Cinco productos “milagro” del verano que prometen bajar de peso y por qué no cumplen lo que aseguran
Con la llegada del calor resurgen suplementos, tés y cremas que prometen resultados rápidos; por qué no funcionan, qué efectos pueden tener y cuáles son las decisiones simples que sí ayudan a sentirse mejor
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Llegó diciembre. Sube la temperatura y se acortan las mangas. Aparece la ansiedad por el cuerpo y por “llegar al verano” con menos peso.
También surgen avalanchas de productos que prometen el descenso de peso rápido, sin esfuerzo y casi por arte de magia.
Muchos de los más populares no solo no ayudan, sino pueden sabotear tu metabolismo, tu digestión y tu ánimo. Si algo aprendí acompañando a muchas personas es que nadie baja de peso por comprar un producto, ninguno por sí solo modifica tu composición corporal, cambia hábitos, ordena horarios o mejora tu relación con la comida. Y muchos, además, pueden hacerte sentir peor: más hambre, más ansiedad, más cansancio y hasta más inflamación.
Todos los años vuelven a circular los mismos engaños. Hoy te cuento los cinco “productos estrella” del marketing de verano que no funcionan y además pueden desviarte de lo que realmente te hace sentir bien.

Mirá qué tenés que saber antes de caer en estas trampas y qué hacer en su lugar.
1 . Los “quemadores de grasa”: energía sin beneficio real
Polvos, cápsulas, shots estimulantes. Todos prometen acelerar el metabolismo y derretir grasa localizada.
Qué pasa en realidad: la mayoría se basa en cafeína, extractos de té verde o guaraná, con efecto estimulante. Eso puede aumentar un poco la frecuencia cardíaca… pero no quema grasa, ni modifica tu composición corporal.
Podés sentirte más despierto, pero eso no significa quemar grasa, engañan al confundir estimulación con pérdida de grasa y en personas ansiosas o que ya toman café, puede generar taquicardia, mal dormir y más apetito.
Dato curioso: en la mayoría de estos productos, el efecto “acelerador” es tan bajo que equivale a tomar un café doble… pero son mucho más caros.
Lo que sí sirve: regular horarios de alimentos, aumentar proteína y movimiento diario. El metabolismo se activa con rutina, no con cápsulas.

2. Tés detox y “planes de desintoxicación”
El clásico del verano. Fotos de pancita plana + una infusión verde y la promesa de “limpiar el cuerpo”.
La realidad: los órganos detox reales ya los tenés y son el hígado, riñones e intestinos, ahí está el verdadero detox. Estos tés suelen tener laxantes naturales. Perdés líquido y salís corriendo al baño. Pueden deshidratarte, inflamarte, alterar la flora intestinal y generar un efecto rebote. Engañan porque muestran resultados rápidos… que duran horas.
Qué sí sirve: más vegetales, más agua y menos ultraprocesados. La verdadera “desintoxicación” es constancia, no diarrea.
3. Polvos para reemplazar comidas: la salida fácil que termina mal
Shakes —batidos, en inglés— que prometen bajar de peso porque “tienen todas las vitaminas”.
La realidad: pueden bajar la ansiedad unos días, pero no enseñan a comer ni a sentir saciedad. Te dejan con hambre, generan atracones a la tarde y no son sostenibles, además, muchísimos tienen azúcar agregada y aceites de baja calidad.
Engañan porque se visten de “nutrición científica”, pero son incompletos y parecen saludables porque vienen en envase “fitness” y suman famosos a su publicidad.
Qué sí sirve: armar platos reales con proteína, fibra y grasas buenas. La saciedad viene del alimento, no del polvo.
Dato curioso: ningún polvo genera el proceso de masticación, fundamental para activar hormonas de saciedad como la CCK.

4. Snacks “light” o “0% grasa”, galletitas, barras o colaciones: marketing disfrazado de salud
Todo producto que se define por lo que “no tiene” suele ocultar lo que sí tiene.
La realidad: que no tenga grasa no significa que no tenga azúcar y que sea light no significa que sea apto para una alimentación equilibrada. “Light” solo significa menos calorías que su versión original, no que sea nutritivo.
Muchas veces terminan siendo más adictivas y generan esa falsa sensación de permiso: comés más porque “son light”.
Engañan al usar la palabra “light” como escudo nutricional, así como el cero.
Qué sí sirve: snacks simples y reales, como frutos secos, yogur natural, frutas enteras, un buen pan con huevo o queso o hummus. Snacks reales, no de fantasía.
Dato curioso: estudios muestran que cuando un alimento se etiqueta “light”, la gente aumenta hasta un 30% su ingesta.
5. Cremas reductoras, parches y geles “abdominales”: el eterno cuento del verano
Sí, siguen existiendo e incluso podés comprarlos por la app china de moda a precios de outlet.
La realidad: No rompen grasa, no reducen centímetros, no modifican tejido adiposo. Lo único que podés sentir es un efecto frío/calor que da la sensación de “activación”. A veces irritan la piel. Y nada más.
Engañan porque la piel cambia rápido con hidratación, entonces se confunde con reducción de grasa, da la ilusión de “reducción” de la piel más hidratada.
Qué sí sirve: constancia. Alimentación ordenada, entrenamiento de fuerza y buena hidratación (la piel también lo agradece).
Dato curioso: la única evidencia de cambio corporal con cremas se limita a mejoras en hidratación y textura, nada que ver con grasa.
El verano no necesita una versión “exprés” de vos. No busques llegar “perfecto”, cada verano te ofrecen atajos que no funcionan, tu cuerpo no necesita soluciones extremas: sino orden, constancia y decisiones reales, que estés más liviano de adentro hacia afuera, no más castigado. Y, como siempre digo en consulta: no es la semana lo que te cambia, sino el hábito que podés sostener.
Por Lorena Balerio
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