Juicy Salif: 25 años de un ícono del diseño industrial
Exprimir cítricos con la Juicy Salif es una experiencia de lo más frustrante: el vaso nunca parece estar bien ubicado como para recibir al líquido sin que se derrame, mientras que la pulpa y las semillas se cuelan en el jugo y todo el resto de la fruta termina distribuido entre las manos y la mesada. Un cuarto de siglo después, este logrado anti-exprimidor sigue dando que hablar, ganando fieles y alimentando detractores.
Vacaciones en familia
Corría el comienzo de una nueva década: 1990. Alberto Alessi convocó a Starck para que diseñara una bandeja de acero inoxidable. Pasaron los meses y las vueltas sobre el proyecto, pero el diseñador no logró ninguna forma que lo convenciera. Alessi fue paciente, aunque comenzó a perder las esperanzas. Cuando menos lo esperaba, recibió un sobre desde la Isla de Capraia: adentro viajaba una servilleta arrugada y con manchas de grasa de "Il Corsaro", una pizzería y casa de pastas en la que el diseñador había comido con su familia durante sus vacaciones. Sobre el papel se veían distintos bocetos de lo que luego sería el exprimidor: los calamares con limón del almuerzo habrían servido de inspiración para el sorpresivo diseño.
Ese frío objeto de deseo
Es una única pieza de 27cm de alto y 14cm de diámetro: no incluye accesorios ni recipientes. Su versión original es de aluminio inyectado y pulido; su aspecto, el de una escultura robusta, atemporal, arácnida. Hasta ahora, ninguna descripción encaja con la del clásico exprimidor de cocina, con tapa de plástico calado para filtrar pulpa y semillas, y recipiente con asa para contener al líquido. ¿Es o no es, entonces, un exprimidor? Sí, pero no. En palabras de Starck: "Mi exprimidor no está pensado para exprimir limones, sino que tiene la intención de iniciar conversaciones". No es un provocador gratuito ni un diseñador caprichoso: sus objetivos son claros y siempre superan el aspecto utilitario de los objetos.
La Juicy Salif es, ante todo, una pieza de colección: tal es así que forma parte de la muestra permanente del MoMA de Nueva York, fue elegida para la tapa de Emotional Design, de Don Norman, y cuenta con distintas ediciones limitadas, entre ellas una de 10 mil unidades numeradas y bañadas en oro, lanzada con motivo de su décimo aniversario. Pero no todo es glamour y frivolidad en torno a la Juicy Salif: los problemas que plantea su uso han sido motivo de estudio e investigación por parte de críticos y semiólogos; su análisis, un paso obligado en la agenda académica de las carreras de diseño industrial.
Homenaje a la italiana
Durante la Semana del Diseño en Milán se celebró el 25º aniversario del exprimidor con invitados exclusivos: allí, una Juicy Salif de gran tamaño ofició como libro de visitas para los asistentes, que escribieron y dibujaron sobre la maqueta. Para conmemorar la fecha se lanzaron dos ediciones especiales: una de aluminio fundido con un revestimiento cerámico blanco y otra de bronce de solo 299 piezas numeradas. Por último, a modo de homenaje se presentó el libro "Veinticinco años sin exprimir un limón" de Michele Cogo, una compilación de historias, fotografías y notas periodísticas sobre el exprimidor.

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