Sheik: la ambiciosa historia de un amor en dos tiempos que lidió con tormentas de viento y dejó gusto a poco
Tras la arrolladora Nano, la exitosa dupla de Araceli González y Gustavo Bermúdez cambió el oceanario por el desierto, aunque el resultado no fue el esperado
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Sobre una idea original de Enrique Torres, y con el antecedente inmediato de Nano, protagonizada por Gustavo Bermúdez, Araceli González, y un gran elenco, Eltrece quiso repetir el éxito sin precedentes de la telenovela que los unió por primera vez (luego harían Mil millones), y volvió a llamarlos para protagonizar en 1995 Sheik.
El programa, que tuvo 120 episodios y se emitió en el mismo horario que su predecesora, se rodó en San Juan, provincia argentina elegida principalmente por sus zonas desérticas, que favorecieron a crear el contexto de un imaginario emirato árabe llamado Sajar, clave para la primera etapa del relato. Túnicas y arenas, comidas exóticas, música sugerente y velos, permitieron potenciar una historia de amor entre “distintos”, y en dos tiempos históricos diferentes.
Sheik comienza con la historia de Gamal (Bermúdez), heredero del emir de Sajar que está a punto de casarse en un matrimonio arreglado con una princesa de Afganistán. Pero antes de contraer enlace conoce a Virginia (González), la hija de un cónsul argentino que circunstancialmente se encuentra en el lugar. Las diferencias entre ambos y la muerte de uno de ellos hará imposible la conexión y la concreción de la pareja. Pero como el amor no conoce de tiempos, los hijos de ambos, Gabriel y Ana, cruzarán más adelante sus destinos, demostrando que el amor y la pasión siempre triunfan.
“Tengo recuerdos muy lindos de Sheik. Muy lindos. Todos son aprendizajes. Por suerte en todas las novelas que hice tuve aprendizajes” dice a LA NACION Gustavo Bermúdez, quien además afirma que esta ficción marcó un quiebre para lo que venía haciendo, al tener que aprender, por ejemplo, a andar a caballo y familiarizarse costumbres de la cultura árabe.
En el elenco había dos villanos de antología, Mohamed (Norberto Díaz) y Zelmira, encarnada por Esther Goris, quien también recuerda su paso por la ficción y el asesoramiento que les brindaron para poder componer sus personajes. “Había una persona que asesoraba, una mujer árabe, respecto de las costumbres y otras cuestiones. Cuando estábamos grabando los exteriores al principio de la telenovela, en la Pampa del Leoncito, en San Juan, recuerdo que vino el que era el gerente general del canal y nos vio hacer las escenas. Yo estaba toda tapada, se me veían solamente los ojos, y me acuerdo que dijo: ‘Destapen a Esther Goris’. La asesora dijo que no, que era imposible, y él contestó: ‘Bueno, acá va a ser posible porque si no tendría que haber puesto una extra, con lo que me sale esta mujer’... Aunque no era tanto lo que le salía, no vayan a pensar”, recuerda Goris con mucho humor.
Raúl Rizzo, que encarnaba a Rachid, otro de los personajes claves de la historia, también recuerda para LA NACION lo dificultoso del rodaje en exteriores: “Esto se grababa entre la cordillera y la precordillera de la provincia de San Juan, a la altura de Mendoza, y ahí había una laguna seca que permitía crear todo porque daba desierto. Desde el punto de vista de la imagen era estupendo ese lugar. Pero desde el punto de vista de la preproducción no tuvieron en cuenta que había viento zonda, de una velocidad tremenda. Tanto que un día estábamos en plena grabación, habían armado carpas ahí y todo, y veo que se hace ese hongo de polvo a lo lejos; le pregunté a un paisano que oficiaba de extra qué estaba pasando. ‘Es el zonda’, me dice el tipo con su tono tranquilo. ‘Se viene para acá y nos va a arrasar’. Y efectivamente, así fue. A los 15 minutos eso era un desastre, nosotros huyendo, corriendo todo el mundo, tirando las cámaras, los tachos de iluminación, a todo eso, arriba de los camiones, y salimos huyendo para el lugar donde estábamos alojados”.
Además de Bermúdez, González, Goris y Díaz, en el elenco también destacaban Cecilia Milone, Cristina Allende, Nora Zinski, Claudio Rissi, Pablo Shilton, Katja Alemann, Miguel Habud y Silvia Baylé, entre otros. Sheik fue una producción de un nivel impensado para ese momento, en la que más allá del vestuario y la utilería, se sumaron helicópteros, cientos de extras y automóviles de época, además de carpas, caballos y arena.
Si bien el personaje de Bermúdez era árabe, por sus dichos y manera de actuar no se condecía con la estirpe y mandatos que tenía. Por otro lado, el de González, se presentaba como rebelde y contestatario, y con una impronta feminista con la que chocaba con todo el mundo, principalmente su padre.
La crítica especializada y los medios le bajaron el pulgar rápidamente, considerando que la ambientación no estaba a la altura y atentaba contra la verosimilitud del relato. “Me dijeron que en Arabia tuvo éxito la novela”, menciona Goris, quien sabe que los 120 episodios se vendieron con éxito en el mercado internacional, aunque su suerte local no fue la misma.

Zelmira, su personaje, sufre en silencio porque quiere ser madre y no puede, y para lidiar con esa frustración elucubra planes siniestros todo el tiempo, se retuerce en sus aposentos, grita, aúlla, deambula por cada uno de los espacios con paso firme, el cigarrillo en la mano y una impronta única, arrasar con todos y todas. “En esa época yo fumaba y no estaba del todo permitido fumar en las grabaciones, dentro del set. Entonces, yo hacía que mi personaje fumara porque era la forma que tenía de poder prender un cigarrillo durante el ensayo o la grabación. Y era muy gracioso, porque era una reina en Arabia que se daba el lujo de andar a cara descubierta y fumar delante de todo el mundo”, recuerda Goris.
Si bien la idea de Torres se disparó cuando Bermúdez, por sus exitosas telenovelas, comenzó a recibir cartas de amor de una de las hijas del entonces rey de Arabia, los guiones de Mara Sala, Marily Pugno e Ivonne Fournery exploraron con inteligencia ideas y costumbres del mundo árabe aggiornándolas a las dos etapas del relato. En el caso del protagonista, Gamal/Gabriel se presentan como antihéroes que no respondían necesariamente a lo que se esperaba de ellos. Algo similar sucede con los dos roles que encarnaba González, una mujer de avanzada para 1966, y una incansable buscadora de la igualdad de género en la siguiente.
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