Los espacios amplísimos, inundados de luz natural, los cuadros y las esculturas que dan valor a cada rincón del piso 14 de la Torre Grand Bourg son el marco perfecto para que nuestros protagonistas se confiesen en una charla en la que se respira amor y complicidad
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“Como es el último piso, tiene doble altura y permite el despliegue de las obras. Es como un homenaje a ellas, como un museo en casa”, nos cuenta Eduardo Costantini (75) sobre el departamento en el que recibe a ¡HOLA! Argentina junto a su mujer, Elina (31). Esta es la primera vez que el matrimonio abre las puertas del piso 14 de la Torre Grand Bourg, el edificio de estilo francés que el coleccionista construyó sobre la avenida Figueroa Alcorta al 3000. Anfitriones de lujo, cálidos y entusiastas, Eduardo y Elina nos invitan a su mundo privado para dar a conocer un poco más de esta historia de amor que lleva dos años y medio. Las miradas cómplices entre ellos serán una constante durante la producción de fotos, y seguirán mientras almuerzan sushi en la mesa de la cocina y se disponen a la charla de manera relajada.
–Eduardo, el 17 de septiembre cumpliste años. ¿Lo vivís como un momento para hacer balances?
–No hago balances el día de mi cumpleaños. Sí me puse a pensar en el camino recorrido al cumplirse los 20 años del Malba la semana pasada. Fue una celebración muy emocionante que me llevó a hacer una pausa natural y mirar para atrás. Con mis cumpleaños no me pasa eso porque entiendo la vida como una línea recta continua que inexorablemente en algún momento se discontinúa. Pero yo no tengo rollo con el paso del tiempo y la edad.
–¿Estás conforme con el camino que recorriste hasta acá?
–Sí. Yo nunca me detengo a pensar qué hubiera pasado en aquel momento, si tal cosa, porque estoy convencido de que hice lo mejor que pude en ese momento, con los recursos que tenía y con la mejor intención. Prefiero mirar para adelante dándole peso al presente.
–Elina, ¿vos te encargaste de organizar el festejo de cumpleaños?
–A los dos nos encanta festejar… Estuve casi dos meses y medio pensando en su cumpleaños.
Eduardo: Ella siempre me sorprende, es divina, me prepara unos cumpleaños espectaculares y les dedica mucho tiempo a los detalles. Lo hace en secreto, pero como no se aguanta, me va tirando indirectas y pistas [Se ríe].
Elina: Es para ir sabiendo si le va a gustar o no. Eduardo: Este año se le ocurrió llevarme a comer a un hotel divino y nos quedamos a dormir ahí. Al día siguiente, fuimos a una isla del Delta muy linda que yo no conocía y a la noche festejamos con mis hijos y mis hermanos. Fue como un festejo árabe de varios días.
Elina: En la habitación del hotel había un camino de pétalos de rosas que conducían a un jacuzzi con espuma y globos con mensajes de amor.
–¿Cómo manejan la diferencia de edad?
Elina: A mí nunca me importó porque siempre salí con hombres mucho más grandes que yo. La verdad que no nos importa lo que digan los de afuera con respecto a la edad. Nos divertimos mucho con las novelas que se arman los otros.
Eduardo: Para mí fue una suerte que a ella le gustaran los hombres grandes. Yo me siento muy cómodo en la pareja a pesar de la diferencia de edad. Sabemos que el tiempo hará lo suyo y habrá temas de mi vejez que los iremos transitando juntos a partir del amor que nos tenemos. Somos un equipo en el que los dos somos protagonistas: ella es Alfa I y yo soy Alfa II. ¡Sin dudas! Elina: [Se ríe].
"Me siento muy cómodo en la pareja a pesar de la diferencia de edad. Sabemos que habrá temas de mi vejez que los iremos transitando juntos a partir del amor que nos tenemos "
Elina: Los dos tenemos personalidades fuertes.
Eduardo: Pero no competimos, somos compañeros, nos protegemos y somos bastante dependientes el uno del otro. Si a ella le va bien, yo me pongo feliz. Me parece importante que en la pareja crezcamos los dos.
Elina: ¿Ves por qué digo que Eduardo es todo lo que yo buscaba en un hombre? Es el amor de vida. Me emociona haberlo encontrado porque me hace plenamente feliz.
–Elina, ¿cómo vivís la atención que despertás desde que estás con Eduardo?
