Vivió en un pozo oscuro al que sucumbió desde muy joven, luego superó y hoy enfrenta desde diversos proyectos para mostrar que se puede salir hacia una vida más brillante
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Que alguien nos dedique su tiempo, ese es el verdadero lujo de esta época. Como la entrevista será virtual y como esta sección aborda aspectos muy íntimos de los entrevistados, la primera pregunta a Gastón Pauls cuando se encienden las cámaras de la videoconferencia con LA NACIÓN será “¿De cuánto tiempo disponemos?”.“Tengo”, responde, decidido y entusiasmado.
El actor argentino de cincuenta y dos años es reconocido por sus interpretaciones en cine y televisión. Además, conduce y produce contenidos que exploran muchas de las problemáticas sociales que aquejan a los argentinos, principalmente las adicciones, un camino que transitó y conoce en carne propia. “Estoy recuperando mi libertad hace dieciséis años, once meses y veintitrés días.”
-¿Cómo es un día tuyo?
Me levanto a la mañana para llevar a mis hijos al colegio, a las siete y media de la mañana, vuelvo a casa y me siento a trabajar en la Fundación o en otros proyectos que pronto anunciaré, abro el Instagram y tengo entre trescientos y quinientos mensajes que entraron en la madrugada, que es la peor hora para los adictos. Son mensajes de gente que desde las 12 de la noche hasta las 7 de la mañana tal vez estuvo consumiendo y entonces los mensajes son del tenor de “me quiero suicidar”, “mi hija se suicidó”, “no sé cómo parar”, “adónde voy”o me muestran fotos de una soga, de un arma, de un plato lleno de sustancia blanca. Mi día arranca muy intensamente.
-¿Cómo era tu vida antes de emprender esta tarea y qué desafíos tuviste que afrontar que, quizás, no imaginabas al empezar?
Hasta ese momento era una persona más de tantas que tienen ganas de ayudar y no sabía cómo. Ya estando en recuperación me pasaba que de pronto veía a un tipo tomando merca en la calle o aspirando una bolsa de pegamento y me daba mucha tristeza, pero no hacía nada. Hasta que un día vi a unos chicos en Plaza Italia fumando paco y tomando merca, a las cinco de la tarde, un domingo. Entonces me senté en el colchón donde estaban los pibes y le pregunté al que estaba a mi izquierda cuántos años tenía, me dijo once, estaba con la bolsa de pegamento. Le dije “¿por qué no soltás la bolsa?”, “¿y qué agarro?”, me dijo. Le pregunté si no le gustaría pintar, dibujar, escribir, tocar la guitarra y me respondió que sí,“Necesito un lugar para expresar lo que me pasa”. Cuando él me dijo eso, pensé okey, yo conozco músicos, pintores, arquitectos... voy a armar un lugar.
- ¿Cómo resultó La Casa para vos y para los chicos que participan de los talleres?
Ya les dimos talleres artísticos a más de ocho mil chicos y chicas. Ese es mi orgullo. Mi vida antes era mirar el problema y después fue poner las manos en la masa. Respondiendo a tu pregunta sobre los desafíos que tuve que afrontar, a veces pienso que es un proyecto hermoso y a veces es tristísimo porque, si bien me encontré con funcionarios que nos han ayudado, también me he encontrado con un montón de funcionarios, un montón de gente en los medios que tienen una respuesta para la ocasión pero no hacen nada para aportar soluciones. Cuando voy a pedir apoyo me dicen “Sí, es terrible... es terrible lo que está pasando.. ver a una nena de diez años prostituyéndose por consumo...”, cosas así. Lo reconocen. Pero después yo me fui de ahí y no hacen nada. Nada.
La adicción no tiene fondo, pero la recuperación no tiene techo”
- Debe ser frustrante... pero seguís igual, poniendo el cuerpo...
Sí, es un montón y a veces, mis hijos, tanto Muna como Nilo, me remarcan que son las doce de la noche y sigo contestando preguntas. A veces me planteo la contradicción de ver que estan delante mío mi hija y mi hijo y yo no los estoy viendo por estar sumergido en responder a tantos mensajes. Ahí me doy cuenta de que tengo que encontrar el equilibrio para no convertirme después en un adicto a eso, porque mi propia vida también está en mi presente, con mis hijos.
