Se desmayó jugando al básquet y vivió 555 días con un corazón artificial: “Se puede superar el miedo y vivir conectado a una máquina”
A los 16 años Stan Larkin tenía toda la vida por delante, como cualquier adolescente que se siente poderoso y se propone metas, pero sin imaginarlo se trataría de un antes y un después en su vida
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“Vivir 555 días sin un corazón humano fue un desafío muy grande. Al principio, era difícil aceptar que dependía de una máquina, pero aprendí a confiar en ella. Gracias a la mochila que cargaba con mi corazón artificial pude hacer cosas tan simples y valiosas como jugar al básquet con mis amigos y llevar una vida casi normal mientras aguardaba por el trasplante. Esa experiencia me enseñó a valorar cada momento, y en la actualidad deseo que mi historia sirva como inspiración para otras personas que luchan por tener nuevas oportunidades”.
Stan Larkin había nacido en Michigan (EE.UU.) y hasta el 2007 llevaba una vida normal. Era un apasionado del básquet, deporte que practicaba desde que era muy pequeño junto a su hermano menor, Dominique. Participaba con amigos en partidos informales y no se perdía casi ningún juego de la NBA. Su sueño era ser parte de la mejor liga del mundo.
Un desmayo que sorprendió a todos
Por aquellos días un muy joven Lebrón James llegaba a su primera final (jugando para Cleveland Cavalliers) enfrentando a los “Spurs” de “Manu” Ginóbili, Parker, Duncan y compañía. Con cierta desazón, Stan observó por televisión lo que fue una barrida por 4 a 0 del equipo de Texas.

A los 16 años tenía toda la vida por delante, como cualquier adolescente que se siente poderoso y se propone metas para cumplir. Sin embargo, jugando al deporte que tanto amaba, de repente, cayó en medio de la cancha. Sin saberlo en ese momento, se trataba de un desmayo que marcaría un antes y un después en su vida.
Hasta ese instante, según lo que expresaron sus familiares, Stan nunca había vivido una situación similar ni había tenido otros síntomas que pudieran haber alertado sobre una enfermedad cardíaca.
Luego de realizarle muchos estudios, le diagnosticaron miocardiopatía dilatada familiar (MCD familiar), una enfermedad hereditaria del corazón donde los ventrículos, especialmente el izquierdo, se agrandan y se debilitan, dificultando el bombeo de sangre. Esta condición puede afectar a varios miembros de una familia y, aunque a en la mayoría de los casos es causada por mutaciones genéticas, también puede ser provocada por otros factores como infecciones o enfermedades autoinmunes. Se trata de una patología que deteriora lentamente la función cardíaca hasta provocar insuficiencia grave.

¿Cómo es un corazón artificial?
Durante varios años, la enfermedad avanzó hasta el punto de que su corazón ya no podía cumplir con las demandas necesarias para mantenerlo con vida.
Como durante siete años no habían hallado ningún corazón compatible, los médicos tomaron una última opción para salvarlo: en noviembre de 2014, le extirparon su corazón enfermo y le implantaron un dispositivo llamado SynCardia Freedom Portable Driver, un corazón artificial portátil, que llevaba en una mochila, de aproximadamente 6 kilogramos.
Este dispositivo, que utiliza aire comprimido para bombear la sangre, les permite a los pacientes llevar una vida más activa mientras esperan un trasplante de corazón o se recuperan de una insuficiencia.
Volvió a jugar al básquet
Durante 555 días, Stan vivió con ese corazón artificial y logró tener una buena calidad de vida. Incluso, volvió a jugar al básquet con sus amigos, algo que, al principio, los médicos habían descartado de plano.

Pero su recuperación física, sus ganas de salir adelante, su persistencia y su perseverancia lograron que los especialistas le permitieran volver a picar y a encestar la pelota. No parecía que estuviera enfermo ni que le faltara su corazón.
Él era pura garra, convicción y esperanza. Y nunca había bajado los brazos. “Ese momento que atravesé cambió mi perspectiva de la vida, me ayudó a enfrentarme a los miedos y reforzó mi fortaleza emocional y mi carácter. Me hizo crecer como persona”, dijo Stan en ese momento.
La noticia que más quería escuchar
En 2016, luego de 17 meses, por fin, el equipo de especialistas que trataba a Stan pudo acceder a un donante compatible y fue trasplantado en forma exitosa.

“Después de recibir mi trasplante sentí que me devolvieron la vida. Haber vivido tanto tiempo con un corazón artificial me enseñó a ser fuerte y a valorar cada día, pero despertar con un corazón nuevo fue un milagro. Hoy quiero compartir mi experiencia para dar esperanza a otros: se puede superar el miedo, se puede vivir conectado a una máquina, y también se puede volver a soñar con un futuro gracias al trasplante”.
Al poco tiempo de la intervención, Stan evidenció una notable mejoría y hasta expresó que “tenía tanta energía que a las dos semanas de mi trasplante sentía que podía salir a correr y realizar otros deportes”.

Desde ese momento, Stan no para de agradecer públicamente a la familia de su donante con la intención de, algún día, conocerlos para brindarles, cara a cara, ese abrazo como reconocimiento a ese regalo que le salvó la vida.
La historia de Stan inspiró a muchos pacientes y también a médicos, al colocar en evidencia que la medicina de alta tecnología puede devolver calidad de vida y esperanza mientras se aguarda por un trasplante.
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