Trillando la fina es, antes que nada, un gran disco del Tano Marciello, una demostración de su capacidad para componer desde la distorsión o la desnudez folk. Lo que hay es una nueva colección de ese free-style de gauchesca rutera cultivada por Ricardo Iorio que se vuelve existencial cuando se permite dudar de todas sus certezas en "Mi credo", o hablarle a sus demonios en "Si me ves volver".