
En el nombre del rock
Hace siete años se fue a España para ver qué pasaba con su carrera de músico. Hoy lo reconocen por las calles de Madrid y acaba de editar Alta suciedad , su primera grabación solista luego de ocho años.
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Cualquier argentino se encuentra a gusto en Madrid. Es que la capital española, con sus propias costumbres y características, nos resulta de alguna manera familiar. Sus avenidas, paseos y plazas son cálidos y vitales. En uno de sus barrios -Malasaña- vive uno de los músicos más populares, no sólo en nuestro país, sino en la pro- pia España.
Andrés Calamaro (nacido el 22-8-61) está radicado en su querida Madrid, en pleno centro de la ciudad (la angosta y sinuosa calle Pez, a muy pocas cuadras de la Gran Vía y de la plaza Callao), en un amplio departamento de un cuarto piso que da a la calle. Claro: Calamaro vuelve cíclicamente a Buenos Aires. Hace muy poquito, momentáneamente disuelto su grupo español, Los Rodríguez, volvió a presentarse en público resucitando a Los Abuelos de la Nada. También cantó solo en diversos boliches porteños. La Revista compartió con el creador de Mil horas (aquel hit del período con Los Abuelos de la Nada) una larga charla sobre sus temas favoritos: el rock, el cine y los inevitables comentarios sobre fútbol. Está contento nuevamente ya que su equipo -el Real Madrid- protagonizó una campaña estremecedoramente victoriosa. Andrés Calamaro habla pausado, y cuando se entusiasma con lo que dice y piensa, parece una ametralladora. Directo, sin prejuicios. Sin gamulán y sin documentos.
-El rock y el pop melódico, ¿se han fusionado?
-Lo que entiende hoy el público por rock o no rock ya es cualquier cosa. El rock es mucho más conservador que antes. Joaquín Sabina, en sus destellos poéticos, en su actitud y en su ideología contiene un montón de sustancias que el rock tendría que intentar recuperar todo el tiempo, ¿no?
-¿Será que perdió su vieja filosofía?
-Está ahora mucho más conservador. Por cuestiones históricas y del momento, y el lugar en que el rock se halla. Quiero decir: como rock es radio, rock es industria, rock es moda, rock es también juventud. Como la juventud es más conservadora, por ende el rock juvenil es más conservador. La alianza, entre comillas, entre el fútbol y el rock en la Argentina lo populariza. Es posible que terminemos teniendo un rock más conservador a fuerza de futbolizarlo.
-Cuando hablás de rock conservador, ¿te referís a que se ha derechizado?
-¡Nooo! Por supuesto que no. Pero este rock está más dividido y más dominado que el de antes. El rock que nos interesa a nosotros es a la vez nuestra política, nuestra religión, lo que antiguamente se llamaba la forma de vida. Quiero decir que ya no tiene nada que ver con el sonido de guitarras o... En realidad ya no tiene nada que ver con nada. Es decir: mi público, mi gente, mis colegas y yo tenemos una sensibilidad que no sólo va más allá del rock, sino que va más allá de la música. Nosotros estamos en este mundo, por supuesto, por el rock and roll y por muchas otras cosas. Como la música negra y el tango. También nos gusta pensar cómo sería la música si no hubiera existido todo el rock primitivo. Tendríamos que estar haciendo rock de alguna manera. Nuevas influencias que aparecen o desaparecen, ¿no?
-Habría que inventarlo...
-A mí, en estos momentos de mi vida, no me gusta estar pendiente de las últimas tendencias del rock. No tiene ninguna importancia. Ultimamente, en España, la gente se acerca a los conciertos para escuchar sus canciones favoritas. Y creo que, en realidad, un público muy grande en todo el mundo, en la Argentina también, para lo que va es para cantar y escuchar sus canciones favoritas. Y nada más. A mí no me interesa formar parte de un colectivo dividido y dominado. Yo me sigo considerando dentro del rock, dentro del rock and roll, y no dentro de la canción. Y te repito: no quiero formar parte del colectivo dividido y dominado. Sin embargo, formo parte igual de esa muchedumbre de rockeros (se ríe).
-¿Por qué está dividido el rock? ¿Por quién está dominado?
-No creo que sea conveniente que el rock se transforme en un Boca-River. Aunque, visto desde otro punto de vista, es monumental que el rock se convierta en algo comparable con el fútbol. Es monumental, es muy grande, es popular, es interesante, es inevitable. De todas maneras, ya sucedió, ¿no? Yo soy nada más que un observador muy lejano.
-En la Argentina, el Boca-River en el rock fue en su momento Los Redonditos-Soda Stereo. En España, ¿pasa algo así? ¿Quiénes son el Real y el Barcelona?
