
La cima del mundo
Amanecer en el Everest, una experiencia que remite a los misterios de la creación


4.50 am. Ese fue el horario en el que el despertador me arrancó de un sueño profundo. La verdad es que el cambio de horario, que siempre he manejado muy bien en mis viajes, había hecho mella en mí, y mientras manoteaba en la oscuridad para acabar con el incesante sonido, la única neurona despierta en ese momento trataba de adivinar dónde me encontraba.
Con el transcurrir de los segundos mi mente iba disipando las dudas y empezaba a armar el rompecabezas para acercarme a uno de los lugares con más misticismo y espíritu del mundo: el Everest, el pico mas alto del planeta, un verdadero gigante entre gigantes: 8848 metros. Erigido en el Himalaya, forma parte de la frontera natural entre India y Tibet. Para los tibetanos ha sido siempre la montaña sagrada, y la llaman Chomolungma.
Después de viajar 17.000 kilómetros y cruzar casi todo el planeta había aterrizado literalmente en el techo del mundo, librado rápidamente migraciones y aduana, para volver a tomar otro pequeño avión del universo. Para los nepalíes es Sagarmatha, la frente del cielo.
Los numerosos sherpas que habitan en la región del valle del Khumbu, en Nepal, reverencian este lugar y creen fervientemente en la energía espiritual de la montaña. Crean aquí un aire que esta imbuido de un sentimiento de respeto y admiración.
Las historias sobre las expediciones al pico del mundo siempre causaron una tremenda impresión en mí, y durante diferentes periodos de mi infancia me devoré todo tipo de información sobre algunas de las más importantes.
La malograda expedición de George Mallory y Andrew Irvine en 1924 marcó tal vez el comienzo del final de la época romántica de las expediciones y descubrimientos. Todavía hoy se conjetura con la posible llegada al summit de esta expedición, y el descubrimiento del cuerpo de Mallory en 1999 sigue alimentando las hipótesis.
Hubo que esperar hasta 1953 para que la montaña finalmente se rindiera a los intentos del hombre de tocar oficialmente la cima de la montaña. Sir Edmund Hillary y Tenzing Norgay lograron cumplir los sueños de muchos: a las 11.30 de un 29 de mayo se convirtieron en los dueños del mundo y en inseparables amigos de la vida.
Así comenzaba mi mañana, tratando de ubicarme en tiempo y espacio, con todas estas gestas en mi cabeza y mezcladas con una alegría indescriptible.
Durante muchos años de recorrer el mundo había soñado con venir aquí para conocer de cerca el lugar, sus tradiciones, leyendas e historias y lo primero que quería hacer era observar la salida del sol sobre la cadena de los himalayas y ver a febo aparecer sobre la montaña más alta del mundo.
Bien abrigado y con una taza de té caliente en las manos salí al exterior y me deje envolver por la oscuridad reinante. Ante mí se encontraba el maravilloso valle que yace bajo la montaña y podía discernir enfrente de mis ojos la silueta de Chomolungma.
Todo comenzaba a encenderse, los colores tomaban vida, una neblina se suspendía sobre las lomas y cañadas del valle y la mole ya imponía autoridad en mis ojos y alma. Mientras la increíble y solemne belleza del lugar me inundaba el momento estaba llegando. De a poco los rayos iluminaban la bóveda del cielo. La fuerza de la naturaleza y el universo que se desplegaba frente a mí. El sol aparecía lentamente y la majestuosidad del lugar me hacía sentir muy pequeño. "Porque está ahí", dijo Mallory, cuando le preguntaron por qué cometer la locura de escalarla. Claro que estaba ahí. Una lágrima comenzaba a asomar en mis ojos y me dejaba envolver por el misterio de la creación.