Las cartas más mentadas
Consultado desde tiempos inmemoriales, en la actualidad el tarot goza de excelente salud. Escritores, artistas plásticos y estudiosos se rinden ante la sugestión de sus símbolos. Algunas claves para entender una práctica que no deja de ganar adeptos
lanacionarComo todos los saberes cuyo origen se pierde en el tiempo, dispone de hermosas historias para narrar su nacimiento. Así lo cuenta la tarotista y astróloga Beatriz Leveratto: “Algunas teorías dicen que cuando Moisés recibió las Tablas de la Ley, hizo dibujos para transmitir mejor la palabra divina. Así surgieron los Arcanos Mayores y Menores del tarot. Los primeros fueron custodiados por los judíos; los segundos, por los gitanos. Justamente, los dos pueblos errantes”.
Existen otras tradiciones, que ubican los inicios del tarot en los antiguos templos iniciáticos egipcios y lo asocian con la mítica figura de Hermes Trimegisto (considerado el padre del saber hermético). También hay quien lo vincula con los cátaros medievales, que habrían utilizado las cartas del tarot para la transmisión de sus convicciones filosóficas.
Hija de madre psicoanalista y padre ingeniero, un buen día Leveratto decidió que la razón occidental no le bastaba para entenderse a sí misma ni para comprender el mundo que la rodeaba. Así llegó al tarot. “Un libro viviente –asegura–. Escrito en un lenguaje simbólico, que permite tomas de conciencia inmediatas”.
¿En qué se basa este particular libro? Como lo sabe todo aquel que haya curioseado entre las mesas de tarotistas que abundan en plaza Intendente Alvear (más conocida como Plaza Francia), sus hojas son, en realidad, un mazo de cartas. Lo integran los 22 Arcanos Mayores, identificados como El Loco, El Mago, La Sacerdotisa o Papisa, La Emperatriz, El Emperador, El Papa, Los Amantes, El Carro, La Justicia, El Ermitaño, La Rueda de la Fortuna, La Fuerza, El Colgado, La Muerte, La Templanza, El Diablo, La Torre, La Estrella, La Luna, El Sol, El Juicio y El Mundo. Algunos tarotistas incorporan a la tirada de cartas los 56 Arcanos Menores, integrados por la muy familiar baraja española con sus bastos, copas, espadas y oros.
Pese a ser mayormente conocido como una práctica de adivinación, el tarot parece haber surgido ligado a otro tipo de búsqueda: “Creo que es más un trabajo de autoconocimiento que de predicción –asegura Leveratto–. Las imágenes hablan del destino humano; recrean un proceso de aprendizaje”.
De hecho, las concepciones sobre el inconsciente colectivo desarrolladas por el psicólogo suizo Carl Gustav Jung suelen vincularse con los símbolos y arquetipos con los que trabaja el tarot. “Los Arcanos nos guían hasta lo más hondo de la psiquis –señala el psicólogo junguiano Roberto Manuel Torres–; nos remiten a la posibilidad primordial de nuestra vida: la del conocimiento de nosotros mismos.”
¿Cuál es la simbología encerrada en estos naipes? En el caso de los Arcanos Menores, las copas (agua) están ligadas con los sentimientos, los bastos (fuego) con el deseo, las espadas (aire) con el pensamiento y los Oros (materia) con el dinero. Ahora bien, estos naipes componían las barajas destinadas a la plebe. “Eran los que hablaban sobre cómo encaramos la vida cotidiana, las cuestiones de todos los días”, apunta Leveratto. Por eso, con los siglos, derivaron en todo tipo de juegos y usos más bien livianos. “La única que se escapó es el comodín, que es El Loco de los Arcanos Mayores, que simboliza el todo y la nada”, explica la tarotista. Efectivamente, los grandes temas quedaron circunscriptos a esta otra serie de cartas. Por ejemplo, El Mago alude a la ilusión que permite que el espíritu encarne; La Sacerdotisa se vincula con la idea de matriz; La Emperatriz, con el desarrollo de la sensualidad; El Emperador, con aquello que da estructura y solidez; La Rueda de la Fortuna, con la noción de circularidad y cambio, y El Mundo, con un estado de plena conciencia y unión.
Algunos vinculan los elementos propios del tarot con los de la astrología. Así lo hace el astrólogo y tarotista Waldo Casal: “Dentro de los Arcanos Mayores se encuentran los símbolos planetarios. Esto permite hacer asociaciones, ya que la astrología trabaja con diez planetas y doce casas zodiacales (los signos); exactamente el mismo número que los arcanos”.
