“Como un barco en el océano”, el hotel con cine, sala de baile y restaurante panorámico que enamoró a Gina Lollobrigida
Fue construido entre 1928 y 1932 como lugar de transbordo ferroviario entre España y Francia y pensado para que los pasajeros pudieran pasar la noche antes de cambiar de tren.
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El hotel Belvédère du Rayon Vert en Cerbére (Francia), construido entre los años 1928 y 1932 por el arquitecto Léon Baille, tiene varias particularidades que lo convierten en un edificio con características únicas. Por eso, quienes tuvieron la posibilidad de conocerlo lo definen como un sitio que jamás olvidarán.
Lo primero que llama la atención es la manera elegida para su construcción: la forma de un barco con una popa y pasillos redondeados, fiel referencia al Art Decó con el objetivo de sacarle toda la belleza a los interiores que hacía falta en un hotel de lujo.

¿Quiénes se hospedaban?
Como la comuna de Cerbère era un importante lugar de transbordo ferroviario entre España y Francia, la edificación de este hotel fue pensada para que los pasajeros pudieran pasar la noche antes de cambiar de tren.
El Belvédère du Rayon Vert contaba con un salón de baile, un teatro y una cancha de tenis en la terraza con una inmejorable vista del océano.
Con todos estos lujos, la sensación era que los viajantes podían alojarse por más noches sin tener que tomar la valija temprano por la mañana y salir rápidamente para caminar los 200 metros que lo separaban de la estación de Cerbère.

El hotel también recibió a algunos huéspedes famosos como Joséphine Baker, Orson Welles, Gina Lollobrigida y Gérard Depardieu, entre otros. ¿Qué fue lo que los habría cautivado?
¿Por qué fue apodado como “El Johnny Deep de la arquitectura”?

“Plantado ahí es imposible que pase desapercibido, ni para los que viajan en tren ni para los que lo hacen por carretera. Hay edificios que buscan borrarse y otros que no, que tienen marcado en su ADN la exhibición. El Belvédère du Rayon Vert es de estos últimos y parecerá una paradoja, pero en su decadencia aún es más atractivo. En cierto modo, este edificio es el Johnny Deep de la arquitectura: se le recuerdan tiempos mejores, sí; pero, aún conserva más de lo que muchos tienen”, escribió en agosto del 2021 el periodista José Alejandro Adamuz en la web de Viajes National Geographic.
Sin embargo, como ocurre con la mayoría de los edificios emblemáticos que durante unos años se adueñan de la atención y de la admiración de muchos que han estado en esos sitios, hubo un punto de quiebre en el que el hotel dejó de ser un lugar de ensueño para los amantes del lujo y los grandes gustos.

Comienza la decadencia
Con la llegada de la Guerra Civil Española (1936) y el posterior cierre de fronteras, el Belvédère du Rayon Vert fue disminuyendo su actividad y durante la Segunda Guerra Mundial (1939-1945) fue ocupado por el ejército nazi encargado de las fortificaciones costeras.
Más allá de que a partir de ese momento el hotel dejó de tener su momento de mayor apogeo, lejos de cerrarlo, los alemanes lo tomaron como un sitio no solamente para alojar y servir a aristócratas, militares y artistas, sino también para impartirles la propaganda nazi.
¿Qué se hizo para evitar su demolición?
Si bien en la década del 50, cuando la guerra ya había finalizado y los alemanes habían sido derrotados, el hotel volvió a recibir a turistas, pero con el paso de los años fue perdiendo terreno.

Tal es así que en 1983 cerró y en 1987 fue incluido en la lista de edificios históricos protegidos ya que unos años antes habían intentado demolerlo.
“El hotel es mi felicidad”
El edificio sigue perteneciendo a la misma familia y el bisnieto del dueño, Jean Charles Sin, que tiene 74 años y vive en el hotel junto a su mujer y a su hijo, pone todo su empeño para preservar el patrimonio para que el antiguo edificio siga con vida.
“El hotel es mi felicidad, es mi hogar, estoy acompañado por los huéspedes y por los grupos de visitantes que llegan durante el día a conocer los secretos. El hotel tenía (tiene) una sala de cine, un bar, un restaurante panorámico, sala de lectura, sala de baile, una bodega y parking de coches”, expresó Sin a Viajes National Geographic.

Hablando de cine, este hotel sirvió como escenario en algunas de las escenas de la película La mujer del anarquista, una película estrenada en 2008 que narra la historia de amor entre una mujer y su marido abogado y líder anarquista en los últimos días y final de la guerra civil española.
La transformación del hotel
En la actualidad las habitaciones del hotel se convirtieron en departamentos chicos que se pueden alquilar. Además, quienes lo visitan pueden disfrutar de algunos conciertos en vivo, espectáculos de música y baile, seminarios y eventos privados.

“Todos los apartamentos tienen una pequeña terraza volada hacia el mar y unas contraventanas de hierro pintadas de azul que cuando sopla el viento producen cierto sonido metálico. La sensación es la de estar en un barco en medio del océano. No se conserva el lujo de cuando se inauguró el hotel, pero el ambiente es tan romántico como el que se podría imaginar de un faro”, describe Adamuz.
Los departamentos son funcionales y cuentan con mobiliario de madera, cocina, sala de estar con comedor, Wi‑Fi gratis y, en algunos casos, balcón con vistas al mar.
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