
La TV se asoma al sexo explícito
Los coitos coreografiados y la "idea fija" a toda hora son más propios de canales condicionados que de abiertos
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Siempre fue igual: alguien se atreve un poco más y, si no pasa nada, todos los demás lo siguen hasta que otro se anima a correr los límites de vuelta. Así ha sido desde 1983 cuando, al compás del regreso de la democracia, la televisión argentina resolvió archivar para siempre su afectada asepsia. Veinticinco años después hay que lamentar que en su constante y autodestructivo vaivén, el traicionero péndulo argentino no haya logrado instalarse en un razonable punto intermedio entre aquel artificial estado de pacatería forzadamente asexuada y este presente televisivo ultracontaminado de obsesivos contenidos sexuales de bajísima estofa.
Ante el desgaste de la repetición constante de insinuaciones, lenguaje escatológico, festivos topless , coitos coreografiados, ratoneros pixelados de zonas pudendas, ostensibles toqueteos e informes periodísticos de lo íntimo en sus aspectos más sórdidos y perversos, ahora hay elementos más que suficientes para pensar que la televisión abierta se dirige muy firmemente a explorar zonas más que cercanas con el sexo explícito.
Por de pronto, debe tomarse nota de que en las últimas horas, Marcelo Tinelli, el gran astro solar alrededor del cual gira buena parte de nuestro atrevido universo televisivo, ha comenzado a consentir que algunos de los impactantes especímenes femeninos que pueblan su calenturiento show nocturno se desprendan en cámara de bikinis, bombachas y microscópicas tangas. Toda una novedad que, inevitablemente, se extenderá con sus variantes a otros espacios, teniendo en cuenta la poderosa influencia que Tinelli ejerce sobre el conjunto televisivo.
Podría decirse que todavía se trata de una prueba piloto: ciertas indecisiones y falso recato de quienes se han prestado recientemente al audaz juego (como quedarse sentadas en el piso sin saber bien qué hacer, taparse con las manos o pedir el rápido auxilio de una salida de baño) recuerdan los primeros escarceos, tan parecidos y tímidos, con respecto a la exhibición de pechos, que el tiempo desinhibió de manera completa. Los cerrados cuellos que antes los escondían pudorosamente cedieron con el tiempo a escotes cada vez más pronunciados que desde hace un tiempo dejan escapar intencionadamente lolas por doquier, si bien el último grito de la moda son los pechos directamente al aire, apenas decorados con purpurina que, lejos de esconder, resaltan las rotundas curvas reforzadas en los quirófanos.
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¿Alguien duda de que hay un rebrote de sexo esperpéntico en la TV abierta? Desde que Sabrina Sabrok, dueña de "los pechos más grandes del mundo" (así fue anunciada y su aspecto no lo desmiente) aterrizó en el efímero Tardes informales y después visitó el living de Susana Giménez, los canales de mayor audiencia volvieron a elevar la carga de contenidos de estridencia sexual a cualquier hora del día, potenciados por los ciclos replicantes.
Una vez más el programa de Tinelli señala el rumbo, autorizando nuevos pasos hacia zonas no transitadas, en la necesidad de que su éxito no decaiga y el resto de la TV le rinda homenaje en cadena y a perpetuidad reiterando sin parar sus hazañas de cada noche.
Pero no es el único y ni tan siquiera el más zarpado. Después de lo visto el martes último en La liga , a la misma hora en que en ShowMatch comenzaban a bailar el ardiente stripdance , habrá que concluir que los dardos que el productor de ese ciclo, Mario Pergolini, dirige habitualmente a Canal 13 por este tipo de contenidos, son de una impostada moralina que no se condicen en lo más mínimo con lo que él mismo ofrece al medio. ¿De qué otro modo calificar la clase práctica de masturbación masculina que una sexóloga brindó a un grupo de mujeres sobre una prótesis de un pene en La liga ? ¿Y cómo interpretar el abrupto cambio de registro que experimentó en su última edición Un tiempo después , el jueves último, para dar paso a una charla de café entre su conductora, Soledad Silveyra, y un grupo de conocidos actores, que revelaron algunos de sus secretos de alcoba?
Tanto ShowMatch (Canal 13) como La liga y Un tiempo después (ambos de Telefé), ¿de qué manera interpretarán la baja en el rating de las emisiones mencionadas? ¿Deducirán que, de tan burdos y repetidos, este tipo de contenidos empiezan a saturar o, por el contrario, creerán que se quedaron cortos y que tienen que ir por más para que el rating se eleve sin pausa?
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El Instituto de Comunicación y Diseño de la UADE acaba de dar a conocer un preocupante estudio que revela que el 32 por ciento de los autoavisos emitidos por los canales privados de aire en los que promocionan programas propios muestran cuerpos semidesnudos y que eso sucede entre un 26 al 36 por ciento de la publicidad emitida dentro del horario de protección al menor. A esto se suma la acción machacona y depredadora de los programas de chimentos y de refritos, que también se ven antes de las 22 y que cultivan con especial fruición las peleas mediáticas, las escenas de alto voltaje y el doble sentido más ramplón.
El titular del Comité Federal de Radiodifusión, Gabriel Mariotto, ha dicho a LA NACION que poco puede hacer con los excesos de "Bailando por un sueño" y de otros procaces programas porque no quiere incurrir en "censura previa". Nadie le ha pedido semejante cosa, pero mientras la TV norteamericana no puede vulnerar ciertas pautas de transmisión para no exponerse a multimillonarias multas, Mariotto, en cambio, se niega aquí a que el organismo bajo su mando emita dictamen sobre hechos consumados y agravados noche tras noche durante los últimos años y obre en consecuencia. No se trata de coartar la creatividad y la libertad de expresión de nadie, sino simplemente de evitar que, ante la ausencia de la aplicación de elementales normas, la televisión siga derrapando.





