
Los Sónicos: el rock de una generación
Mario Alarcón, Hugo Arana, Norman Briski y Roberto Carnaghi protagonizan la serie que se convirtió en el boom de culto del año
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Eran otros tiempos, cuando Mario Alarcón, Hugo Arana, Norman Briski y Roberto Carnaghi comenzaron sus carreras. En ese momento, en plena juventud, había un fuego que les corría por las venas. Creían que sólo bastaba el arte para cambiar el mundo. "Se podía hacer una patria más linda", recuerda Briski. Hoy, con varias décadas encima y con algunas batallas perdidas, las cosas tomaron otro color.
Pero, los ideales quedaron en pie. Y fue ésa la razón que los movió para formar parte de Los Sónicos, la serie que los domingos a las 22 emite Canal 9 y que cuenta la historia de cuatro "jovatos"– como se describen– que en la década del 60 integraron una banda de rock que marcó la historia del género, a pesar de que nunca lograron grabar un disco porque su líder, Carlos Kloster, quedó en coma, tras un accidente de tránsito ocurrido en 1968. Desde ese momento, todos los miércoles, sus amigos lo visitaron en el hospital. Hasta que un buen día, 43 años después, mientras los médicos intentaban desconectarlo, despertó. Y también sus amigos. "Para ellos, vino un nuevo amanecer", dice Arana. Kloster (Alarcón), que aún sigue creyéndose ese muchacho de 25 años en la piel arrugada de ese hombre de 70, prendió esa llama, que aún estaba latente en sus colegas: la de que todavía se podía salir a rockear. Y Los Sónicos quieren volver a tocar como lo hicieron cuatro décadas atrás.
La serie también muestra a los personajes en su juventud, interpretados por Santiago Pedrero, Juan Greppi, Martín Slipak, Nazareno Casero y Lucas Ferraro (que en la actualidad será interpretado por Federico Luppi), en la década del 60. Así, se puede respirar ese espíritu revolucionario que invadió los convulsionados años del Flower Power, mientras de fondo suena, por ejemplo, un tema de los Who.
Algo de todo ese clima de época se cuela en el lobby del teatro Calibán, donde están sentados Alarcón, Arana y Briski, el dueño de la sala, para hablar de la serie que produce GP Media y BBC Worldwide y que escriben Gastón Portal, Javier Castro Albano, Alberto Muñoz y Len Cole. Carnaghi, por un problema personal, faltó a la cita (ver aparte).
Dicen que ninguno de los tres es fanático del rock; más bien prefieren el tango, el bolero o el jazz. Sin embargo, Alarcón, enfundado en una musculosa que será el objeto de uno que otro chiste de parte de sus colegas, confiesa: "Cuando escucho un tema de rock, exploto".
Los tres pertenecen a una generación que creció con la idea de que el arte iba a cambiar el mundo. "La realidad no abastecía, había que crear una idea arriba del escenario; romper las estructuras", indica Arana.
–¿Fue parecida la juventud de ustedes a la de Los Sónicos?
Mario Alarcón: –Sí, por supuesto. Todos los jóvenes quieren cambiar el mundo. A diferencia de esa época, los valores han cambiado. O mejor dicho han desaparecido. Estos cuatro personajes, conservan, a pesar de su edad, la chispita de que hay que cambiar el mundo. Creo que todavía hay cosas que se pueden cambiar. El día que deje de pensarlo, me parece que estaré al pedo.
Hugo Arana: –Sin duda. El día que cumplí 22 años, me regalé la inscripción a la escuela de teatro con la intención de hacer algo que condujera a la creación. Los jóvenes están para revolver, revolucionar y volver a ver.
Alarcón: – En los 60 y los 70, había una idea de querer trascender. La trascendencia parece que fue derrotada. La idea de Los Sónicos es reavivirla.
–¿Cómo ven a la juventud hoy?
Arana: –No quiero generalizar. Me da la sensación de que la juventud está más politizada, más informada y opina más. Los medios han crecido, lo que también implica que haya una desinformación profunda. Además, hay una gran incomunicación con los aparatos. A lo mejor hacer el amor por teléfono puede ser divertido, pero si reemplaza al amor en la cama, estamos cagados. La juventud navega en este contexto.