- ¿Qué fue y qué es hoy lo más difícil de llevar adelante la fundación?
Primero fue el desconocimiento, lograr que la gente que ya venía trabajando en prevención de adicciones pudiera confiar en mí y en el trabajo que nosotros estábamos proponiendo. Al final todo, casi siempre en la vida es una cuestión de confianza: con una pareja, con un trabajo, con un compañero de laburo. Por suerte hubo mucha gente que confió en que lo que nosotros queríamos hacer era honesto, era genuino y estaba hecho con el corazón. Después de veinte años puedo seguir mirando a la cara a la gente con la que empecé a laburar y lo más gratificante es saber que los pibes y las pibas que recibieron los talleres nos quieren, algunos de ellos hoy ya son madres y padres.
- ¿Cuánta gente pasó? ¿Cuánta gente fue recuperada? ¿Cuánta se perdió en el camino?
- Entre las charlas y los talleres, unos seiscientos diez mil chicos y chicas. Las charlas surgieron en los últimos diez años para poder profundizar el trabajo porque nos dimos cuenta de que los chicos que venían a los talleres estaban inmersos en una cultura de consumo que tal vez los precedía, sus padres o eran adictos o los pusieron a vender. Estuve hablando de esto en la conferencia anual de la UIA también.
-¿Sentiste receptividad en los empresarios cuando te escucharon?
Hoy, en todas las empresas más grandes del país hay adictos. Y en algunas hasta tristemente hay gente vendiendo adentro. Entonces, el problema está instalado en toda la sociedad, en el mundo político, en el mundo mediático, en las empresas, en la calle. Es cada vez más complejo, ya no pueden seguir pensando que el problema solo lo tenían un par de pibes en la calle, el loquito o el borracho de la familia.
- Y también en los colegios, ¿no? ¿Trataste el tema de las drogas y la escuela con tus hijos?
Hace unos días estuve participando de una mesa multisectorial integrada por sindicatos, empresas, ministros, que logré reunir para debatir cómo encaramos entre todos la cuestión del consumo. También participó mi hija, Muna (15 años), que pidió la palabra para preguntar por qué no había gente joven sentada en esa mesa. “Si nosotros somos una de las principales víctimas del asunto, ¿por qué no convocan jóvenes?” Ese es el nivel de conciencia que tiene mi hija porque yo hablo con ella desde que era chiquita, aunque dejé de consumir antes de que nacieran mis hijos, ellos veían que yo iba a los grupos de narcóticos anónimos.
Pero mi hija, cuando tenía unos siete años me dijo: “Papá ¿dónde vas todos los días? ¿Por qué te vas?”, yo le respondí “A un grupo; los diez días me preguntó “¿A qué vas al grupo?”, “A hablar de mí.” y no se conformaba, seguía queriendo saber que iba a hablar de mí y decidí explicarle todo. “Voy a contar que hice cosas que no me hacían bien y ahora me hace bien hablarlo con el grupo”. Pasó un año y volvió a preguntar más sobre el asunto “¿Qué hacías que no te hacía bien?” Entonces le dije que así como hay gente que toma mucha gaseosa, otros fumna mucho cigarrillo, yo consumía cocaína y le conté todo lo que te hace la cocaína. O sea, que para mí es súper natural poder decirle a un pibe, del mismo modo que le decimos que no meta los dedos en el enchufe, que no meta cocaína o paco en su nariz.
-Sí, pero igual sabemos que es inevitable que en la adolescencia quieran probar porro o alcohol y viste que hay padres que prefieren hablar, regularlo antes que prohibirlo del todo. ¿Vos qué pensas?
