Rostros, palabras y realidades de trabajadores que unen su voz para reconocer al hombre que les devolvió la libertad
“Porque ser libre no es solamente sacarse las propias cadenas, sino vivir de una forma que respete y mejore la libertad de los demás”, proclamó Mandela durante toda su vida.
Nelson Rolihlahla Mandela, abogado y político, nació el 18 de julio de 1918. Fue el primer presidente de Sudáfrica elegido democráticamente. Su vida fue un ejemplo de lucha contra el apartheid dentro y fuera de su país. En 1962 fue arrestado y condenado por varios cargos, permaneciendo prisionero durante 27 años en penosas condiciones. Pero a pesar esta terrible experiencia, Madiba (como le decían cariñosamente) no eligió el odio como camino, sino la paz y la libertad.
Recibió más de 250 premios y reconocimientos internacionales, incluido en 1993 el Premio Nobel de la Paz.
En homenaje a los cien años de su nacimiento, rostros, palabras y realidades de trabajadores que unen su voz para reconocer al hombre que les devolvió la libertad y que sigue vivo en cada uno de los corazones de los sudafricanos.
Anna y David Mourant (Barberton):
Ella es profesora; él, geólogo. Ambos se jubilaron y cumplieron hace unos años el sueño de tener el ecohotel Aloe Ridge. David ofrece a sus huéspedes avistaje de aves; Anna, una línea de cremas y jabones naturales, cuyas materias primas provienen de su huerta orgánica.
"Es muy difícil decir lo que significo para mí y, de hecho para nuestro país, en un breve mensaje. Si hubiera una palabra, sería dignidad. Aquí había un hombre que, admitámoslo, había sido maltratado durante muchos años, pero cuando salió de la detención tenía un aura inmediata de dignidad. Incluso después de todas las dificultades que había sufrido, estableció el estándar para todas las negociaciones prolongadas que siguieron. Dirigió con el ejemplo, y si más líderes en todo el mundo pudieran darse cuenta de que el liderazgo es un escenario de comportamiento que luego impregna al país, creo firmemente que el mundo estaría en un estado mucho mejor. El aura de dignidad se mantuvo incluso en las circunstancias más difíciles y mantuvo a este país fuera de la guerra civil por sí solo. Un hecho que mucha gente solo se dio cuenta mucho más tarde. El verdadero significado de la palabra: un ícono", dice David.
Nomangesi Dayimani (Langa):
Le dicen Sugar por la dulzura de su mirada, trabaja como guía turística en la villa de Langa. Allí, la gente es de bajos recursos, las casas son muy precarias. A cambio de una pequeña cuota mensual, el gobierno construye viviendas con paneles solares que los provee de agua caliente.
"Mandela es una leyenda viviente que nos enseñó a tener una vida mejor en el país sin usar armas, usando solo su conocimiento para juntar a las personas. Soy lo que soy gracias a ese hombre, es el padre de la nación", afirma Nomangesi.
Margot Janse (Franschhoek):
Nacida y educada en los Países Bajos, hasta el año 2017 fue la chef del restaurante Le Quartier Français, considerado uno de los mejores de Sudáfrica.
Dice de Mandela: "La integridad, honestidad, dedicación y completo desinterés de Madiba siempre serán una inspiración. Llegué a Sudáfrica dos meses después de que fuera liberado de la cárcel y he sido testigo de la transformación de este país como una sudafricana orgullosamente "adoptada" y una extranjera. ¡Qué hombre tan increíble! Es posible que nunca dejemos de honrarlo".
Losta Mkasi (Mpumalanga):
En sus comienzos, el jardín de infantes Happy Homes funcionaba en una casilla de chapa. Ahora, su directora cuenta con orgullo que tiene cuatro aulas de ladrillos, sanitarios, huerta y cocina para más de 120 niños, gracias a la ayuda de la ONG Africa Foundation.
"Madiba nos dio la libertad. Es un gigante, nuestro primer presidente negro. Es un héroe", se entusiasma Losta.
Marc y Phillip Cronje (Nelspruit):
Padre e hijo comparten la pasión por los animales, especialmente por los chimpancés. Phillip fue el gerente del Jane Goodall Institute y Marc, uno de sus guías. Trabajan en la conservación, rehabilitación y el rescate de los chimpancés recuperados de circos, cazadores y traficantes.
"Mandela mejoró las condiciones de las clases populares y puso a Sudáfrica en el mapa internacional", dice Phillip.
Candice-Lee Oelofse (Ciudad del Cabo):
Es empleada en un comercio y colabora con Our Kids of the Cape, un programa que ayuda a los niños en situación de riesgo de Ciudad del Cabo.
"Cuando pienso en Nelson Mandela, dos palabras vienen a mi mente: compasión y bondad, las dos mejores cualidades que una persona puede tener", señala Candice.
