
Procacidad como medio y también como fin
Los escritos de divulgación científica y médica más serios describen al síndrome de Tourette como una condición neurológica que arrastra a niños, jóvenes y adultos a producir sonidos y movimientos crónicos incontrolables. Tics motores (gestos en la cara, movimientos bruscos en la cabeza, encogimiento de hombros) o vocales (ruidos nasales, gruñidos, gritos), y también expresiones calificadas como "socialmente inaceptables".
Esto último, representado a través de un desfile de frases con todas las palabrotas imaginables, es la única identificación de este trastorno que se invoca en la flamante tira de El Trece Las estrellas. Una de las cinco protagonistas, encarnada por Violeta Urtizberea, carga con el síndrome de Tourette de un modo equivalente al de Mauricio Dayub en la exitosa obra teatral Toc Toc, exacerbado y frenético, además de recurrente.
La fundadora de la Asociación Argentina para el Síndrome de Tourette, Andrea Bonzini, dijo a la radio La Once Diez que menos del 15% de los afectados se manifiesta así y que el personaje, planteado de este modo, "no suma" porque lo único que llega al público es "el insulto y la grosería". Por tratarse de una ficción que se apoya casi siempre en las situaciones de comedia no puede esperarse aquí algo como lo que la telenovela brasileña Lazos de familia hizo con la leucemia y el trasplante de médula ósea. Al quedar planteado el tema desde una definición limitada, Las estrellas no se diferencia demasiado del recurso de la expresión procaz como disparador de la risa que ya era viejo en los sketches del teatro de revistas de hace medio siglo. Un solo dato resulta novedoso: jamás se habían escuchado en la TV abierta insultos tan fuertes dentro del horario de protección al menor.
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