Quién es el comprador del juego de té de Yiya Murano y cuál es su conexión con Susana Giménez
4 minutos de lectura'
Hace unas horas trascendió que Martín Murano, el hijo de Yiya Murano -la primera asesina serial de la historia argentina- finalmente vendió el juego de té que usó su madre para envenenar con cianuro a sus victimas. Lo llamativo es el cruce del destino: quien ahora es dueño es José Argentino Perruccio, el mismo comerciante que hace 27 años se quedó en una subasta con el Mercedes Benz de Susana 500 SEC.
Perruccio lo cuenta como si la casualidad tuviera un guion: “Un día, mirando Intrusos, apareció Martín Murano. Le preguntaron por el juego de té, qué había pasado con eso, y él dijo que estaba a la venta. En ese momento empecé a moverme para conseguir un teléfono y poder contactarlo. Lo logré, hablamos, y la idea me pareció perfecta, más allá de lo que algunos puedan pensar o del morbo que mucha gente pueda tener”.
Aunque no revela aun qué destino le va a dar al juego de té, repite varias veces que de lo peor puede nacer algo distinto. “Del mal sale el bien”, insiste. Y con tono misterioso dice que “tarde o temprano, sea en 2026, 2027 o cuando toque, esta historia también puede encontrar su final feliz”.
Sobre el curioso recorrido que hizo el juego de té en los últimos 45 años, hace un tiempo, en una entrevista, el hijo de Yiya Murano contó que se había desprendido de él hace tiempo: “Cuando me casé, hubo varias cosas que no quise llevarme del departamento. Una de ellas fue este juego de té. Se lo regalé a la mamá de una amiga, porque le gustaban las antigüedades”.
Entre febrero y marzo de 1979, Yiya sirvió té con cianuro en las tazas (que ahora compró Perruccio) para matar a dos amigas y a una prima. A las tres les debía dinero.

Con el tiempo, la mujer que recibió el juego de tazas falleció y, hace algunos meses, su hija se comunicó con Martín Murano para devolvérselo. “Me llamó y me dijo que tenía algo mío. Me lo manda y cuando lo abrí, veo el juego de té. Cuando vi una sola tacita, lo volví a guardar... Dije ‘lo quiero tirar’”.
Y ahí aparece José Argentino Perruccio en esta historia, un hombre que compra objetos con historia para darles otro final. En 1998, cuando el país entero seguía el escándalo de “los autos truchos” y la Policía Federal descubrió un Mercedes Benz de Susana Giménez escondido en un granero, cubierto de paja, Perruccio entendió algo antes que nadie: que ese Mercedes no era solamente un auto, era una oportunidad.
“Era mucho más que un auto. Sabía que podía armar una estrategia de marketing para mi negocio alrededor del auto de Susana”, contó entonces.
“Con todo, impuestos incluidos, pagué 75.000 pesos, que en ese entonces eran dólares”, recordó.
José Argentino convirtió al “Mercedes de Susana” en un espectáculo y en el premio mayor de un sorteo entre los clientes de su comercio, “José Muebles”. Finalmente, el destino del auto se definió en un juego de sapo: lo ganó un vecino de Comodoro Rivadavia.
“El evento, lo hicimos en marzo de 1999, fue televisado en directo para todo Chubut. Se llevó a cabo en el Estadio Socios Fundadores, frente a una multitud. Gisela Barreto y Omar Junior fueron los encargados de la conducción”, contó José Argentino a LA NACION.

Si bien ahora se niega a revelar el monto que pagó por la vajilla de La envenenadora de Monserrat, su apuesta parece la misma: rescatar un objeto que está “manchado”, empujarlo hacia otro final y obtener provecho. Como una revancha extraña del destino.