Alarcón: –Hoy, los jóvenes están mucho más interesados en política, por lo menos la gran mayoría. En mi época, eso era una excepción. Eramos muy pocos los que nos atrevíamos a hablar.
Briski: –Me parece que los jóvenes cuando están en la política tienen una idea de rentabilidad. En nuestra época, los jóvenes, como yo, es decir militantes, como los 30.000 muertos, leían muchísimo. Se ha matado a una juventud que pensaba y estudiaba. A ningún estado se le ocurrió darle a los jóvenes el instrumental para que puedan hacer lo que les gusta; darles la posibilidad de la invención.
–¿Se identifican con lo que les pasa a sus personajes en la ficción?
Arana: –No, pero lo puedo comprender. Quique tiene que tocar y ganar algo de guita. Ha tenido una vida terrible, de comprar boludeces y clavarse con eso [N.de R: el personaje se dedicó a adquirir productos importados para luego venderlos]. Puedo verlo como víctima de todo un sistema. No me identifico porque mi necesidad pasó muchos años antes que la de él. Yo laburé a los once. Me identifico con el anhelo de generar música, de ser vehículo de un buen bien.
Alarcón: –Sí, porque hay conceptos que están en Los Sónicos que en los grupos actuales de músicos, de teatro, no están tan claros como en esa época. Por ejemplo, los egoísmos no aparecen en estos cuatro personajes. Al contrario, esperan al líder 40 años.
Briski apunta la respuesta hacia otro lado. Compara el modo de vida de los músicos de rock y el de los actores; sobre todo en materia de los excesos que, a veces como mito y otra como una realidad, caracteriza a los rockeros. "Me da la impresión de que hemos sido más cautelosos en cuidarnos y que el rock encierra una idea de entrega. Es una entrega que me da miedo y pena, en el sentido de que muchos cuerpos se fueron. Es decir, entrega a esa ritualidad del rock, de éxtasis, de plenitud tal que te quedás sin nada. Tengo una cosa más conservadora que hace que no me identifique con esto".
Arana concuerda con la idea de su compañero: "El teatro es más articulado, mas ordenado. Y no está tan puesto en ese vértigo".
Ahí quedan los tres. "Somos del mismo museo", bromea Briski para definir a sus compañeros de generación; esa que vuelve a vivir todas los domingos, cuando empiezan a rockear Los Sónicos.
CARNAGHI: "ES UN CANTO A LA AMISTAD"
Roberto Carnaghi, como sus compañeros de elenco, no puede estar más contento con Los Sónicos. Sobre todo ahora que ya comenzaron las grabaciones con Federico Luppi, quien interpreta a Luis, el quinto miembro de la banda nacida al calor de los años 60 que debió exiliarse en España. "Gastón Portal [el productor, guionista y director de esta comedia] quiere contar que en esa época, además de la música, el pelo largo y la marihuana, había una juventud politizada", explica por teléfono el actor que le pone cuerpo a El Sapo.
Carnaghi considera que la serie pone en escena a los adultos mayores en un lugar central.
"Hay una reivindicación de la gente grande que todavía tiene ilusiones –comenta–. Es algo raro de ver en TV. En el programa se cuenta que nos duele la columna, que tenemos artrosis, que nos pasó la vida por encima, que no somos exitosos, aunque podríamos haberlo sido."
El actor es un confeso admirador de Los Beatles. "Fui a ver todas sus películas", cuenta. Y en la comedia, la referencia a la banda inglesa aparece ya en la apertura: los cinco Sónicos cruzan la calle como Los Beatles en la portada del disco Abbey Road.
Los vínculos con el rock no terminan ahí. En uno de los episodios, Los Sónicos acusan a los Babasónicos, no sólo de haberles plagiado parte del nombre del grupo, sido sobre todo de robarles una canción, "El ídolo", que a su vez es la cortina de la serie.
"Quizás a nivel cultural, los jóvenes de hoy no tengan las mismas inquietudes que teníamos nosotros por el arte, el cine, por la música. Hoy, todos quieren triunfar en la televisión. Este es un mundo muy competitivo", compara Carnaghi.
Y termina la conversación con el mismo entusiasmo con el que la empezó. "Los Sónicos es un canto a la amistad y de un grupo de personas que vuelven a ser jóvenes", dice.