Ya fuera como sistema de predicción, como filosofía encriptada o ambas cosas a la vez, el tarot llegó a Europa desde Oriente Medio a través del Mediterráneo, se plasmó en la baraja marsellesa (cuyos más antiguos testimonios son de alrededor del siglo XVII) y perduró hasta la actualidad. Incluso logró una curiosa paradoja: renovarse y cobrar fuerza a lo largo del cientificista siglo XX. Aleister Crowley, aquel ocultista con quien estudiudió Xul Solar durante su estada en Europa a principios de la década del 20, desarrolló un inquietante y modernista mazo de tarot. Edith Waite, otra estudiosa del tema, actualizó los dibujos de los arcanos, para hacerlos más accesibles a la sensibilidad de los usuarios contemporáneos. Su mazo es muy utilizado actualmente. Por su parte, Bárbara G. Walker, feminista interesada en religiones, antropología y mitología, creó un tarot claramente influido por sus trabajos sobre el poder de lo femenino en el mundo pagano. “Los autores modernos agregaron elementos de su propia personalidad –explica Leveratto–. Hay que sentir afinidad con las cartas; eso define qué tipo de mazo se elige para trabajar.”
Puesta a hablar sobre las populares tiradas de cartas, a Beatriz le gusta usar una metáfora inspirada en las ciencias físicas: “Tarotista y consultante irradian energía. Son como dos imanes. Las cartas serían las limaduras de hierro, que se mueven activadas por ese encuentro energético”. Por su parte, el escritor, historietista y cineasta chileno Alejandro Jodorowsky, también conocido defensor del tarot, asegura en su libro Psicomagia: “Es como un espejo que te permite desarrollarte en la medida en que vas viendo más y más de ti mismo. Yo lo uso para los demás y también para mí, para asomarnos a este espejo y poder comprendernos. Porque el tarot es una máquina metafísica. Un organismo de imágenes y formas muy difícil de resumir, uno de los primeros lenguajes ópticos de la humanidad”.
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Marcela Estrada, entre naipes y óleos
Dice que desde muy chica decidió que el mundo de la plástica sería su mejor refugio. Dice, también, que en las enigmáticas figuras del tarot encontró un camino de conocimiento. “En nuestra civilización estamos acostumbrados a lo tangible, lo material. Pero el mundo está lleno de elementos imperceptibles a simple vista. Lamentablemente, los occidentales nos hemos olvidado de eso”, asegura la artista plástica Marcela Estrada, que, coherente con estas ideas, desarrolló una serie de cuadros inspirados en los Arcanos Mayores.
“Con estas pinturas algo se te despierta”, asegura. Cuenta, entonces, que cuando tenía 13 años y alguna situación la hacía sufrir, simplemente, se iba de la realidad. “Me pasaba algo llamado ausencias. Escuchaba lo que estaba pasando, pero los sonidos eran más fuertes, los colores como en blanco y negro. Yo oía que mi mamá me llamaba, pero no podía volver. Les decía a las piernas ¡muévanse!, y no se movían. Me iba, por el dolor, a un mundo místico. Ahora me sigo yendo, pero de otra manera. Traigo algo de ese mundo y lo pongo en la realidad, en la pintura –explica, con voz serena–. En vez de irme hacia un Dios que no está, estoy aprendiendo que Dios está acá: en vos, en mí, en la casa. Celebro la vida. Y las cosas empiezan a salirme mejor”.
Marcela comenzó su serie por El Mago (“el primer arcano, el que contiene todos los opuestos y todas las contradicciones”).
Descubrió que, mientras las pintaba, las cartas adoptaban la forma de rostros conocidos. Los más amados por ella. Así, en Los Amantes dibujó a la familia de una de sus dos hijas, en El Emperador a su hijo menor, en El Papa a su padre. “Me daba cuenta de que, mientras pintaba, vivía poderosamente cada arquetipo. Por ejemplo, cuando estaba en El Colgado, me decía que siempre se puede salir de una situación difícil. Porque sabía que la carta siguiente era La Fortaleza”. Así siguió, hasta poner el último trazo de color a El Loco, “arcano ligado con el renacimiento emocional, el cambio y la creación”, se regocija. Presentó sus cuadros a mediados de 2006, en la Galería Sara García Uriburu. Entre sus planes para 2007 está llevar la muestra a Francia y exponerla en la Casa Argentina en París, entre junio y julio. Para que la Rueda de la Fortuna siga girando.
Algunos libros
El libro del tarot egipcio, de Bibiana Rovira (Kier); Tarot 1, Los Arcanos Mayores, de Beatriz Leveratto (Kier); Tarot 2, Arcanos Menores, de Beatriz Leveratto (Kier); La Cábala de predicción, de J. Iglesias Janeiro (Kier); Astrología y tarot, de Beatriz Leveratto y Alejandro Lodi (Kier); Psicomagia, de Alejandro Jodorowsky (Siruela); La vía del tarot, de Alejandro Jodorowsky (Siruela)
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