Juana Molina dice no a la TV
"Por la calle me gritan que vuelva a la tele. Pero no volvería. La TV de hoy no te permite crear nada. Yo lo hice cuando era muy joven y soltera. Vivía para eso y me encantaba. Para hacer un buen producto debería hipotecar mi vida y, la verdad, no tengo ganas". Son muy atendibles los reparos formulados días atrás por Juana Molina cuando LA NACION quiso saber cómo era un día de su vida. Objeciones atendibles y justificadas sobre todo si quien las formula suele reconocerse como alguien que desarrolla sus proyectos y actividades con un espíritu de riguroso perfeccionismo.
Enemiga declarada de la rutina, Juana Molina prefiere decir hoy "la tele no te deja nada" y dedicar el tiempo a otras cosas que vislumbra más estimulantes y creativas: la música, el teatro (fue una de las más aplaudidas participantes de los elencos de "Monólogos de la vagina"), la crianza de su hija.
Pero no es casual que haya tenido que referirse últimamente en varias ocasiones a su paso por la pantalla chica. Perdura en la memoria todo lo que hizo para ganarse legítimamente, como escribió Víctor Hugo Ghitta en estas páginas en junio de 1993, el título de humorista femenina más celebrada de su generación.
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Este año se cumple una década del momento en que Juana Molina empezó a acumular méritos para ganarse legítimamente ese lugar. Hace diez años comenzaban a asomarse al aire Ruth Libelsky, Flor de Li, Judith, Belle de Nuit, Steffie Grass, la cosmetóloga, la abuela mafiosa. Mil personajes de una logia fraternal, la de "Juana y sus hermanas".
Toda esta demostración de ingenio, desparpajo y originalidad cobra más relevancia aún en estos tiempos, en los que el humor televisivo escasea o navega a la deriva entre las aguas del mal gusto y de las bromas hechas a costa del prójimo. Si hasta las punzantes, burlonas y paródicas observaciones sobre el propio mundo de la TV (fórmula de la que el programa de Juana fue pionera) hoy se desbarrancan en una peligrosa y banal escalada de programas cada vez más parecidos y menos exigentes. Quienes esperan ver con mayor frecuencia a Juana Molina en televisión tendrán un modesto consuelo en poco tiempo, cuando aparezca en una de las emisiones de "Tiempofinal", el ciclo de unitarios que de los hermanos Borensztein, junto a Oscar Martínez.
En "El quirófano", escrito por el talentoso autor uruguayo Fernando Schmidt y con fecha tentativa de salida al aire para fines de septiembre, Juana Molina explorará como actriz un territorio poco frecuente en su trabajo, el de participar de historias de ficción apoyadas en el suspenso. Y seguramente hará que volvamos a añorar su brillante paso televisivo de una década atrás. Aunque le reconozcamos la razón a sus argumentos para no volver a la TV más que ocasionalmente, seguimos extrañándola.
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