-En este momento no tienen nombre y apellido, pero el rock alternativo es un grupo muy diferenciado de los demás. Y de alguna manera el rock español, su espíritu y sus intérpretes están un poco disueltos entre un montón de tendencias: yuppies, folklóricas o cualquier cosa que pasen por la radio.
-El hecho más significativo del año último fue para vos la gran gira de Los Rodríguez con Joaquín Sabina. ¿Qué balance hacés hoy de esos recitales?
-La gira fue monumental. Fueron triunfos, dado el buen momento de Sabina y el momento grande de Los Rodríguez. Se hicieron cosas muy importantes. El público fue siempre amable y eufórico, y ruidoso y gentil. Salió todo bien. Grabamos seis conciertos. No noté ninguna diferencia entre los dos públicos -el de Joaquín y el nuestro-, no escuchamos ninguna clase de queja. Aunque en cada set hubo público de los dos, no hubo que soportar ni indiferencia ni maltratos. De ninguna manera. Los conciertos que a mí me gustaron más, por motivos musicales o atmosféricos, fueron los de San Sebastián, Barcelona, Pontevedra y Málaga.
-¿Cómo trabajás en el escenario?
-Nosotros tenemos una especie de disciplina, que yo entiendo como propia del rock and roll, como tiene que ser. Es decir: tocamos nota por nota, tratando de conseguir pasión. Es una hora y media de improvisación y de atención que nosotros ponemos en la música. Más allá de ninguna clase de escenografía.
-En eso de tocar nota por nota, ¿no hay nada programado?
-Sabemos qué canciones vamos a tocar, pero las vamos haciendo en el momento. En realidad siempre tocamos las mismas, no cambiamos de repertorio. Pero en cada canción yo no sé cuál es la siguiente nota que hay que cantar. Me gusta amasar de nuevo cada canción como si fuera pan fresco del día. No sé por dónde va a ir el dedo, no lo hago pensando. Quiero decir que yo tengo una disciplina más de rock y de blues que de pop. Lo mío es más aquella música que se improvisa y suena diferente. Eso lo hago con intensidad, y así lo vivo. Necesito sentir que cada concierto es, de alguna manera, trascendente, que no sea sólo un recital. Cada gira de rock es un producto frágil y poderoso a la vez.
-Hablemos de cine. Vos habías hecho, en 1987, la música del film Vivir a los 17 , de Luis Sepúlveda...
-Sí, que nunca se estrenó...
-No, pero finalmente, hace unos años, se editó en video con el título de Atrapada por el vicio .
-¿En serio? Me encantaría tener una copia del video y pedirle al director, Sepúlveda, que me diera una copia de la música, porque había cosas lindas. Me acuerdo que fuimos con Gringui Herrera dos días a un estudio en la calle Córdoba e hicimos los demos de casi todo y yo creo que salió muy bien. Incluso Por mirarte es una canción que hicimos para la película y que salió en el disco del mismo nombre. Y la canción No me vuelvas la espalda por eso, que está en el disco Nadie sale vivo de aquí, de 1989, también creo que estaba en la película. Me gustaría conseguir la música y reeditarla alguna vez.
-En realidad, editarla, porque nunca salió la banda de sonido...
-Claro. Ahora... Antes había hecho la música de la obra de teatro Tango salsa, de Robertino Granados. Y dos de las canciones de allí las metí en Grabaciones encontradas I y Grabaciones encontradas II. Eso fue lo primero que hice en teatro y en cine.
-¿El cine es ahora tu duda o tu deuda?
-Sabés que yo soy un músico de cámara en mano. Estos últimos años estuve muy interesado por el documentalismo propio y por mirar muchas cosas por medio de una cámara. Tengo muchas ganas de acercarme al cine en España, ya que es donde vivo, más allá de lo que es video. No sé por qué será, pero para los músicos del rock, los mitos de fama y fortuna siguen siendo el cine y el fútbol. Entonces nos sentimos permanentemente fascinados por esos Hollywood de todos los países. Que son un poco sus películas, sus actores, sus actrices y sus futbolistas. Me interesan mucho la música instrumental y la del cine. Por otro lado, no me creo para nada un actor en potencia. Siempre tengo la duda de si yo sería un actor pésimo o apenas un actor regular. Por supuesto que me gustaría alguna vez tener una aparición en el cine, aunque sea simbólica. Claro que tendría que ser con un gran director de actores, porque conmigo tendría que empezar de cero (risas).
-De dirigir, ni hablar...
-Por el momento, no siento deseos de dirigir ninguna película, más que nada porque no tengo ningún guión que quisiera yo filmar.
