Gabriel Chaile: crear desde los márgenes
"Me gustan las historias de lucha y en esas me detengo", dice con sencillez Gabriel Chaile , artista tucumano nacido en 1985, que suele transformar en obras las tradiciones de su propia familia. Con raíces españolas, indígenas y afro-árabes, sus padres analfabetos solían vender pan preparado en hornos de barro.
Hornos similares a Patricia, la pieza hermafrodita –llamada como su hermana– con la que Chaile sorprendió hace dos años en su primera muestra individual en el Museo de Arte Moderno de Buenos Aires, y a Diego, escultura con vientre de fuego que emplazó en La Boca en el marco de la semana de Art Basel Cities como homenaje a una víctima del "gatillo fácil" policial.
Entonces compartió con los vecinos pizzas y empanadas cocidas en el horno, que fue donado luego a una fundación del barrio. Ahora está abocado a la evolución interdisciplinaria de esta idea como eje central de su primera muestra en la galería Barro, que coincidirá en junio con un solo project en Art Basel.
En Basilea, ciudad suiza que aloja desde hace casi cinco décadas la feria de arte más importante del mundo, colaborará con artistas locales que trabajan con comunidades sin techo. Y llevará al corazón del mercado una mesa servida con vajilla usada y una olla gigante con comida que, según él, representa una "excusa" para abordar sus investigaciones sobre las situaciones límite.
Así como le interesa entender de qué manera "las formas del presente, en su repetición, arrastran consigo una historia", también desarrolló el concepto de "ingeniería de la necesidad", en referencia a los objetos que se realizan para cubrir carencias básicas con escasos recursos en la cárcel o en situaciones de extrema pobreza, y que ocultan "una sabiduría no registrada".
En las condiciones de vida más difíciles –que conoce muy bien– se inspiró para crear las precarias estufas de ladrillo que exhibirá en marzo en el Armory Show, otra de las ferias más importantes del mundo. El stand que compartirá con Matías Duville en Nueva York incluirá también ocho pinturas con imágenes de una historia postapocalíptica. Entre los protagonistas se cuentan un ladrillo y un huevo –símbolos recurrentes en su obra– en una búsqueda de fecundación como única posibilidad de preservar la vida en el planeta.
"La idea es cruzar ambas series y generar una narrativa de la supervivencia –dice Chaile, formado en la Universidad Nacional del Tucumán y en la Torcuato Di Tella–. Un relato en el que, en un futuro posible, solo sobrevivirá lo simple, lo necesario, lo mínimo. Solo desde ahí podemos imaginar un nuevo mundo."
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