–Nunca imaginé que nuestro casamiento, por ejemplo, iba a despertar tanto revuelo. Yo trato de vivirlo con tranquilidad y no lo siento como una presión. Es tanta la felicidad que siento por esta familia que armamos él y yo… Por ahora...
–¿Qué significa “por ahora”? ¿Hay algo que nos quieran contar?
[Hay un silencio extraño, se miran cómplices y se ríen].
–¿Estás embarazada, Elina?
Elina: No, no, pero sería una bendición y la manera más amorosa de coronar esta historia.
Eduardo: Nos gustaría mucho, pero no lo estamos buscando ansiosamente.
Elina: Siempre le digo a Eduardo que después de él no quiero a ningún hombre más y si tuviéramos un hijo, sería un regalo inmenso para toda la vida.
–¿Hubo un antes y un después del casamiento?
Elina: Para mí no. Y lo mejor es que la llama de la pasión sigue intacta. Seguimos sintiendo las mariposas en la panza después de dos años y medio. Es divino.
Eduardo: Pasamos toda la pandemia juntos, sin separarnos un minuto. El 22 de febrero de 2020 nos casamos y el 13 de marzo, nos recluimos en Nordelta. Una luna de miel extendida e intensa.
Elina: Hubo un stop que nos hizo muy bien. De golpe nos encontramos cuidando el jardín, cortando flores, bañando a los perros… Cosas muy cotidianas que Eduardo no estaba acostumbrado a hacer por estar siempre metido en los negocios. “Esto me hace muy feliz”, me decía él.
–Eduardo, ¿qué aporta Elina a tu vida?
–Felicidad, que es todo para mí. Es una mujer que tiene una mirada diferente a la mía en muchos aspectos. Es muy creativa, inteligente, emocional, muy graciosa, una caja de sorpresa, superintuitiva… Parece un animal por cómo tiene desarrollados el olfato y el oído, sentidos que le permiten tener una percepción inmediata del otro.
–¿Tienen discusiones?
Elina: Como cualquier pareja. Las discusiones te hacen crecer. Nunca hay berrinches, ni peleas a los gritos porque somos más de sentarnos y hablar. La comunicación es uno de los pilares de este amor.
–¿Alguna vez se fueron a dormir enojados con el otro?
Eduardo: Algunas veces sí [Se ríe].
Elina: Y yo lo he querido abrazar o darle un beso y él me ha dicho: “No, hoy no”. Pero después, mientras dormimos, nos olvidamos y nos abrazamos. Se caen las barreras. A la mañana, nos levantamos como si nada.
–¿Tienen algún permitido de fantasía en la pareja?
Eduardo: No hay permitidos. [Se ríe].
Elina: Lo que sí nos encanta es fantasear y hacer personajes en la intimidad. Eduardo: Inventamos situaciones. Como que somos dos personas que no se conocen, por ejemplo. Es un juego.
Elina: Hay mucho fuego en esta pareja.
–Se viene un ping pong. ¿Quién es más celoso?
Eduardo: Elina.
–¿Quién es más ordenado?
Eduardo: Ella.
–¿Quién es más romántico?
Elina: Los dos por igual.
–¿Quién cocina mejor?
Eduardo: Elina por lejos.
–¿Quién es más sociable?
Eduardo: Elina. Yo conozco muchísima gente, pero ella es efusiva, más empática.
–¿Quién es más cabeza dura?
Elina: ¡Yo!
–¿Quién es más paciente?
Eduardo: Yo.
–¿Quién dijo “te amo” primero?
Eduardo: Yo por mensaje de WhatsApp.
–Cambiando de tema, Eduardo, ¿qué es ser exitoso para vos?
–Para mí es más algo interior que exterior. Es estar feliz con lo que uno tiene y eligió para su vida.
–¿Qué admirás de tu marido, Elina?
–La perseverancia, la visión empresarial que tiene y los proyectos que encara, concreta y dejan una huella para siempre.
–Esa visión de la que habla Elina, ¿es algo que sentís, es algo mental, son números?
–Es pensar en un concepto, un proyecto diferente, superador –como Nordelta, por ejemplo–. Yo combino la intuición y la creatividad con la estrategia y la paciencia.
–¿Qué canción o película podría titular esta historia de amor?
Elina: Dos canciones podrían definir este amor. “Mysterious Forest”, de Chopin, que fue el tema de nuestro Civil. Y “Perfect”, de Ed Sheeran, que habla de dos personas que se encuentran, dos almas que se unen para siempre. Eso es lo que nos pasó a nosotros.
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