El autor nació en Estados Unidos y estudió en Harvard, pero pasa mucho tiempo en Buenos Aires. En su columna, detecta similitudes entre los problemas que afectan a dos de las pasiones argentinas: la economía y el fútbol.
Por Daniel Altman.
Una serie de fracasos notables. Nostalgia por los éxitos del pasado. La esperanza de que, un día, vaya a llegar un salvador como el que vino antes. Un sistema dominado por una ideología obsoleta. Pero ¿de qué estoy hablando? ¿De la Selección de fútbol, o de la economía?
La verdad es que tienen mucho en común. En la economía y en el fútbol, los argentinos viven a través de su historia. Los mejores momentos, por supuesto, siempre son del pasado: el crecimiento y el compromiso social de los años sesenta; el Mundial de 1986. Hoy los dirigentes de la economía elogian a Perón; los del fútbol a Maradona. Es más: sus partidarios siempre están buscando al nuevo Perón, al nuevo Maradona.
El tema es que semejante personaje sólo llega una vez cada cincuenta años. Mientras tanto, la gente sufre. ¿Y por qué? Para mí, tiene que ver con su actitud, una actitud que influye sobre la economía y que ellos comparten con los jugadores de la Selección. Es una actitud de individualismo.
Recientemente, el mismo Maradona criticó a Lionel Messi por actuar como si jugara en "Deportivo Messi", sin compañeros y sin cooperación. Pero es un problema en toda la economía. La decisión de trabajar en negro, de no cobrar el IVA, de pagarle a un funcionario para esquivar las reglas del comercio, aún de saltarse un semáforo en rojo, estas cosas también son una forma de individualismo, de dar preferencia al individuo en vez de a la sociedad.
La búsqueda de un salvador –el individuo supremo– es el producto lógico de esta actitud. Una pregunta más interesante sería, ¿dónde están sus raíces? Probablemente tienen algo que ver con algunos factores culturales, pero también hay un problema de confianza en el sistema. Si podés confiar en el sistema, no tenés que actuar por tu cuenta de una manera tan individualista.
Por desgracia, el sistema no da mucha confianza, ni en el fútbol, ni en la economía.
La AFA ha sido controlada por Julio Grondona desde 1979, el año en que Maradona empezó a jugar regularmente en la Selección. Tal vez no por coincidencia, desde ese entonces la Selección siempre dependió de un diez como enganche. Pero sin un diez tan habilidoso como Maradona, no pudo ganar otro Mundial.
Es una lástima, porque los otros jugadores seguramente tenían suficiente talento para ganar con una formación más cooperativa. En la ausencia de un mejor sistema, con la Selección bastante desordenada en la cancha, no me sorprende que una estrella como Messi o Agüero intentara ganar solo un partido.
En la economía, tenemos la misma situación. En las agencias comerciales hay mucha corrupción, al sistema impositivo le falta transparencia, en la burocracia cada trámite es engorroso y la política económica casi nunca mira hacia el largo plazo. En vez de perseguir tipos de interés más bajos, control de los gastos federales, la flotación del peso, inversión en el crecimiento del futuro y un ciclo económico más estable, el gobierno se focaliza en antagonizar con el campo, en condenar los pecados de los países ricos y en esconder el verdadero tipo de inflación.
En este clima, el individualismo es una actitud natural. Pero sin una actitud más cooperativa, el país va a seguir con el amplio ciclo de altos y bajos, con una crisis cada cinco o seis años, en la economía tal cual como en el fútbol.