
Una mirada sobre Victoria Ocampo e Igor Stravinsky
Mañana sube a escena en el CETC, V.O., de Beatriz Sarlo y Martín Bauer
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Felices quienes llegaron a tiempo para sentir la conmoción de lo moderno en el momento mismo de su irrupción. Victoria Ocampo tuvo ese privilegio (en realidad, lo buscó con uno de sus infalibles golpes de intuición) y escribió sobre esa experiencia en uno de los volúmenes de su Autobiografía : "Asistí, en primera fila de platea, al tumulto del Sacre du Printemps . Al final de la cuarta representación, creo que fui a todas, vi a Stravinsky, pálido, saludando a ese público que aplaudía L'oiseau de feu y silbaba despiadadamente el Sacre . Compré la partitura del Sacre y alquilé un piano para tocarla en mi salita del Meurice. No sabía bien qué me atraía en ese galimatías de notas y en ese ritmo brutal de cataclismo". Más tarde, en el prólogo a la primera edición de Crónicas de mi vida, de Stravinsky, que la editorial Sur publicó simultáneamente con la edición francesa, Ocampo anotó también: "Desde el primer contacto? la aspereza, la extraordinaria violencia rítmica de la Consagración me hablaron de genio". Llegaría después de esa fascinación el trabajo en Perséphone y el estreno de la pieza en Buenos Aires con la escritora en el papel de recitante. Stravinsky: el "primer gran amor moderno" de Victoria Ocampo. Esa noche de 1913, la noche de La consagración de la primavera, cambió la vida de Ocampo y, en cierto modo, alentó también, a su manera, el proyecto modernizador de Sur.
A instancias de un encargo del Centro de Experimentación del Teatro Colón, Beatriz Sarlo y Martín Bauer tomaron ese episodio y la relación entre Ocampo y Stravinsky como punto de partida para V. O., la ópera que escribieron juntos y que se estrenará mañana, a las 20.30. Que la ópera tome su título solamente de las iniciales de Ocampo, V.O., en lugar de "Victoria Ocampo", es algo significativo: hay allí una extrema familiaridad (la de una persona cifrada nada más que en dos letras) y a la vez una distancia. En cierto modo, casi nadie más que Sarlo podía escribir un libreto con este tema sin incurrir en la exaltación. Ella conoció la figura y los libros de Ocampo desde una perspectiva crítica antes que sentimental, y el arco que va de los primeros estudios, compartidos con María Teresa Gramuglio, al extenso ensayo incluido en el libro La máquina cultural marca acaso el pasaje del objeto de estudio al modelo intelectual. La música de Bauer, por su lado y según las propias palabras del compositor, "entra y sale" del mundo musical de Victoria.
Bauer y Sarlo son viejos conocidos de los ciclos de música contemporánea del San Martín, que el primero programa y de los que la segunda es una espectadora impenitente. Ambos se rodearon de intérpretes que conocen bien, ante todo la pianista Margarita Fernández, que intervendrá como mucama de una manera que no fue revelada; luego Analía Couceyro, que hará de Victoria; María Inés Aldaburu; Pablo Seijo, desdoblado en Igor y Drieu La Rochelle; la cantante Selene Lara, y la bailarina Florencia Vecino, aparte de un ensamble dirigido por Pablo Druker.
<b>V.O.</b>




