El icónico club de Nueva York, a ocho minutos del Central Park, que nadie quiere comprar: “Todos lo conocían”
El edificio fue subastado en una ejecución hipotecaria; mientras las puertas de este emblemático recinto se cierran al público, muchos anhelan que esto sea simplemente un interludio y no el desenlace final
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El Friars Club de Nueva York, un emblemático refugio de la comedia y el espectáculo que ha sido testigo de las carreras de leyendas como Johnny Carson, Jerry Lewis y Frank Sinatra, fue subastado en una ejecución hipotecaria tras enfrentar graves problemas financieros. Ubicado en el corazón de Midtown Manhattan, a tan solo ocho minutos del Central Park, este club privado, conocido cariñosamente como “el monasterio”, ha sido durante décadas el epicentro del mundo del entretenimiento en la ciudad que nunca duerme.
Historia y legado del Friars Club
Según un reportaje de CBS News, el Friars Club fue fundado en 1904 como una fraternidad exclusiva para figuras del espectáculo, donde sus miembros, principalmente del mundo del entretenimiento, tenían voz y voto.

Este lugar fue célebre por sus famosos “roasts” y por haber congregado a figuras del humor y del espectáculo como Milton Berle, Buddy Hackett, Lucille Ball y Phyllis Diller. Su icónica sede, el edificio de seis pisos ubicado en East 55th Street -conocido también como la Martin Erdmann House-, fue construido en 1908 con una fachada de estilo renacentista alemán y detalles góticos en su interior, elementos que durante décadas atrajeron tanto a miembros como a visitantes interesados en su rica historia cultural.
El club no solo fue un espacio para reír, sino también una escuela informal para quienes aspiraban a triunfar en la industria. Carrie Hoffman, representante de talentos, atribuye gran parte de su carrera a su membresía en el club. En declaraciones a CBS News, Hoffman recordó: “Me inclinaba y escuchaba cómo se hacían los tratos de televisión”.
La decadencia del ícono neoyorquino
En los últimos años, el club ha perdido parte de su brillo. Steve Benatti, uno de sus miembros, señaló: “Hace 20 años, todos conocían el Friars Club. Hoy no estoy tan seguro”.
Esta pérdida de popularidad se ha visto reflejada en su inestabilidad económica. Según un artículo de The New York Times, el Friars Club enfrentó una crisis financiera insostenible que fue lo que culminó en esta subasta.

El club, que había dejado de operar en 2022, acumuló una deuda de US$13 millones, a la que se sumaron intereses y gastos legales. A pesar de los esfuerzos por encontrarle un comprador, no se presentaron postores adicionales durante la subasta.
La esperanza de un nuevo comienzo para el Friars Club
Ahora se abre un nuevo capítulo para este icónico lugar. Aunque el club ya fue subastado, la venta se realizó a través de una ejecución hipotecaria, lo que significa que, en última instancia, la propiedad quedó en manos del banco debido a la falta de un comprador directo en el proceso. Esto abrió la posibilidad para que un grupo de miembros antiguos y nuevos intente recomprarlo directamente al prestamista y, de esa manera, revitalizar el legado del Friars Club.

Benatti expresó: “Este es ese nuevo capítulo y esa nueva página para que alguien realmente continúe algo antiguo y lo traiga a una nueva vida nuevamente”.
Arthur Aidala, el último decano del club antes de su cierre, también había manifestado su esperanza de que el prestamista permita a un grupo de inversionistas recomprar el edificio y restaurar el legado del Friars Club. “Estamos contentos de que ningún postor haya comprado el edificio histórico hoy. Esto nos da la oportunidad de recomprarlo y recrear el Friars Club con un nuevo grupo de inversionistas entusiastas y experimentados”, dijo Aidala a The New York Times.
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