otro dato nuevo. La dirección del unipersonal está en manos de Dalia Gutmann, la comediante que también está de gira con su espectáculo de stand up. “Con Dalia nos conocemos hace años y ambas vamos a ver nuestras obras. Queríamos hacer algo juntas y empezamos con la práctica de encontrarnos a tomar mate una vez por semana para pensar proyectos vinculados al humor, a la vida de la mujer, a las cosas que nos pasan. Esto empalmó justo con mi decisión de cambiar de tema, tener fecha confirmada y no saber qué iba a hacer”, dice Otero.
-¿Cómo trabajaron juntas?
-Dalia es una genia absoluta y me ayudó a ordenarme. Me dijo: “Sí, vamos a hacerlo. El 4 de diciembre quiero por mail la primera versión del texto”. A alguien que escribe, le das un deadline y le das la vida. A partir de eso, empezamos. Imaginate hacer humor con una pionera, una mujer con una valijita recorriendo y llenando salas, desde su mundo que es el stand up -que no es el mío- pero tiene escenario, tiene muchos recursos, sabe cómo decir de modo sencillo algo complejo, como en el stand up donde hay que ser claro.
-¿Cómo salió el tema?
-“¿De qué querés hablar?”, me dijo. Del olvido, contesté. Durante años tuve mucha carga mental por criar hijos, cuidar padres enfermos, trabajar sin parar. Ahora que mis hijas son grandes y que mis padres murieron, empecé a vivir más colgada. Esto encaja con que cumplí 50 años y me olvido de cosas que antes sabía. Digamos que llegué a la hipótesis de que la niebla mental viene a liberarnos de la carga mental.
-¿Te pusiste a entrevistar mujeres que estén atravesando síntomas de la menopausia?
-Soy muy investigadora, leo artículos, bibliografía, veo documentales, películas, hablo con amigas, todo me lo tomo como la facultad, necesito marco teórico. Hasta que en un momento paro porque necesito cortar el ruido y conectarme con mi propia voz.
En No me acuerdo las cosas, Otero es Mariana, una abogada de 50 años, madre de varones, que cuenta al público anécdotas y reflexiones desopilantes para intentar encontrar sentido a lo que le pasa. “Mi teoría es que los estrógenos nos ayudan a ser empáticas y volcarnos a los otros para poder maternar. Al caer los valores de esa hormona, empezamos a decir lo que antes no decíamos, nacen verdades, y eso se ganó el mote de ‘irritabilidad’. No es un momento de m... la menopausia, como nos hicieron creer. ¿No será que todo está dispuesto para que empecemos a pensar más en nosotras y a disfrutar?”, se pregunta.
-“La naturaleza es sabia”, dice Mariana, tu personaje.
-Claro. Por ejemplo, siempre fui muy apasionada y el sexo era algo muy importante en mi vida. Pero ahora estoy más tranquila, me parece un negoción, empezás a mirarte más a vos, dejás de preocuparte por otros para cuidarte a vos.
-En el show se proclama “terminemos con el mito de que los hombres envejecen mejor”.
-Sí, basta, se les cae todo... Y el viejo gruñón, el que de la nada se enoja como un adolescente, es bravo.
-Sos mamá de Violeta (21) y Margarita (16), ¿qué dicen de la obra?
-¡Son fans! Por empezar, siempre trabajé desde la ficción. En la obra, no soy yo; cuento anécdotas que nunca me pasaron y ellas lo saben. Lo más gracioso es que ni sé si estoy menopáusica porque me quitaron el útero por un mioma así que no tengo idea sobre algunos síntomas; nunca tuve calores, por ejemplo. Tomé el tema de la niebla mental para hablar porque sé de qué se trata, pero hay muchas otras anécdotas de las que no tengo ni idea. Si contara intimidades con mi nombre sería distinto para ellas. Vinieron varias veces y me dicen que lo disfrutan. No hay nada que me haga llorar más en la vida, nada me emociona más que inviten a sus amigas a ver el show: es el premio más grande.
-Y te vas a girar con la valijita...