No sé si es inevitable que prueben. Creo que es muy factible que lo hagan y no sé si se puede evitar, pero siempre estoy en contacto con un montón de pibes... uno de los mensajes más lindos me lo mandó un pibe de dieciseis años que, después de una charla que dí en Darregueyra, un pueblo cercano a Bahía Blanca, me mandó un mensaje por Instagram que decía: “Mirá, Gastón, mis amigos toman pero yo decidí que nunca voy a tomar”. Mi testimonio por lo menos hizo que un pibe entendiera que no es tan gracioso lo que termina pasando con la cocaína, que no es muy gracioso lo que termina pasando con el alcohol. No creo que haya ningún alcohólico en el mundo que haya podido salir y que vaya por la vida diciéndole a los chicos beban mucho vodka, si pueden, tomen absenta, desayunen con tequila. Lo que yo hago, no sé si es evitar que prueben pero creo que los adultos tenemos la responsabilidad de informar bien que hay mucha promoción del consumo y bastante menos promoción de la recuperación. Lo único que estamos haciendo es un contrapeso, pero es necesario.
- ¿Y qué le dirías a los padres frente a los desafíos de los UPD y las previas? Yo los pasé y te digo que no es nada fácil de controlar esos rituales, se puede contener pero es un desafío titánico para muchas familias.
Es difícil porque el medio social todo el tiempo te está invitando a consumir, pero si no cambiamos los que podemos hacerlo, la cosa se va a poner peor. Está pasando ahora con las apuestas, jugadores de fútbol que están haciendo publicidad, periodistas deportivos promocionan casinos, tenemos que atacar el problema todos juntos, no contar con la individualidad de cada casa, porque el afuera cada vez está más cruel, desde las redes sociales, los medios de comunicación y hasta el kiosco que le vende, en vez de promocionar el consumo podemos negarnos.
-Ese es el punto, quién se planta y dice “acá no”, sabiendo que otro tal vez lo va a hacer igual.
Absolutamente, pero lo que digo es, y a los hechos me remito, cuando una madre me agradece porque su hijo hace un año que está limpio, yo pienso que no todo está perdido, que ese pibe que consumía y ya no lo hace, posiblemente mañana con más inteligencia que yo, le va a transmitir a dos, y después esos dos se lo transmitirán a cuatro. Por eso insisto en hablar del tema, la otra es entregarme, me callo la boca, acepto una de las... a mí me ofrecieron literal, más de diez mil dólares mensuales para promocionar casas de apuestas”, porque esos son los números que manejan, incluso sabiendo de mi trabajo.
-¿Y te tentó aceptar?
Por supuesto, cuando me lo ofrecieron, la cabeza por un segundo te dice “no te vendrían mal diez luquitas”, pero enseguida vuelvo a mi eje. Hay que estar muy despierto para no caer porque la oferta del consumo está todo el tiempo, con publicidad de alcohol, con publicidad de apuestas, con publicidad de comida, con publicidad de un montón de cosas. Es una batalla muy desigual, pero bueno, David le ganó a Goliat.
- Parafraseando a ese chico de Plaza Italia te pregunto: ¿Qué “agarraste” vos para dejar de consumir?
Primero, empecé a creer en un poder superior al que pude pedirle ayuda cada vez que estuve desesperado. Yo no creía en nada, como el noventa y nueve coma nuevo por ciento de la gente que no es creyente pero de pronto está en medio del maremoto y ve que se empieza a hundir y ya no tiene otra opción más que pedirle ayuda a un poder superior. Yo, que no creía en nada, le pedí ayuda a Dios, después, a mi pareja de ese momento, que después fue la madre de mis hijos, Agustina Cherri, y empecé a ir a las reuniones de los grupos anónimos, adonde sigo yendo.
- ¿Qué identifica a una persona adicta?
El adicto es el que empieza a perder los límites, a perder la cordura, a tomar decisiones absolutamente peligrosas, además, y que una dosis no es suficiente o una dosis es demasiado. Te pueden matar una dosis y mil no son suficientes. Quieren mil, quinientas. ¿Con esto qué quiero decir? Que esta es una enfermedad de autodiagnóstico. Lo que siempre busco al dar las charlas es que cada una de las personas pueda hacer una autoevaluación, algo que no es muy habitual. No estamos acostumbrados a autoevaluarnos. Siempre es otro el que nos califica, sin embargo para reconocer que uno es una persona adicta, la autoevaluación es fundamental. En La Casa brindamos un curso autoasistido gratuito para que cualquier persona en su casa, sin necesidad de salir, pueda hacerlo online y pueda identificar el problema en una primera instancia. Para armar ese curso trabajaron los principales especialistas de la Argentina: Nacho O’Donnell, Claudio Greco, Maritchu Seitun y Carlos Damin.
