Usos y costumbres de las estrellas de la televisión
Menos exigentes que algunas divas internacionales, los famosos locales también tienen sus preferencias y amuletos detrás de escena
Son conocidas las exigencias que hacen las estrellas internacionales en sus contratos sobre los elementos que deben tener indefectiblemente a su disposición cuando viajan. Marcas especiales de agua mineral, frutas exóticas en cantidades prácticamente imposibles de consumir en tiempos normales para un ser humano, determinados tipos de telas en las sábanas o toallas, colores especiales en la decoración, entre otras cosas. La cantante Mariah Carey, por ejemplo, acostumbra pedir sales del Mar Muerto para hacerse un peeling casero en los momentos y lugares más inoportunos. Britney Spears solicita ensaladas de camarones y langostinos, disponibles las 24 horas del día, además de bebidas energéticas, chicles, caramelos y decenas de cajas de cereales. Esta costumbre, que forma parte de la simbología que rodea al estrellato, también existe en el ámbito local, aunque con pretensiones mucho más modestas.
En su visita de este año a ShowMatch, para enfrentar a su imitador en "Gran cuñado", a Mirtha Legrand la esperaba un camarín decorado con rosas de color rosa, velas aromáticas de vainilla y una caja de sus bombones preferidos, los Lion D’or de dulce de leche, pasta de almendras y menta. Además había un juego de té de Volf con distintos sabores para preparar esa infusión, una botella de champagne francés Veuve Clicquot, que es el preferido de la anfitriona de los almuerzos, unas delicatesen dulces y, entre estas finezas, una bandeja de sándwiches de salame, que son su debilidad. Aunque hay que aclarar que todo este preparativo surgió sólo de la gentileza de la producción de Ideas del Sur sin que mediara ningún tipo de exigencia por parte de Mirtha. Los productores de esta compañía sostienen que es raro que los artistas en nuestro país tengan exigencias o caprichos exorbitantes. Por lo general, les alcanza con lo que la productora les provee para que se sientan cómodos trabajando allí.
Estampitas y peluches
Estas afirmaciones se confirman con lo que sostiene Adabel Guerrero, que participó en "El musical de mis sueños" y fue eliminada el jueves último. "No soy de pedir nada a la producción. Prefiero traer yo misma lo que necesito, así estoy segura de que voy a contar con ello en el momento preciso. Vengo con mis maquillajes, mis perfumes. Mi peluquero trae todo lo necesario para peinarme. Y, por supuesto, los amuletos de la suerte no te los puede proveer nadie", dice mostrando una imagen de San Expedito y una rana de la suerte de peluche que, según cuenta, la acompaña siempre en sus camarines. En cuanto al catering, la vedette confiesa: "La comida que nos trae la productora es muy tentadora y abundante, pero prefiero no mirarla. Son sándwiches de miga, empanadas, medialunas que deben ser riquísimas, pero para mí es mejor una dieta más light o con muchos hidratos de carbono para tener energía los días de la competencia, que en general me la encargo yo misma".
Aníbal Pachano, jurado del concurso, también se arregla con las comodidades que le ofrecen. "Lo que es indispensable en un camarín y que acá no abunda es el espacio", dice, sin que se le asome una sonrisa, instalado en el cubículo de dos por dos que le asignaron. Pero enseguida se encoge de hombros, y agrega: "En tantos años de trabajo, uno se acostumbra a acomodarse por menos espacio que tenga". El creador de Bottom Tap es otro de los que se trae todo lo que necesita en cajas de maquillajes, en las que se puede encontrar desde pestañas postizas hasta maquinitas de afeitar, pasando por sahumerios o cintas coloradas. "Cuando trabajo en el teatro, sí, me gusta decorar el camarín como si fuera un ambiente más de mi casa, con los colores y los muebles que me agradan. Porque es mucho el tiempo que se pasa en ese lugar cuando uno está en una obra. En un caso como el de este programa, que es una cosa pasajera, no vale la pena. Menos teniendo en cuenta que estos camarines son compartidos", reflexiona el jurado, que se destaca entre sus pares por los trajes de coloridas galeras que luce, con diseños de su asesora de imagen Patricia Fiaño.
Otra figura a la que, por las mismas razones que esgrime Pachano, le gusta decorar sus camarines cuando trabaja en teatro es Florencia Peña. A la protagonista de Botineras le gusta el estilo romántico para decorar los ambientes en que se prepara para salir a escena. Suele llevar muebles y adornos de su propia casa y el color que predomina es el rosa, en sus diferentes tonalidades, ya que sostiene que ese color, vinculado con el amor, le produce unas vibraciones energéticas especiales. También a la ambientación le agrega velas y son infaltables las fotos de las personas que quiere.
Suerte para Susana
El caso de Susana Giménez, una famosa de alto nivel, se destaca por sus
costumbres, más que por sus preferencias –entre las que figuran las rosas amarillas y los objetos del mismo color, que en el ambiente televisivo se considera de mala suerte, superstición que la diva obviamente no comparte–. Susana tiene cábalas para que a su ciclo le vaya bien. Entre ellas, invitar a las mismas personalidades en fechas especiales de sus programas o cuestiones más simples, como calzarse el zapato izquierdo antes que el derecho al vestirse, o pegar un chicle mascado por ella detrás de la escenografía antes de hacer su aparición en el piso.
En el otro extremo está Georgina Barbarossa, que no es en absoluto cabalera y que es capaz de hacer todo aquello que la tradición dice que es de mal augurio, como decir la palabra víbora en televisión o festejar su cumpleaños antes de la fecha. Eso sí, lo que no soporta es un camarín desordenado, sucio o desprolijo.
Siguiendo con el tema de las cábalas, una de las más usuales en el ambiente televisivo es el de las reuniones de elenco para festejar cuando el rating es favorable. A esto, los protagonistas masculinos de Valientes lo convirtieron casi en un ritual religioso y durante las grabaciones iban siempre a comer juntos. Otros miembros del elenco se les unían, a veces, a estos almuerzos. Pero si Julieta Díaz o Marcela Kloosterboer iban, la única cuestión era que había que pedir un menú vegetariano para ellas, porque las dos practican esta costumbre alimentaria. En el caso de la primera, además, había que lograr que postergara las siestitas a las que se entregaba en la cama que se había hecho en su camarín para compensar sus horas de sueño nocturno. Es que mientras hacía con Suar en el Maipo El año que viene a la misma hora, su actividad terminaba muy tarde.
Marcelo Tinelli no tiene cábalas marcadas ni exigencias demasiado estrictas en su camarín. Se arregla con un espacio, que puede no ser demasiado grande, para ubicar fotos de sus seres queridos, un par de imágenes de virgencitas, algún refrigerio y un televisor, entre otras cosas.
Al igual que sus pares internacionales, nuestras estrellas por supuesto tienen sus manías, pero sin exagerar.
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