-En estos momentos, te limitarías a componer para alguna banda sonora, como fueron las de Caballos salvajes y 1000 Boomerangs .
-No lo tengo muy claro. Me gustaría estar al costado de la gran foto. Digamos que es bueno implicarse con el director todo lo que él quiera. Si el director quiere que sea un trabajo profundo y estudiar mucho todos los perfiles posibles de la película, ¡adelante! Todo bien, ¿no? Me interesa un poco todo de los rodajes. Por el momento, creo que como documentalista y como músico podría hacer un buen trabajo. Poder trabajar en libertad y a la vez en complicidad con el director. Y no me importaría trabajar a la distancia, enviándole la música desde Madrid.
-¿En España no conocen tus antecedentes en cine?
-No conocen tan en detalle eso. Yo ya hablé con Pedro Almodóvar; con Alex de la Iglesia; con el actor Santiago Segura, que es mi amiguote; con Juanma Bajo Ulloa. Pero fue muy a título personal, pero hablamos más de cosas privadas, de tonterías. Juanma rodó con el músico Albert Plá, que es muy freak. Alex de la Iglesia ya está tratando con músicos universales, y él la va mucho más con el rollo del rap radical. ¡Por el momento los realizadores me están ignorando! (Risas.) Es una pena. Yo estoy listo para que me llamen, me gustaría mucho. Además creo que un disco de una banda sonora también puede ser un buen disco instrumental en sí mismo.
-¿Cuál es el cine que vos mirás?
-Me gustan los films sangrientos, escatológicos y hasta humorísticos de gente como Sam Raimi. También el cine fuerte de Quentin Tarantino, Abel Ferrara con Un maldito policía y Un rey en Nueva York. Además, todos los fanáticos de Tom Waits tuvimos que descubrir y ver todas las películas de Jim Jarmusch, ¿no? Como Down by law y Noche en la Tierra . Es un director con mucho rock and roll. Y sigo mucho la carrera de Dennis Hopper, ya sea actuando o dirigiendo. Y trato de ver todo lo que pongan de Roger Corman en la tele. Es un crack. Leí el libro de él, Como filmé cien películas en Hollywood sin perder un centavo. A veces coinciden mis gustos de lo que quiero ver en mi casa con lo que veo en la carretera, durante las giras. Y por supuesto, uno de los grandes, como Martin Scorsese. Casi un investigador, un científico, un humanista del cine.
-¿Y de los nuestros?
-Había dos directores que hacían sus películas con un nivel muy regular. Y que son los que más me gustan: Armando Bo y Daniel Tinayre. Armando Bo porque creó un mito, Isabel Sarli, y fue a la vez, como Roger Corman, un individualista, un luchador del cine. Y de Tinayre, aunque yo vi muy poco de él, las que vi me parecieron muy buen cine en blanco y negro. Y Aristarain, que es uno de nuestros directores más universales e importantes. Acá, en España, gusta mucho. Lo mismo que cualquier cosa que haga Federico Luppi. Quizá sea ahora nuestro number one en España. Aristarain y Luppi se asocian. Aparte, él es el director amigo de Fito Páez. A mí me gustó mucho esa película que filmaron Luppi y Cecilia Roth, Un lugar en el mundo . Tenía mucha sensibilidad.
-¿Y el que también es músico?
-¡Síii! Creo que Favio es un director argentino muy particular. Considero que es un gran mito. Me atrevo a afirmar que Leonardo Favio es un tesoro viviente de la cultura argentina. Cuando yo era chico, Favio era cantante. Yo era adolescente y Favio estaba filmando y después se fue a Colombia. Y ahora está filmando otra vez en la Argentina. Nunca nos podemos encontrar. No lo conozco personalmente, me gustaría mucho conocerlo y me interesa siempre saber qué hace.
El sueño del pibe
Andrés estaba muy ansioso cuando nos recibió cerca del mediodía. Por la entrevista, seguro que no. La causa no se hizo esperar. En esos momentos estaban subiéndole por el ascensor su juguete nuevo. Un usado, pero impecable, órgano Hammond. La felicidad era total. Un sueño de aquéllos, hecho realidad. Como embobado le decía a todo el mundo lo que acababa de adquirir. Hasta la inmensa columna Leslie, con el ventilador que expande sonido y mantiene el equipo sonoro.
En pocos minutos, conectó cables y se enchufó sobre las teclas. "¿Qué querés escuchar?", preguntó. Respondimos: "Un clásico, Con su blanca palidez ". Y ahí no más toda la habitación, el departamento y el barrio se inundaron con las notas de Procol Harum.
La recordada e irrepetible década del rock sinfónico pidió permiso por unos minutos.
Fotos: Fernando Brenner






