
Un gurú sintonizado
"El tele-gurú" ("Holy Man"/1998), producción norteamericana en colores presentada por Buena Vista. Hablada en inglés. Guión: Tom Schulman. Fotografía: Adrian Biddle. Música: Alan Silvestri. Intérpretes: Eddie Murphy, Jeff Goldblum, Kelly Preston, Robert Loggia, Jon Cryer y otros. Dirección: Stephen Herek. Duración: 112 minutos. Calificación: apta para todo público. Nuestra opinión: buena.
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Importante ejecutivo de una emisora de televisión, Ricky lleva una existencia febril presionado por su jefe, con sus cuentas bancarias muy cercanas al rojo y siempre atento a imaginar avisos publicitarios que permitan vender mayor cantidad de productos hogareños.
Consciente de que su empleo está en la cuerda floja, él necesita desesperadamente una idea innovadora para incrementar el interés del público televisivo, y en esos momentos se inserta en su vida, para aumentar el caudal de adrenalina, una bella analista de medios que pretende aportar algunos cambios en el manejo de esa especie de loquero en el que cámaras, técnicos y raiting son el pan de todos los días.
Pero el destino -providencial destino- le tiene reservada una sorpresa al desesperado Ricky. Casualmente conoce a un hombre de cabeza calva, piel morena y blanca sonrisa que transita sin apuro calles y caminos con su túnica blanca y su palabra calma.
Es, claro, un gurú que está muy alejado de todo ese mundo mercantilista en el que acumular dinero, propiedades y artefactos domésticos parece ser la consigna de la gente. Este "hombre santo" itinerante, que responde sólo a la inicial G., siempre está dispuesto a ayudar al prójimo. Y ahora el prójimo es Ricky, que aprovecha la candidez y el carisma de G. para insertarlo en los avisos publicitarios de su canal.
El éxito de los teleespectadores no puede ser más arrollador. G., desconocedor de las formas de venta, sirve en cambio para transmitir a través de la pequeña pantalla sus mensajes de fe, de optimismo, de amor a la naturaleza y de concordia entre los seres humanos. Ricky, y por ende sus emisiones, ganan puntos día a día. Pero la conciencia y el amor son muy necesarias dentro de la cotidianeidad, y Ricky y la sensible analista de medios descubren que no todo es el vil metal en la existencia.
Sonrisas y calidez
La historia, simpática del principio al fin, posee varias graciosas situaciones, un romance que se adivina desde el comienzo, una invitación a la reflexión y un ritmo que no decae en ningún momento.
El director Stephen Herek, especialista en films de ciencia ficción, supo manejar con astucia las aventuras y desventuras de ese ejecutivo ansioso por elevar su nivel social y económico, y de ese gurú siempre deseoso de apoyarlo en su ansiosa tarea, aún sabiendo que su trabajo está muy alejado de sus pacíficos propósitos.
El film contó, además, con dos insustituíbles pilares para dar vida a este par de seres tan distintos y, al mismo tiempo, tan necesitados de ternura. Eddie Murphy, como el peregrino envuelto en un micromundo que no entiende ni desea entender, aporta su sólido oficio de comediante ya puesto de relieve en otras tramas tan alocadas como ésta, en tanto que Jeff Goldblum, acostumbrado a recios papeles dramáticos, sale airoso de este compromiso que lo obliga a recrear un papel que, de la mera condición de hombre de negocios, debe replantearse muchas de las simples cosas del corazón.
El resto del reparto, en el que se lucen la dinámica Kelly Preston y el siempre correcto Robert Loggia, son otras bases positivas de esta anécdota que, sin apartarse de los conocidos moldes del cine de Hollywood, puede degustarse como pasatiempo sin otras pretensiones que el de divertir sanamente.




