Inesperado furor por la escritora que encontró virtud en el egoísmo
La novela más actual de la época tiene casi setenta y cinco años. En 1943, la escritora rusa Ayn Rand publicó El manantial, una biblia para los defensores del ultraliberalismo. Nacida en San Petersburgo pero emigrada a Nueva York, Rand (que en realidad se llamaba Alisa Zinóvievna Rosenbaum) imaginó la fábula de un joven arquitecto individualista que es capaz de sacrificar todo lo que tiene con tal de no someterse a los mandatos colectivos. Alguna vez, Mario Vargas Llosa dijo que ese arquitecto “se trata de un alter ego de Rand, quien dedicó su intensa y fecunda vida intelectual a combatir el colectivismo en cualquiera de sus formas”. Hoy la novela está más vigente que nunca: es el texto fundamental de los ultraconservadores estadounidenses, el manifiesto literario de aquellos que consiguieron el Brexit, la inspiración confesa del creador de Uber y dos presidentes actuales (el argentino, Mauricio Macri, y el estadounidense, Donald Trump) lo eligieron como su libro favorito.
“Su utopía giraba en torno al libre mercado”, recuerda el holandés Rutger Bregman en su ensayo Utopía para realistas, el best seller de este año que propone todo lo contrario: renta básica universal, semana laboral breve y fronteras abiertas. En El manantial se afirma que el egoísmo, el individualismo y el capitalismo son los únicos métodos para vivir como seres racionales (y se opone al altruismo, la religión y el socialismo que, según Rand, engendran multitudes de pobres a los que llamaba “parásitos sociales”). Emigrada de la Unión Soviética y refugiada en los Estados Unidos, se convirtió en una defensora fanática del capitalismo extremo, y aunque sus novelas ya parecían condenadas al olvido ahora vuelven a leerse. Son el fundamento ideológico para quienes adoran la idea de la meritocracia y desprecian cualquier tipo de solidaridad social: “Se nos ha enseñado que el ego es sinónimo del mal y el altruismo el ideal de la virtud. Pero mientras el creador es egoísta e inteligente, el altruista es un imbécil que no piensa, no siente, no juzga, no actúa”.
En casi 800 páginas de tipografía apretadísima, la novela enfrenta al arquitecto idealista contra un elenco de villanos de caricatura (para mí, leerla fue una experiencia tortuosa pero reveladora: tiene el tono exaltado de un discurso de comité; “es literatura para adolescentes”, dijo otro presidente de los Estados Unidos, Barack Obama, que se declaró en las antípodas del pensamiento de Rand). “Lo que no llego a captar es si la señora Rand fue la creadora de esa filosofía o si lo que tuvo fue una gran intuición para traducir el sentir de un país en el que primaba la libertad individual por encima del interés colectivo”, escribió la española Elvira Lindo, y si es cierto que absolutamente todo lo que pasa en la vida pasó en Los Simpson, cierta vez Lisa observó a una anciana leyendo El manantial y dijo: “¿Ese libro no es la biblia de los perdedores derechistas?”.
Casi setenta y cinco años después, Rand ganó más influencia que nunca: en su ideario se desprecian las palabras solidaridad, altruismo o piedad y frente a ellas se levanta la figura del individuo vigoroso, siempre con el pie firme para aplastar a los parásitos.
CINCO LIBROS DE AYN RAND, LA ESCRITORA FAVORITA DE LOS ULTRALIBERALES
Los que vivimos, 1936
Ambientada en Rusia después de la revolución, es casi una autobiografía sobre las durísimas condiciones de vida que pasó en los primeros tiempos de la Unión Soviética
Himno, 1938
En un futuro totalitario donde el Estado tiene el poder absoluto, un joven vive encerrado en un túnel bajo tierra y escribe los recuerdos de su vida
El manantial, 1943
Con millones de ejemplares vendidos, se adaptó para el cine en una película dirigida por King Vidor y protagonizada por Gary Cooper como el joven arquitecto individualista
La rebelión de Atlas, 1957
Empresarios se rebelan contra el gobierno y los políticos estadounidenses: la novela postula la necesidad de tener un Estado minúsculo
La virtud del egoísmo, 1964
Filosofía objetivista: sólo en la libertad absoluta, sin Estado ni solidaridad ni conciencia colectiva, el hombre puede convertirse en un ser racional
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