Eckson Sithole (Reserva Sabi Sand):
El experto rastreador y guía de la tribu shangaan trabaja hace varios años en el lodge Kirkman´s Kamp que comparte fronteras sin barreras con el famoso Parque Nacional Kruger. Recorre cada día la sabana africana en busca de los Cinco Grandes: el león, el rinoceronte, el búfalo, el leopardo y el elefante.
"Mandela es sinónimo de libertad", sentencia Eckson.
Mariana Siga, Michael Scannell y su hija Emilia (Pretoria):
Michael fue asesor de Seguridad en el Departamento de Seguridad de las Naciones Unidas en Sudáfrica y junto a su mujer argentina Mariana Siga y su hija Emilia vivieron 3 años en ese país.
"Con respecto a qué significa Mandela para nosotros, no sé por dónde empezar. Puedo decirte que estábamos muy orgullosos y entusiasmados de ir a vivir en el país donde el trabajo, la dedicación y los valores de un hombre tan especial produjeron el fin del apartheid que se caracterizó por ser una política de segregación racial fundada en doctrinas de discriminación racial y que dio lugar a innumerables masacres de personas inocentes. Si bien la lucha contra el apartheid tuvo muchos combatientes, fue la dedicación, la tenacidad y la fuerza de Mandela la que provocó el cambio. Es difícil creer que en una sola vida (por más larga que esta sea) se pueda ser tantas cosas: abogado y defensor de la libertad, preso político, defensor de la paz, vocero de la reconciliación, ejemplo para generaciones de líderes de todo el mundo. Se podría hablar horas del legado de Nelson Mandela y no se le estaría haciendo justicia. Sencillamente, habría que agradecerle el regalo que nos hizo: mejorar el mundo en que vivimos".
Un país de contrastes
Sudáfrica tuvo recién en 1994 sus primeras elecciones democráticas, luego de muchos años de cruenta lucha para lograr el fin del apartheid. Millones de personas, antes excluidas, tuvieron acceso a la educación, vivienda, atención médica, electricidad, agua potable y, lo que es más importante, derecho a votar. Aunque hoy, todavía hay muchas cosas que resolver, como el desempleo y la pobreza.
Fue una estación de paso para los comerciantes holandeses, que en el siglo XVII reponían sus bodegas en El Cabo en el curso de sus largos viajes hacia Oriente.
Ubicado entre dos océanos, posee sendas costas con kilómetros de magníficas playas de arena. Está surcado por numerosas cadenas montañosas, sabanas y desiertos. Cuenta con más especies de flora y fauna que ningún otro país de África.
Sudáfrica es conocida por su diversidad de culturas, idiomas y creencias religiosas, por lo cual se la llama la nación del arco iris. Tiene once idiomas oficiales: inglés, afrikáans y nueve lenguas étnicas, de las cuales el zulu y el xhosa son las más usadas.
Es impresionante la vista de miles y miles de casas muy precarias cerca del aeropuerto de Ciudad del Cabo, en contraste con la modernidad de lugares como Sandton City, en Johannesburgo, que por sus grandes centros comerciales y lujosas viviendas parece una localidad de los Estados Unidos. Allí el consumo reúne a los sudafricanos, negros, blancos, hindúes.
El sistema de transporte público en general es precario. Hay personas que para llegar a sus trabajos tienen que recorrer muchos kilómetros caminando; los que están en mejor estado físico lo hacen corriendo.
La zona de los viñedos de El Cabo es un placer para los sentidos. Ubicado entre montañas majestuosas y laderas cubiertas de árboles frutales y viñedos se encuentran pintorescos hoteles y exquisitos restaurantes para degustar y disfrutar los mejores vinos producidos en el país.
Los sudafricanos tienen arraigada la preocupación por la naturaleza y su preservación. Aproximadamente cuentan con 150 reservas naturales, de las cuales 21 son parques nacionales. Esta protección y preservación de los espacios naturales constituye, sin duda, una de sus mayores atracciones turísticas. Los guías se encargan de que uno se convierta en un experto en el mundo animal.
Amable, el sudafricano siempre tiene una sonrisa en el rostro. Hace que uno se sienta en su casa y quiere que se conozcan sus costumbres. En cada ciudad o comunidad hay gente interesada en ayudar a los sectores más vulnerables.
Como dice Richard Stengel en su libro El legado de Mandela (Editorial Temas de hoy, 2010): "A los que dicen que todo ocurre por una razón, él respondería que nosotros somos la razón y que nosotros somos lo que hacemos que las cosas sucedan. No existe ningún destino que determine nuestro final; somos nosotros quienes lo determinamos".
Mandela, con su ejemplo y su vida, forjó el gran sueño de una Sudáfrica libre y en paz. La lucha por hacerlo realidad aún continúa en la vida cotidiana de toda su gente.
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