
Marley: "Aprendí a reírme de mí mismo"
El exitoso conductor vuelve a las noches de Telefé con 3, 2, 1 ..¡A ganar! , punta de lanza de la programación estival
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El que en las fiestas se quedaba inmóvil en un rincón, el que no tenía amigos y dependía de su hermano mayor para jugar a la mancha, el que vivía sumergido en la solidaria ficción de las películas: ése era Alejandro "Marley" Wiebe de chico.
Pero el tiempo pasó y creció hasta alcanzar el metro noventa y dos de altura con el que dio ya seis veces la vuelta al mundo y paseó por las más exclusivas fiestas de Hollywood codeándose con Madonna, Tom Cruise, Shirley MacLaine, Cameron Diaz, entre otras vaporosas luminarias.
Hoy, mientras escala un enorme inflable de colores chillones, el juego de 12 metros por 10 de ancho bautizado "flipper humano", por el que se deslizarán embadurnados en vaselina quienes aspiren a ganar un viaje al Mundial de fútbol en el flamante programa de juegos, 3, 2, 1… ¡A ganar!, que comenzaría la semana próxima por la pantalla de Telefé tras postergar su debut, algo que se está volviendo tendencia en este verano televisivo (ver aparte), dice: "No sé cómo terminé haciendo esto", y larga una entrecortada carcajada. Luego, desde el interior de su camarín, donde se apilan un par de camisas de animados colores, el conductor, nacido en Villa Adelina, sostiene que a pesar de lo que se ve en cámara es una persona tímida.
Recién llegado de Pinamar, con un intenso bronceado que resalta su cada vez más rubia cabellera y blanca dentadura, Marley dice que en la playa recibió el afecto de la gente. "Se acercan con mucha confianza a hablarme, como si fuéramos amigos. El otro día me sacudieron la silla. Puedo estar tirado en la playa y me quedo dormido y me despiertan; si estoy con los auriculares, me los sacan. Te abrazan, se te meten en el auto o meten a sus bebes en mi auto. Es rarísimo."
Sin vergüenza
El conductor puede no entender cómo llegó a un trabajo de tan alta exposición, pero sí sabe cómo empezó. Fue a los 19 años, de la mano de Nicolás Repetto, que le dio su primera oportunidad en Fax para hablar de lo que más le interesaba. "Me atraía el mundo del cine: Marilyn Monroe, Greta Garbo, Humphrey Bogart, James Dean. Me parecía más copado ese misterio que existía entonces. Hoy sabés hasta qué papel higiénico usan. Al saber tanto de esto, pude salir al aire", relata Marley, que también participó de 360°, todo para ver, Teleshow, y acaparó el micrófono en Protagonistas únicos, El show de la tarde, Operación triunfo y El muro infernal.
De la primera vez que se paró en frente de la cámara, recuerda: "Estaba sin maquillar. Me caían gotas de transpiración de los nervios y movía las manos frenéticamente, casi le pego en la cara a Nicolás", dice, y grafica agitando sus eternos brazos.
"Sos la persona que más atenta contra su propia carrera y no lo logra", recuerda que le dijo un día el gerente de un canal. "El no podía creer las cosas que hacía y cómo me disfrazaba. Es como que perdí la vergüenza. Fue con Florencia [Peña] que aprendí a reírme de mí mismo, a darme cuenta de mis limitaciones, que son muchísimas", apunta Marley, vestido con una ajustada remera estampada, jeans y relucientes zapatillas blancas.
"No sé bailar, no sé cantar, no sé hacer nada. Con mi metro noventa no tengo movimientos corporales normales; me tropiezo, me caigo", reconoce, mientras ojea su almuerzo (un medallón de brócoli) que se enfría sobre un estante de su camarín. Y sigue enumerando con una amplia sonrisa sus torpezas y defectos, que generan la empatía del público que lo acompaña, como pudo percibirse a través del éxito que cosechó desde el anterior programa de juegos que comandó en Telefé, El muro infernal.
Como una especie de antihéroe y siempre lejos de la pose de conductor cool, Marley revive sus caídas más hilarantes. "Me he caído en vivo por escaleras miles de veces. En El show de la tarde, me acababan de operar dos venas de la cara que se me inflamaban y el médico me dijo que tuviera cuidado con la cara, que usara anteojos. Era el primer día al aire con Florencia. Me subieron a un arnés porque hacíamos algo parecido a The Matrix, se rompió la soga que me sostenía a tres metros de altura y me fui de cara al piso. En vivo", subraya, y agrega que, pese al dolor, le agarró un ataque de risa.
"Mi estilo es desacartonado. No sé si es algo que busqué. Soy como en el living de mi casa. No calculo que en el minuto tres me tiro al piso: improviso y me mando", describe, y nombra al norteamericano Conan O’Brien, como su conductor preferido.
Cuando se le pregunta por alguna cualidad que lo distinga frente a las cámaras, responde: "Tengo como una inventiva para llenar el hueco, que no sé si es siempre bueno. Hablo, hablo, hablo y en el medio algo gracioso me sale, porque en alguna la tengo que embocar".




