Coronavirus: las claves para reducir los riesgos en el dentista
A los ocho años los dientes flojos no son algo fuera de lo normal. Pero un día antes de empezar la cuarentena que nos mantiene a los argentinos en casa, Carmela se quejó de que, además de moverse, su muela le dolía y casi le impedía comer. Esa semana ya había transcurrido con los chicos sin clases ante la amenaza del coronavirus y, en ese contexto, Mercedes Rossi se debatió entre el dolor de muelas de su hija o el riesgo de sacarla de su casa y llevarla al dentista que, justamente, está en contacto con otras bocas, una de las posibles vías de contagio, junto con nariz y ojos.
"Llamé a mi dentista, que es de mi total confianza, para preguntarle qué hacer. Me aconsejó esperar porque seguramente el dolor se debía solamente a que la muela estaba floja. Pero que, si la molestia persistía en los días siguientes, podría concurrir a alguno de los consultorios que atienden urgencias, que seguirían abiertos". Por suerte para Carmela y para Mercedes, esa noche la muela se cayó, el dolor cesó y no tuvo que acudir a una guardia en medio del avance del coronavirus.
Mientras tanto, del otro lado de la historia, la pandemia también revolucionó al ambiente de los odontólogos que, en un principio, no tenían un lineamiento claro que los guiara para protegerse del riesgo al que estaban expuestos, en una realidad que se precipitó demasiado rápido. De hecho, esa semana, antes de la cuarentena, algunos consultorios cerraron sus puertas o espaciaron las consultas para no llenar las salas de espera.
Antes de entrar en cuarentena, Daniel Godoy (MN 21246) espació las visitas, citando un paciente por hora, minimizando así el contacto entre personas. Hoy cumple con el protocolo recomendado por el Ministerio de Salud de la Nación y atiende sólo emergencias. "Antes se hace una consulta telefónica para evaluar que la persona no tenga ningún síntoma. Si está bien puede venir sola", señala Godoy que, si bien siempre cumplió con los códigos de vestimenta, hoy más que nunca adhiere a las normas de seguridad que incluyen antiparras, barbijo, camisolín hidrorepelente, guantes y, para realizar ciertas maniobras, máscara facial. Así, el dentista asegura su propia protección.
¿Y el paciente cómo sabe si está protegido? "Que se fije que el dentista tenga todas las medidas de seguridad en cuanto a vestimenta y protección. Lo demás, en cuanto a higiene del lugar, deberá confiar en el profesional que lo atiende", añade.
Inés Morend es médica especialista en medicina interna y en terapia intensiva y miembro del equipo del Dr. Daniel Stamboulián. La profesional brinda algunas pautas para que unos y otros se cuiden y mantengan en estado lo más aséptico posible el consultorio odontológico. En la sala de espera aconseja que haya una separación de un metro entre paciente y paciente. Esto es, un paciente, dos sillas vacías, un paciente. Además, sacar las revistas que pueden albergar y transmitir el virus, así como las flores que pueden provocar estornudos que se propagan.
También sugiere contar con el mínimo mobiliario posible, para disminuir las superficies de adherencia. En cuanto a las superficies, como asientos y pisos, indica una higiene cada dos horas con una dilución de lavandina (10 litros de agua y 100 ml de lavandina). En el espacio de recepción, considera ideal que haya una banda de acrílico o de vidrio que separe a la secretaria del paciente. Otra alternativa posible es que haya una cinta en el piso, a 50 cm. del escritorio, detrás de la que debe pararse el paciente. Así se establece un metro de distancia entre el paciente y la secretaria. Cada dos horas también higienizar con dilución de lavandina o alcohol en gel las superficies de recepción.
La especialista asegura que, entre paciente y paciente, es ideal que haya un tiempo de espera de entre 30 y 40 minutos y que en ese lapso se abran las ventanas para ventilar el ambiente. Específicamente a los dentistas les propone que se retiren los guantes con técnica quirúrgica para no contaminarse los antebrazos (para más información sobre cómo se retiran los equipos de protección, ingresar a www.sati.org.ar). "La mejor forma de poder asistir a las personas es no contaminarnos nosotros, no enfermarnos y no enfermar a las propias familias", afirma Morend.
Entre las más recientes indicaciones del Ministerio de Salud de la Nación, es central la que sugiere evitar aquellas consultas odontológicas que no sean emergencias.
Emergencias dentarias para ir al dentista
- Sangrado descontrolado
- Infección bacteriana con edema
- Traumatismos que involucren huesos faciales
- Infección bacteriana que cause dolor e hinchazón localizados
- Fractura dental que provoque dolor
- Tratamientos previos a procedimientos médicos críticos, entre otros.
Como medidas generales: reforzar el lavado de manos entre paciente y paciente; espaciar los turnos para evitar la acumulación de gente en la sala de espera; y no utilizar el ambo fuera del consultorio.
Antes de concertar la consulta de urgencia
El organismo oficial recomienda identificar, por teléfono, a aquellas personas sospechosas de presentar COVID-19. Si resulta sospechosa, suspender el tratamiento odontológico e indicar al paciente que concurra a un centro de atención. Si, en cambio, se encuentra asintomático, tratarlo con las normas de cuidado y de higiene que corresponden. El profesional debe contar con la vestimenta de protección indispensable para estos casos que incluye cofia, gafas, pantalla facial protectora, guantes de látex y barbijo tricapa. Se debe solicitar que, durante la atención el paciente esté sin ningún acompañante.
El Ministerio de Salud recomienda que el paciente se lave las manos con jabón al entrar, se seque con papel y se coloque alcohol en gel durante veinte segundos. Antes de atenderlo se le indica un colutorio con peróxido de hidrógeno al 1% o povidona iodada al 0,2% que, pasados treinta segundos, se escupe sin enjuagar. Para no tocar otras superficies durante la consulta, es importante que el dentista cuente con todo el material para la atención al alcance de su mano, manteniendo guardado todo aquello que no se vaya a usar. Una vez retirado el paciente, descontaminar todas las superficies del consultorio, sala de espera y áreas comunes, con soluciones a base de alcohol, lavandina o agua oxigenada. Además, ventilar el ambiente, lavarse las manos con jabón antes de salir del consultorio y lavar las partes del cuerpo que hayan sido expuestas, como cuello y orejas.
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