
Una frágil ficción para pintar el futuro de la humanidad
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"Experimento genético. Gattaca" ("Gattaca"/1997), producción norteamericana en colores presentada por Columbia. Hablada en inglés.
Fotografía: Slawomir Idziak. Música: Michael Nyman. Intérpretes: Ethan Hawke, Uma Thurman, Alan Arkin, Jude Law, Ernest Borgnine y otros. Guión y dirección: Andrew Niccol. Duración: 98 minutos. Calificación: sólo apta para mayores de 13 años.
Nuestra opinión: regular
La imaginación del cine parece no tener límites. Todo elemento de este tecnificado presente y aquello que nos deparará el futuro es presa fácil para desarrollar tramas que siempre apuestan a conmocionantes preguntas.
En esta oportunidad, la historia se desarrolla en torno de los avances científicos que permiten seleccionar la composición genética de la descendencia que se desee traer a este nuevo mundo. El protagonista es un joven que no fue concebido en el laboratorio, sino en el amor. Vive en el siglo XXI y es etiquetado de "in-válido", un estigma puesto a aquellos que no están en buenas condiciones llamadas, hasta hoy, virtudes.
El es propenso a las pasiones, vulnerable a las emociones y cree en la posibilidad de alcanzar sus sueños. Por ello opta por una intrincada escapatoria para burlarse de las autoridades y convertirse en un respetado navegante en la futurista Corporación Gattaca.
En este nuevo panorama la moda debe ser fresca perfección, y Vincent, el antihéroe de la trama, se las ingeniará para insertarse en una comunidad en la que luchará por realizar su viaje a un lejano planeta.
Bautizada como "thriller futurista", la aventura se resuelve en espectaculares escenografías, entre computadoras de todo tamaño y diálogos en los que lo que no se explica queda en penumbras.
Relato sin interés
Los personajes recorren climas tenebrosos, intentan recordar que en algún tiempo existió el amor y la amistad y apuntan a tranquilizar sus conciencias en medio de un relato que apenas mantiene el interés, ya que todo lo que aquí sucede dista mucho de dejar un edificante mensaje.
Apuntar que los rubros técnicos son impecables no es novedoso a estas alturas del cine norteamericano. Afirmar que los actores pusieron todo su entusiasmo en hacer creíble lo que les ocurría no significa que Ethan Hawke, Uma Thurman y Alan Arkin hayan salido airosos de sus inverosímiles partes.
Con tan pretencioso ingenio, el realizador Andrew Niccol se tomó demasiado seriamente esta narración que apenas interesa en sus primeras escenas para caer en una irritable monotonía.
El futuro puede ser de muchas maneras. Pero esperamos que ese nuevo universo no sea sólo para los bellos, los blancos, los de ojos celestes o los rubios, tal como lo pretende el film. Por ello, no tomemos en serio esta producción.