“Los adictos, pagamos con nuestra libertad”
- Te escucho, por un lado con esperanza y por otro, con algo de frustración...
Estamos hechos de las dos cosas. Laburamos con la esperanza que te da el pibito que te dice que hace dos años que no consume y eso te alegra, y también con la tristeza que te da el pibito que se pegó un tiro a los once años porque perdió una apuesta online. Hoy está repleto de influencers y de clubes de fútbol y de un montón de gente promocionando las apuestas. Y las apuestas se están llevando pibes. Es una batalla muy desigual, pero recordemos que David le ganó a Goliat.
-¿Qué pensaste cuando se lo acusó a Teto Medina?
No sé qué pasó, no puedo decir nada. Solo recuerdo que ese día estábamos yendo a pedir, muchas personas y organizaciones, que se tratara la ley de salud mental para impulsar una ley de adicciones. Me pareció muy extraño todo, por eso no puedo opinar en ese caso, porque desconozco. Pero en todo lo que se mediatiza, siempre hay que tener presente que hay muchos intereses de un lado y del otro, siempre, cualquier cosa que pasa, si es en un medio, se va a hablar de una manera, si es en otro medio, se va a hablar de otra, entonces yo ante determinadas cosas, guardo un silencio muy respetuoso por aquellos que quizás están poniendo el amor, el corazón a ayudar a los que lo necesitan.
- ¿Qué representa para vos hoy ser un adicto en recuperación?
Para mí la más hermosa de las bendiciones que me regaló mi poder superior, Dios. Estar en recuperación es recuperar la memoria, es recuperar amigos, es recuperar relaciones, es recuperar lucidez, es recuperar el alma y yo la recupero diariamente. No, no es que ya la recuperé de una vez y para siempre, sino que estoy en ese camino de recuperar momentos, afectos, oportunidades. Lo más importante que había perdido es la libertad. Así como la palabra “adicto” viene de “no decir”, también viene de “adictus”, así llamaban a los esclavos en Roma, cuando alguien tenía una deuda y no la podía pagar, pagaba con su libertad.
- ¿Qué es la libertad?
La libertad para mí primero es mi casa, cuando digo mi casa es esta casa, es mi contacto con Dios. La libertad es levantar a mis hijos y no quedarme dormido, porque tengo la libertad, entre comillas, para quedarme dormido y olvidarme de mis responsabilidades. Pero la libertad es mirar a mi hijo y decirle que lo amo. La libertad es también que mi hijo sepa que si yo le digo que a las 12 del mediodía voy a estar, 11 y 59 yo estoy ahí. Eso es libertad. Y la libertad también es poder decir que no y poder decir que sí, y por sobre todas las cosas, la libertad que tengo para decirle a un pibe que veo tomando cocaína “hacé lo que quieras porque sos libre, pero mirá que la cocaína no sabemos de dónde viene y no te va a hacer muy bien ni al tabique de tu nariz, ni a tu alma ni a tu cabeza”...Yo hoy uso mi libertad para decirles eso a quienes necesitan oírlo.-
Canciones para escuchar sus voces
Acaba de lanzarse el disco Canciones de libertad, con letras escritas por chicos y chicas en recuperación que participan de uno de los talleres de escritura que brinda la Casa de la Cultura de la Calle, fundación que creó en 2004. El primer corte, Todo depende de mí, interpretado por Benjamín Amadeo y producido por el también actor y hermano de Gastón, Nicolás Pauls, ya puede escucharse en todas las plataformas y ese anuncio motiva la esperanza de continuar con un trabajo desafiante y, muchas veces, repleto de sinsabores.
-¿El hecho de que sos alguien conocido ayuda o interfiere en la llegada de tu mensaje?
Tristemente, todavía en este país, parece que el de las adicciones es un tema menor. Los problemas de consumo se están llevando millones de personas por año y no se habla del tema lo suficiente. No se apoya lo suficiente desde los medios. A mí (los periodistas) me han consultado muchas veces con quién me levanté o con quién me acosté. Literalmente lo digo, Daniela, tristemente, siento que cuando tengo la oportunidad de contar en los medios algo sobre las adicciones, muchas veces solo me dan espacio por una cuestión morbosa casi, pero digo, desde la prevención concreta, los medios están muy poco preparados, muy poco conscientes.
