Leo Piccioli. “Vivo de dar conferencias, trabajo de charlatán”


Leo Piccioli, ex CEO de Staples Argentina y gurú del emprendedorismo vernáculo, acaba de publicar por cuenta propia su segundo libro, Soy solo. Historias honestas de liderazgo para ser feliz en el siglo XXIy más allá. Después de una primera experiencia desafortunada como autor publicado por una editorial, Piccioli decidió probar suerte en una plataforma de financiamiento colectivo. De inmediato, recibió el apoyo de varios lectores, que contribuyeron para que un volumen de cerca de 400 páginas con claves para guiarse en el mundo del liderazgo sin perder la humanidad se hiciera realidad. Piccioli, que nació en Buenos Aires en 1971 y se recibió de economista en la Universidad de Buenos Aires, dejó de ser gerente de empresa a los 45 años para dedicarse a brindar conferencias, escribir artículos semanales en LinkedIn y continuar su aprendizaje. Su lema de vida proviene de una frase que se le atribuye a un anciano Miguel Ángel: "Aún aprendo".
"Me empeciné con que tenía que publicarlo, que valía la pena, que a la gente le iba a encantar –dice Piccioli a LA NACION sobre Soy solo, que toma el título de su artículo más leído en la web y que escribió luego de renunciar a la empresa que había visto crecer durante años-. Aprendí mucho del error que cometí con mi libro anterior, La venganza de los nerds, de 2012. ¿Viste que está de moda aprender del error?".
–¿Tu primer libro fue un error?
–Sin duda. Y aprendí mucho. Entendí todas las complejidades del mundo del libro y también el valor que tiene la editorial para un autor. Este lo hice sin editorial, un poco a pesar mío. Una editorial da más de lo que uno presupone. Le tuve que poner el cuerpo a todo. Tomé la decisión porque me parece una falta de respeto que al autor solo se le pague el 10% del precio de tapa. Levantás un libro y decís "qué bueno, ojalá le vaya bien y se haga millonario", pero el autor apenas se lleva el 10%. Después entendí que toda la cadena de distribución es la que se lleva grandes porcentajes.
–Te pareció injusto.
–Entiendo cómo se llegó a eso, porque soy economista, pero mi mayor crítica a las editoriales es que no innovan. La verdad es que quiero que mi libro se lea. Me dedico a ayudar a las empresas a no fallar. Hace diez años, vos tenías una BlackBerry y te encantaba, el gerente general de la empresa era feliz, y ahora está desempleado porque todos pasamos a Samsung o iPhone. Hace unos meses me llamaron de una gran editorial para que publicara un libro con ellos, pero no sabían que ya había iniciado la campaña de crowdfunding. No vieron mi perfil en LinkedIn y yo vivo en LinkedIn. Sí conocían mi libro anterior. Les dije que quería un libro con tapa dura. "Tapa dura no se puede en la Argentina", me dijeron. A mí me dicen "no se puede" y me copo más. Es una tara mía.
–¿Ves a las editoriales en declive?
–Sí. Es una paradoja, porque creo que hay un mercado enorme para los libros. Por un lado, se imprimen demasiados libros. No hay una curaduría. Al haber tantos libros, las editoriales empujan en el canal, mientras que los distribuidores tardan en pagarte. Yo vendo por Mercado Libre y los cobro en siete días. Pero si vos venís y me decís que vas a fotocopiar mi libro, voy a estar feliz. No publico el libro para ganar plata. Si hacés un negocio para ganar plata, es difícil que ganes. Si lo hacés para dar valor, es mucho más probable.
–¿Qué significa darle valor?
–Ofrecer algo que va a ayudar a otros. Puede ser conocimiento o entretenimiento. Idealmente, deben ser las dos cosas. Para mí hay una intersección entre ambas. Veo a los académicos tratando de transmitir conocimiento y me torran, me duermo. Tiene que ser más entretenida la transmisión de conocimiento. Lo veo en los chicos, que aprenden más con Instagram que en el aula. Todavía nosotros no entendimos eso ni terminamos de abrazar ese cambio. Lo veo en mis dos hijos adolescentes.
–¿Cómo te sentiste al abandonar una empresa exitosa y convertirte en observador del mundo de los negocios?
–De afuera la gente vio un portazo. Pero nadie da un portazo. Fue un proceso larguísimo, meditado, con ayuda. Lo que aprendí ahí es que se tienen que regar varias plantitas a la vez. Tenemos que aprender siempre. Había estado 18 años haciendo lo mismo y había tocado el límite de lo que podía probar y aprender. Cuando empecé a dejar de aprender, perdí la pasión y las ganas. Ahora estudio dos o tres horas por día. Leo y veo videos todo el tiempo, escucho podcasts. Me dejo fluir un poco. No me interesan mucho las noticias. La actualidad me aburre. Ya sé que le robaron el bolso a una señora hoy o que el dólar subió o bajó siete centavos. Eso es predecible. Trato de mantenerme informado de cosas de más largo plazo. Ciencia, negocios de innovación, cambios de paradigma.
–¿Tu trabajo concreto ahora cuál es?
–Vivo de dar conferencias, de dar charlas, trabajo de charlatán. Las empresas me pagan para que la gente se despierte. A los medios les pasa lo mismo: están buscando en el canal de televisión, en la web, en el papel la innovación. Entendí que con mi experiencia lo que mejor puedo aportar es a que se den cuenta. En la Argentina se habla de cambiar, pero nadie cambia en particular. Cada uno tiene que ser el líder del cambio. Empezá vos y los otros te van a copiar. Construí mi marca escribiendo en LinkedIn. Publico todas los domingos un artículo de mil palabras. Me esfuerzo mucho por escribir y la gente lo valora.
–¿Por qué en el subtítulo se aclara que las historias son honestas? ¿Hay muchas historias de liderazgo deshonestas?
–No por mentirosas, pero en general te cuentan solo una parte de la verdad. En los primeros capítulos de mi libro hablo mucho de emociones porque en general se habla poco de emociones. Creemos que el líder deber ser perfecto y que sabe todo. Estoy convencido de que no es así la cosa. Con los cambios que se dan actualmente, el líder tiene que ser cada vez más humano. No confío en nadie que no dice "no sé". Si alguien sabe todo, no le creo. Ese es el concepto de honestidad.
–¿Leés autoayuda empresarial?
–Yo los llamaría libros de liderazgo. Ahora leo poco. Tengo varios en la biblioteca, pero respeto a muy pocos autores. Por eso hablaba de la curaduría. Primero sacá un e-book, no lo hagas en papel, y fijate si funciona. Probá con crowdfunding.
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