Una relación inusual
Film australiano que ahonda en las peripecias del destino
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"Oscar y Lucinda" ("Oscar and Lucinda"/1997), producción australiana en colores presentada por 20th. Century Fox. Hablada en español. Guión: Laura Jones, basado en la novela de Peter Carey. Fotografía: Geoffrey Simpson. Música: Thomas Newman. Intérpretes: Ralph Fiennes, Cate Blanchett, Ciaran Hindis, Tom Wilkinson, y otros. Dirección: Gillian Armstrong. Duración: 130 minutos. Calificación: sólo apta para mayores de 13 años.
Nuestra opinión: muy buena.
El romance, las insondables peripecias del destino y las apuestas que los hombres asumen en sus más preciosas fantasías fueron los pilares fundamentales en torno de los cuales el escritor Peter Carey imaginó su novela "Oscar y Lucinda", galardonada con varios premios.
Oscar y Lucinda son inadaptados y exiliados, arriesgados y amantes por coincidencia. Pero lo único que no pueden arriesgar es entregarse en su deseo mutuo. Cuando él se enamora perdida y desesperadamente de ella sólo ve una manera de poder ganar su cariño: hacer la apuesta más grande de su vida.
A Lucinda le encanta el cristal con su resplandor y su frágil belleza. Oscar ama a Dios, que le ha dado orden y significado a su mundo. Así, Lucinda apuesta su fortuna y Oscar su vida a una aventura muy arriesgada: el intento de ese muchacho delgado e introvertido por construir una sorprendente pero delicada iglesia de cristal -un símbolo de lo que ellos aman y creen- en el remoto norte de Australia.
La historia, tan sutil como enternecedora, entrelaza los inusuales destinos de estos amantes con poca suerte. Así, con enorme poesía y a fuerza de evitar el melodrama inútil, Oscar y Lucinda -él, un clérigo pelirrojo que habla como un ángel, pero con un talento perverso por las apuestas; ella, una heredera dueña de una fábrica de cristal- intentan vivir con sus propias reglas en una sociedad que los condena por ello.
La trama se sitúa durante los rápidos cambios de la época victoriana, cuando las viejas creencias eran desafiadas por las nuevas realidades y una joven Australia todavía luchaba por construir una nación.
La directora Gillian Armstrong, ganadora de varios lauros en su carrera, continúa en "Oscar y Lucinda" estampando su marca con finas y claras observaciones de las relaciones humanas con todo su desaliño intacto. La trama se basa en un hombre que busca explicar su pasado y recuenta la épica historia de su tatarabuelo Oscar y la extraña y romántica apuesta que desató una cadena de circunstancias que lo llevó a su propia creación.
Para que el protagonista se sienta realmente con vida debe adorar los saltos de la fe, las aparentes señas de arriba, el ganar que lo hace bendito. El film adquiere lentamente interés, emoción y una gran ternura. Estos elementos, adecuadamente manejados por la cineasta, se sostienen sólidamente por una impecable fotografía, una música de suaves tonos y por un vestuario y una escenografía que plasman el conflicto.
El elenco es, también, un elemento importante para recrear el relato. Ralph Fiennes aporta un extraño y noble carisma a su papel, y Cate Blanchett, una de las más promisorias actrices del cine australiano, se luce con su rostro sereno y su casi mágica personalidad.
Frente a "Oscar y Lucinda" el espectador no podrá, seguramente, desligarse de ese romance signado por el azar, el amor terreno y divino y las constantes emociones que rondan a Oscar y Lucinda.
El cine australiano vuelve a demostrar que viviseccionar cuerpos y almas es mostrar los más recónditos vericuetos del hombre en un ámbito casi perverso que, inexorablemente, arriba a la desolación.
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