¿Respondés todos esos mensajes de los que hablabas que te mandan?
Durante una hora o más, me pongo a responderlos, a veces son tres horas. Según lo que cada uno me plantea los vinculo con lugares de recuperación de adicciones, comunidades terapéuticas o lo que me parezca útil. Es que, tristemente, esta es una enfermedad que a veces el adicto tiene un segundo y medio de reacción, y si no apurás la ayuda, tal vez a los tres minutos ya está consumiendo de nuevo. Cada segundo es importante.
- Desconocía que vos le ponías tanto el cuerpo...
Es que no hay otra opción más que hacer este trabajo. No hay ninguna otra manera de hacer un trabajo como el que quiero hacer que no sea poniendo el cuerpo. El cuerpo lo pongo de dos maneras. De manera personal, contestando los mensajes que me llegan, algo que es muy difícil porque no soy un especialista, solo soy un adicto en recuperación que tiene contactos y gente que sé que trabaja bien a la que puedo referir. Así que yo lo único que hago es tender un puente entre el pedido de ayuda con la ayuda concreta.
- ¿Qué puede encontrar en La Casa la gente que se acerca buscando ayuda ?
Desde la fundación, trabajamos haciendo un trabajo de prevención y vinculando con distintas organizaciones que dan tratamiento de recuperación, nosotros no hacemos ese trabajo. Con el ciclo de charlas, llamadas “Hablemos”, procuramos, en primer lugar, que cada vez menos gente consuma cocaína o paco creyendo que esas sustancias les van a dar una respuesta a los problemas de sus vidas. Ya hablé frente a más de 600 mil personas, para evitar que los chicos, por simple curiosidad, den ese paso peligroso de meterse cosas en la nariz por curiosidad, que sepan que eso es un peligro real.
La Casa fue distinguida por la Legislatura de la Ciudad de Buenos Aires por los veinte años de su labor, en particular por los tres discos Canciones de Cuna publicados entre 2010 y 2021, en los que artistas como Luis Alberto Spinetta, Fito Páez, Julieta Venegas, Fabiana Cantilo o Ricardo Mollo musicalizaron las letras escritas por niños y adolescentes de siete a veintiun años.
“Tanto las canciones de cuna como el nuevo disco, Canciones de libertad fueron realizados para que la voz de los chicos pueda ser escuchada”, explica Gastón Pauls. “Que Spinetta le pudiera poner voz y música a la letra a lo que estaba diciendo Lucho, que Ricardo Mollo le pudiera poner música y voz a lo que Nai, mi hija adoptiva y que se murió, pudiera ser escuchada. Necesitamos escuchar a los pibes que están diciendo un montón de cosas.”, expresa Pauls.
Sin embargo, los logros no compensan la frustración que todavía Gastón refleja y no dejará de exponer durante toda la entrevista: “El otro día fui a un lugar donde se venden cerámicas y había un cartelito que decía ‘Niño rompe, padre paga’ y eso me hizo pensar que estamos haciendo las cosas al revés, los adultos rompemos y los niños son los que están pagando. El descontrol que son las apuestas online, las guerras en el planeta, todo eso lo van a pagar los chicos y parece que nunca hay sanciones para frenar el daño.”.
Paradójicamente La Casa, no tiene un lugar físico al que las personas puedan acudir. No dan los costos. Los talleres se realizan en distintas instituciones que los convocan o prestan sus espacios para poder hacer las actividades: organizaciones como Casa Fátima, Somos Familia y el Consejo de Niños, Niñas y Adolescentes de la ciudad de Buenos Aires, facilitaron a lo largo del año las aulas donde se impartieron más de 400 talleres y actividades de expresión durante el año. Está claro, queda mucho por hacer porque la lucha no está ganada. “Con nuestro equipo, aunque no es muy grande, tenemos el compromiso de seguir trabajando en vencer el silencio que nos rodea, porque ese silencio es lo que alimenta y protege a los responsables de que sea tan difícil contener el peligro de las adicciones.”.
Dónde consultar: @lacasa.ong, cacuca.org.ar
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