No somos Palermo Dead ni Chacalermo
Nací en el barrio de Munro, en el límite con Florida. Viví en Constitución, en el centro, también en Flores, Floresta y desde hace 15 años, en Chacarita. Me mudé por la cercanía con las productoras que se instalaron ahí -Endemol, Pol-ka, Ideas del Sur-, pero me quedé por los teatros y los centros culturales. Y porque quiero que Chacarita se convierta en un foco de teatro importante.
Yo soy enteramente de barrio y Chacarita todavía lo es. Los restaurantes con cuarenta años de historia donde se come tremendamente bien como Albamonte, el más tradicional con sus clásicos fusiles caseros al fierrito, o Rondinella, o La Cantina de David, que ya cerró? ¡Cómo extraño sus ñoquis! Todos construidos con dedicación y cariño. La feria de los fines de semana en el Parque Los Andes o el Rodney Bar, que significa rock.
Hay miles de cosas. Por eso yo vivo por toda Chacarita. Paseo al perro, salgo a correr dos vueltas alrededor del cementerio y tengo mi rutina diaria en el Centro Cultural Gargantúa, ahí donde alguna vez estuvo el bar Los Andes y Julio Sosa debutó con sus tangos. A la mañana tomo mi café con medialunas, leo el diario, charlo con la gente; a la tarde, me relaciono con la profesión que amo. Apoyo a los que van a estudiar, armamos proyectos, ayudo a pensar la programación de la sala, brindo seminarios, y me doy el gusto de dirigir mis obras. No soy su dueño, pero sí la cara visible. El Gargantúa es mi lugar en el barrio.
En esa misma cuadra, en Jorge Newbery, entre Córdoba y Charlone, existen tres teatros más: el 35mm, La Nube y la Escuela de Varieté. Y desde este rincón muchos queremos refundar al barrio como "Chacarita Broadway". Porque hoy muchos que viven acá, respaldados por las inmobiliarias, dicen vivir en Colegiales o en el "Polo Audiovisual" para aniquilar el nombre Chacarita y cotizar más. Es ese antagonista, Palermo, que no contento con arrebatar nombres a otros barrios con prefijos como Hollywood, Soho o Queens quiere rebautizar a Chacarita como "Palermo Dead" o "Chacalermo".
Yo no quiero una Chacarita contaminada con edificios y bulevares, con locales gastronómicos donde te traten mal. No quiero esa parte que ya se está "palermizando". Yo defiendo la identidad del barrio. A ese hilo histórico que podría unirlo todo, desde las primeras Chacras de los colegiales y su referencia literaria en Juvenilia hasta la peste amarilla de 1860 y 70, por la que se instala el cementerio en el que están enterrados Gardel y Pugliese. El barrio de Carlitos Balá, de las milongas y los piringundines. Quizá tengamos que actuar con las mismas armas del barrio adversario: expandirnos y que se agrande Chacarita.
Carlos Belloso