Jane Fonda, la rebelde con canas que áun elige caminar descalza
–¿Por qué no caminaste descalzo conmigo por Washington Square...?
El reproche, de Jane Fonda a Robert Redford, pronunciado con más tristeza que enojo, forma parte de uno de los diálogos más memorables creados por Neil Simon para el film de 1967 que juntó a las dos estrellas por primera vez: Descalzos en el parque. A punto de separarse, solo días después de haber contraído matrimonio, Corie (el personaje de Fonda) le cuestiona así a Paul (Redford) su acartonamiento y corrección, su obediencia de las normas sociales y su apego a la discreción, valores opuestos a los impulsos transgresores y audaces de Corie, para quien caminar descalza por el parque es símbolo de la irreverencia con que debe asumirse la vida.
Pasó más de medio siglo desde aquel éxito y ambas estrellas volvieron a seducirse en la pantalla, pero a los 82 añosJane Fonda sigue siendo aquella chica irreverente: casi todos los viernes consigue ser arrestada en Washington por protestar contra el cambio climático, junto a otros activistas, en el Capitolio. Lo consigue, literalmente, porque es lo que busca como forma de utilizar su fama para concientizar sobre la necesidad de que los políticos asuman un gran acuerdo que frene cuanto antes el impacto del calentamiento global. "Probablemente iré esta noche a la cárcel y no será la primera vez –sostuvo en noviembre pasado, antes de su cuarta detención en apenas un mes–. Que me arresten es la manera en que uso mi celebridad para difundir el mensaje de que enfrentamos una crisis que afecta directamente a nuestros hijos y nietos".
A sus protestas de los viernes suelen acompañarla otras figuras de Hollywood, como Rosana Arquette o Catherine Keener. "Nada importante ha pasado sin que haya habido desobediencia civil –subraya Fonda–. Desde la seguridad social hasta la jornada laboral de ocho horas. Eso es gracias a gente que se arriesgó y a la que arrestaron por largos periodos de tiempo".
A lo largo de su vida, la actriz ha desafiado a los sectores más conservadores con actos de audacia mayor. Durante la Guerra de Vietnam enfureció a los grupos nacionalistas al viajar a Hanoi, la capital comunista, y fotografiarse junto a la guarnición de un arma antiaérea, de las que hacían frente a los bombarderos norteamericanos. También apoyó a los Panteras Negras, los grupos radicalizados que contemplaban la violencia en su lucha por los derechos civiles.
Hace un tiempo Fonda declaró a una revista que tras cumplir 80 años imaginaba estar dedicada a la jardinería, como una abuela de su edad. "No pensé que volvería a las barricadas", admitió. Pero la urgencia de la crisis climática la vuelve a encontrar en las calles para alzar la voz y correr riesgos. Luce canas pero no hay perdido la irreverencia que la acompañó siempre. Sigue siendo la muchacha inconformista que confraternizaba con el enemigo o simplemente desafiaba las reglas al caminar descalza por el parque.
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