Cuándo fue que Roberto Sánchez le dijo a sus padres que quería ser músico, dónde consiguió su primera guitarra, cómo era la relación con su padre, y más
“Desde el primer momento se aclara que Sandro es un mito y esto es una ficción”, dice Graciela Guiñazú, autora del libro Sandro de América, en la que se basa la serie de Telefe dirigida por Adrián Caetano, que empezó a emitirse el lunes pasado.
En el inicio aparece un Sandro niño en un escenario de escuela en Valentín Alsina. La ropa –que le prestó la madre de un amigo– le queda grande y juega a ser Elvis. En pantalla parece no tener 10 años. “Sandro hizo una performance de ese tipo en la escuela, casi a los 13”, aclara Mariano del Mazo, autor de Sandro. El fuego eterno. Guiñazú aclara que se incluyó un nene más chico –en edad y contextura– “para que sea más cándido” y que el actor, además, se llama Sandro. “Se tomaron licencias narrativas de ese tipo, en función de construir la historia y representar momentos”, dice.
Caetano y Guiñazú, como los demás autores de la serie, explicaron en distintas entrevistas que se trata de una ficción que intenta reconstruir el espíritu de Sandro y que no persigue la fidelidad de los hechos. A continuación, un repaso entre lo verdadero y lo verosímil de algunas escenas de los primeros capítulos de Sandro de América, la serie.
Uno en un millón
A los 13, a Roberto Sánchez lo expulsaron del colegio en el primer año de secundaria. Le iba mal en las materias y le encontraron dibujos con figuras obscenas en sus cuadernos. “En la serie se representó eso en el baño y con un dibujo más explícito”, dice Guiñazú. “Pero era como una mariposa que al abrirse era sugerente”. Tras las expulsión Roberto le dice a su padre, delante del rector, que no quiere estudiar más. Y aunque la ficción de Caetano sumó a ese momento la confesión de querer ser cantante, sucedió tiempo después y puertas adentro de casa.
Una muchacha y una guitarra
Según Sandro, la serie, a Roberto Sánchez su novia Silvina (Calu Rivero) le da una guitarra. “Silvina no existió”, dice Guiñazú. “Es una representación de sus novias de esa época”. Y la guitarra, destartalada como se muestra, “se la regaló un vecino”, cuenta Pablo S. Alonso, autor del libro La música de Sandro. La tocaba todos los días sobre sus discos, la apoyaba sobre su pecho para poder enderezarla y se burlaba diciendo que sólo servía para hacer asado.
Don Vicente
“El padre aparece como un personaje bastante duro a diferencia de lo que me contaba Sandro”, dice Del Mazo. “Hablaba de él con mucha ternura, como un gran laburante”. Alonso cuenta que a Vicente Sánchez no le agradaba el look de su hijo y que era algo severo, pero que siempre lo apoyó: “Firmó los primeros contratos porque Sandro era menor”. Esa dureza se ablanda en la ficción cuando le compra una guitarra nueva. En pantalla es una tipo Martin, acústica con cuerdas de acero. Pero Vicente (interpretado por Jorge Suárez) no le regaló el instrumento: le pagó la primera cuota en un negocio de Valentín Alsina de una guitarra eléctrica Jakim -marca nacional– que al contado salía 3800 pesos y se fue a 10500.
Los de Fuego
En 1961 Los de Fuego debutaron oficialmente en el Luna Park, donde llegaron con sus instrumentos en colectivo. El show, que se presentó como un concurso de variedades en la serie, fue en el marco del tercer festival de twist del programa Escala Musical –del que participaron Los Shakers y Los Gatos Salvajes–. Sandro aparece tocando la armónica, algo que sólo hacía entre amigos, cuando en realidad tocó la guitarra. “Después los corrieron a monedazos”, afirma Alonso. En esa parte, la ficción respetó la historia original.
La voz
El 6 de mayo de 1962 Los de Fuego tocaron en el Salón La Polonesa. En el comienzo del show Héctor Centurión, bajista y cantante, se queda afónico y la banda improvisa un tema instrumental. Ahí Sandro toma el rol de cantante y el lugar estalla. La historia oficial –el mito– dice que fue la primera vez que el Gitano cantó en vivo, aunque él solía decir que ya lo había hecho en el club La Rioja de Avellaneda.
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