
Una invitación al entretenimiento
Dejame jugar / Idea y puesta en escena: Bigolates de Chocote / Intérpretes: Adriana Paula García (voces), Verónica Belloni (voces), María Marcela Herrera (voces), Patricio Famulari (guitarra y voz) y Emmanuel Abbruzzese (percusión y voz) / Sala: Ciudad Cultural Konex, Sarmiento 3131 / Funciones: domingos, a las 16.
Nuestra opinión: buena
La onda es alegre, festiva, lúdico-musical. Se manifiesta tanto en la forma como en el contenido del espectáculo desde el nombre mismo del grupo, Bigolates de Chocote. La música viene desde los márgenes del escenario, sostenida por la guitarra de Patricio Famulari y la percusión de cajas peruanas y cotidiáfonos de chapitas, potes y botellas de Emmanuel Abbruzzese. Por el centro ingresa la propuesta de juego, de la mano de Adriana Paula García, Verónica Belloni y María Marcela Herrera. La división de roles no es estricta y unos se entreveran en la diversión y las otras en el canto.
Así es Dejame jugar , el nuevo espectáculo de este quinteto de músicos-actores-animadores. A veces por la participación espontánea de los pequeños, otras por incursiones de los mismos protagonistas, desborda el show más allá de los límites del escenario e involucra al público presente. Un aire de feria de variedades se instala en la sala, en línea con la impronta general del Konex, con su patio empedrado y su estética fabril.
Un tenue hilo conductor hace de la sucesión de temas algo más que un recital o que una actividad recreativa. Quedan delineados personajes con características distintivas, a la vez que se entablan transitorias complicidades y rivalidades dentro del común afán de generar un clima de movida celebración musical. En esa misma tónica se pierde por momentos alguna sutileza posible en la interpretación vocal, sobre todo en los temas literalmente más jugados. Y algunos gags verbales escapan seguramente al universo de experiencias de los más chicos. Pero jamás decae el ritmo sostenido, sin excesos de aceleración y sin lagunas de decaimiento. Los chiquitines que se adelantan al espacio entre escenario y primera fila dan testimonio de ello.
El show de Bigolates de Chocote mueve así cuerpos, cuerdas vocales y sonrisas. Ese mix entre música y juego, amalgamados por aquel ligero toque de puesta en escena, resulta efectivo en su objetivo de saludable invitación al entretenimiento. La hora de duración del espectáculo pasa volando, grandes y chicos bajan por la ancha escalera metálica del centro cultural con la alegría zumbando en el oído. Y si quieren seguirla en otra parte, pueden llevarse algún cotidiáfono de los que se ofrecen al pie. O bien buscar cómo fabricarse uno en casa para recrear las sonoridades del juego grupal.
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