El horno eléctrico, la nueva estrella de la cocina
Muchos lo adoptaron por falta de gas y ahora lo prefieren; otros lo eligen directamente por comodidad
Cuando Ita Denegri visitó por primera vez su departamento actual y descubrió que no tenía horno de gas, no le resultó un problema ni una contra en su decisión de alquilarlo. Tras cinco años de utilizar a diario un horno eléctrico, incluso teniendo el tradicional a mano en su casa anterior, pensó que nada alteraría su rutina culinaria. Y estaba en lo cierto. Tras un año de experiencia, hoy no sólo no extraña el método convencional en lo más mínimo, sino que tampoco requiere microondas ni tostadora, y son muchos los que salen de su casa convencidos de comprarse un horno eléctrico propio.
“Me compré uno bastante grande: me entran tres pizzas a la vez y hasta puedo hacer un pollo al spiedo. Cocino carnes, pescado, papas fritas, de todo. Estoy fascinada”, describe con entusiasmo. “Y además me solucionó algo vital: soy muy colgada, y su timer me ayuda a que no se me pasen ni quemen las comidas, como me sucedió mil veces en el horno tradicional”, agrega.
Aunque las ventas en locales de electrodomésticos no manifiesten un aumento notable (desde Garbarino, por ejemplo, aseguran que es un tipo de venta que si bien no ha crecido en exceso sí se mantiene estable en los últimos tiempos), basta con consultar entre conocidos o amigos para encontrar varios dispuestos a lanzar loas y hacerle lugar en las mesadas a este ítem que, de a poco, ha ido ganando terreno firme en las cocinas y la gastronomía.
Una salvación impensada
Entre las características que más se le aplauden a este artefacto está la versatilidad, ya que puede suplir tanto el horno convencional como el microondas, usándose tanto para cocinar como para calentar. También su facilidad de limpieza. Y en verano, por supuesto, es una alternativa mucho más fresca para la cocina. "Me muero de calor de sólo pensar en prender el horno tradicional. El eléctrico, en cambio, es mucho más chiquito y casi no tira temperatura", apunta Cecilia Amadeo, quien asegura que esta opción le cambió su forma de cocinar. "Me da la sensación de que es más rápido y parejo en cuanto a la cocción. Además de los platos típicos de todos los días -como milanesas y verduras-, preparo bizcochuelos y tartas todo el tiempo", agrega, mientras que asegura que lo único que requiere del otro horno son las hornallas. "Incluso estuve cinco meses sin gas y me manejé perfecto."
Es que aunque muchos lo tienen por propia decisión, para otros comprar un horno eléctrico fue una pura cuestión de supervivencia. Recordemos que tras la tragedia de la explosión de gas en Rosario en 2013, los controles sobre este servicio se endurecieron y hoy es bastante común que a muchos edificios, ante el reporte de un peligro o mal funcionamiento, se les corte el suministro por varios meses. En ese contexto, virar hacia recursos eléctricos es una de las mejores formas de suplir la ausencia. Fue precisamente el caso de Marcelo Toledo, un orfebre que trasladó a su taller el hornito que tenía en su casa sin uso cuando le cortaron el gas por tiempo indefinido. Allí resultó idóneo para hacer las tostadas de la tarde o calentar algunos almuerzos. Hasta que hace dos meses le cortaron el servicio también en su departamento de Palermo. "Una de mis grandes pasiones es cocinar, invitar amigos y pasar un momento distendido. Y recién pude volver a hacerlo cuando me compré un nuevo hornito", ilustra. Más pequeño que el anterior, le resultó cómodo para ubicarlo sin problemas en su cocina, y hoy cuece allí carnes y pizzas o calienta empanadas. "Cumple las mismas funciones que un horno convencional, pero es mucho más práctico. No sé si cambió mi forma de cocinar, pero sí la modificó. No encaro grandes comidas, sino platos básicos, eso sí; las papas son las más ricas que he comido", analiza.
Para Celeste Maratea, que desde 2011 es usuaria por un problema de gas en su edificio, lo que comenzó como una emergencia se convirtió en un hábito. "En casa no usamos microondas, y con la compra del hornito ya descartamos definitivamente tener uno. Hoy calentamos comida y a veces también cocinamos. En mi caso no reemplazó el horno de gas, pero lo elegimos mucho por comodidad y por resultado. La cocción es más pareja y al tener doble resistencia hace que entre en calor más rápido, lo que ayuda mucho cuando estás con poco tiempo", cuenta. A la vez, resalta el timer como solución para poder hacer otras cosas en simultáneo y no tener que estar atenta a que se la pase la comida. Trabajando en su casa, ese recurso se volvió una herramienta sumamente útil.
La tecnología a favor
Efectivamente hay preparaciones con las que resulta más idóneo, aunque también hay que encontrarle la vuelta. "Así como cuando te mudás o te vas de vacaciones a una casa alquilada tenés que tomarle la mano al horno nuevo, al eléctrico también hay que conocerlo para usarlo bien", opina María Bengolea, quien hace cinco años que cocina de este modo. "Es un calor más seco, no tan húmedo como el del gas. Si por ejemplo hacés un pan, tenés que dejarlo menos tiempo, para que no se seque", recomienda. Gran entusiasta de la cocina y acostumbrada a organizar comidas, ella ya va por su segundo hornito y esta vez se compró uno más grande y profesional, que le permite descongelar y tiene convector, un sistema que remueve el aire caliente para asegurar una cocción más pareja del alimento. "Aunque otros también tienen resistencia abajo o arriba, permitiendo elegir dónde se quiere poner más calor, y logrando entonces una tarta que se cocina primero por abajo y luego se termina de dorar con un toque por arriba", ilustra.
Desde Garbarino completan su idea, asegurando que los modelos que más se venden en estos días son aquellos de entre 25 y 40 litros de capacidad, y que las mayores novedades del rubro incluyen timer digital y la posibilidad de graduar la temperatura en la cocción superior e inferior. "Es decir, poder cocinar a 220°C y a 180°C, simultáneamente", apuntan desde la empresa.
Donde come uno...
Finalmente, otro grupo beneficiado y que aplaude su uso son las familias grandes que conviven con distintos momentos de comida durante el mismo día. "Compré mi primer hornito hace unos 10 años, porque no me gustaba ni cómo calentaba ni cómo cocinaba el microondas, y necesitaba algo que facilitara las comidas de mis hijos con diferentes horarios de universidad", relata Florencia Ure, madre de cuatro hijos.
El resultado fueron platos prehechos que cada uno podía calentar en "turnos" distintos, pero comiendo luego con el mismo sabor original. "Era mucho más fácil manipular ese horno que el convencional, nos quemábamos menos y tenía menos instrucciones", recuerda Miguel, uno de sus hijos, quien aún hoy lo sigue usando mucho y cree que es un gran complemento al microondas. Y aunque las épocas de colegio y facultad ya han pasado, Florencia asegura que sigue usando el horno eléctrico con la misma asiduidad. "Sólo uso el tradicional cuando estamos todos -los cuatro hijos con amigos y novios incluidos- y las porciones son más. Pero hasta a mi hijo mayor, que vive solo, le compré uno eléctrico propio", finaliza.