-Si estuve diez años con el unipersonal de Roxi, hasta que me dio vergüenza hacer chistes de hijos chiquitos, ahora estaré otros diez con la menopausia hasta que tenga que hablar de...
-¡Artrosis!
-[Risas]. Las giras me encantan, llegar a un lugar donde te esperan, amo los hoteles, qué se come, ver en la platea a desconocidos, ni una cara reconocible. Me encanta salir de la ciudad. Con Roxi hicimos de Ushuaia a La Quiaca, el país entero. Y ahora vamos por eso. No quiero ser famosa, me gusta trabajar, disfruto de ensayar, de dirigir, de la puesta de luces. No me resulta fácil exponerme. La mayor satisfacción es ver a gente disfrutar con algo que yo escribí, eso no se compara con nada.
Con Mario Pergolini
Si se trata de escribir y no protagonizar, Otero es una de las guionistas de Otro día perdido, el flamante late show de Mario Pergolini en eltrece, tarea que ya había hecho antes, en 2022, en el programa La puta ama, con Florencia Peña, por América.
“Integro una mesa de guionistas con gente muy talentosa y que me divierte mucho. Es un programa que tiene actualidad, hay mucha adrenalina, corremos cada día para llegar y eso me encanta porque hay un lindo clima de laburo. Estoy aprendiendo un montón; amo la tele de aire, me crié con ella. El equipo detrás de cámara es bárbaro, la producción es enorme y la escenografía es la más linda de la tele jamás. La tele tiene muchas cosas del teatro, cuando dicen ‘acción’ es un equipo jugando con adaptación plena. Y es hermoso saber que llega a todos los rincones del país. De repercusiones no sé nada ni me meto; el día a día me come y no me queda tiempo para eso”, dice.
Volviendo al teatro, es la autora y directora de dos obras que seguirán en cartel: una es Escorpio, con Sofía González Gil y Miguel Ferrería, que después de tres temporadas, en Espacio Callejón y el Picadero, vuelve en marzo a teatro a confirmar. La otra es La teoría del desencanto, ganadora del premio Artei a la producción del teatro independiente, que se estrenó el año pasado en El Método Kairós donde continúa hasta fin de julio y vuelve en septiembre.
También ha dirigido textos ajenos. El último fue el de Víctor Hugo Morales, El reproche, en el Picadero en 2022, con Malena Figó, Mayra Homar y el recordado Claudio Da Passano: “Uno de los planes más divertidos que me tocaron fue dirigir El reproche. Con Víctor Hugo terminamos de delinear la dramaturgia, con el material abierto para probar posibilidades en los ensayos. La obra toca el tema universal de los celos en la pareja, con un varón en proceso de deconstrucción: muy interesante que Víctor Hugo se haya metido con eso como varón, un desafío hermoso. Y dirigir a “Dapa” [Da Passano], qué puedo decir si desde el primer ensayo te caías de c... por su capacidad lúdica, su entrega, las cosas que proponía, lo divertido que era, como completaba al personaje con su magia. Y a sala llena, siempre así que mejor experiencia imposible”.
Mamá de Violeta, que es actriz, y de Marga, que estudia piano, Otero es hija y hermana de músicos (el jazzero Mariano Otero, expareja y padre de los hijos mayores de Florencia Peña). Hincha de Racing, hasta los 26 años vivió en Avellaneda y es egresada, igual que muchas de sus amigas, del Normal de Avellaneda, el Enspa, la escuela donde estudió la poeta y ensayista Alejandra Pizarnik. “No entiendo los vínculos sin humor, no entiendo la vida sin humor ni a la gente que se toma muy en serio”, dice sin nunca dejar de sonreír mientras, seguramente, imagina el próximo chiste.
Para agendar
No me acuerdo las cosas, de Julieta Otero y dirección de Dalia Gutmann. Próximas fechas: 2 de agosto en el Teatro Roma (Avellaneda) y en septiembre, el 6, en el Café Berlín (CABA); el 12, en Centro Cultural San Martín (San Isidro); el 20, en El Teatro Bar (La Plata) y el 18 de octubre en Café Berlín (CABA).
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