Una mente que no tiene fondo
Luciano Cáceres está a punto de estrenar Uraniburg, el eterno pelo de Tycho Brahe. Con ésta, serán cuatro las obras en cartel que lo tienen en su staff
Si se presta un poco de atención a la cartelera teatral se lo puede encontrar hasta tres veces en distintas obras, y si se espera un poco -quince días, para ser más precisos- cuatro. Para Luciano Cáceres no es cosa del otro mundo estar involucrado en más de un proyecto a la vez, pero este año superó las expectativas más optimistas: las suyas.
Luciano es de esas personas que, con muchísima tranquilidad no paran un minuto de producir, pensar, imaginar, pergeñar algo más.
Desde hace un año sube a escena al atontado (por decirlo con delicadeza) agente de policía Reuter que compone en Bésame mucho (por este trabajo estuvo nominado a los premios ACE) la comedia negra de Javier Daulte que se presenta a sala llena en el Teatro del Pueblo. Con el mismo personaje aparece en algunos capítulos de Bizarra , la telenovela teatral de Rafael Spregelburd, en la que es uno de los invitados especiales. Además, en otro registro -mucho más sensible y poético-, Luciano dirige Paraísos olvidados , la obra de Rodolfo Roca basada en el cuento La sirena , de Giuseppe Tomasi di Lampedusa.
Ahí no para la cosa. También tiene tiempo para hacerse cargo de la programación artística del teatro Del Otro Lado, tarea que comparte con su maestro de puesta en escena, Rubén Szuchmacher, que se sumó al staff de los jóvenes dueños del local en calidad de director artístico.
"No sé muy bien cómo se dan las cosas. Sólo sé que cuando me interesa un tema me meto, me pongo a investigar", resume casi al pasar este actor, acostumbrado a la labor estilo pulpo: durante los diez años de estudio (comenzó a los nueve) en Andamio fue alumno, actor, boletero, acomodador, albañil, pintor y quién sabe cuántas cosas más. Lo mismo, cuando abrió, a los 19 años, su propia sala en el barrio de Almagro.
Luciano supo que quería ser actor cuando era muy chico (si hubiese sido por él, empezaba antes) viendo a su padre -actor aficionado- trabajar, ensayar, estudiar sus partes. Lo que nunca imaginó este joven de 26 años era que también se iba a sentir completamente seducido por la dirección y por la dramaturgia. Tanto es así que sólo asume su rol de actor cuando lo convocan; para los proyectos propios prefiere estar abajo del escenario. Pero toda regla tiene su excepción, porque la pieza que está a punto de estrenar (el viernes 17) en la peluquería de Ale Granados hace las veces de director y de actor: es uno de los protagonistas de Uraniburg, el eterno pelo de Tycho Brahe .
"Brahe fue un astrónomo danés que vivió en el siglo XVI y que está considerado el último observador a simple vista. El, sin ningún telescopio (ya que recién se inventó dos años después de su muerte) ubicó con exactitud más de 700 estrellas de las 1400 que se conocen en la actualidad." La curiosidad puede hacer estragos. Luciano no para de tirar datos, los mismos con los que imaginó esta historia que se transformó en una comedia desopilante que gira en torno de un pelo. "En los años 80 se abrió la tumba del científico (estaba embalsamado) y, a través del estudio de un pelo, se descubrió que no había muerto de una infección urinaria, como se suponía, sino por la injesta involuntaria de mercurio." No caben dudas de que Luciano se la pasa leyendo, casi cualquier cosa, es la única manera de explicar su salto de un tema a otro, de un tono a otro con el mismo interés y el mismo talento.
Cuando su nueva creación esté en escena, Luciano podrá entonces meterse con más dedicación con un par de proyectos para el año que viene: el estreno de Diaria , una obra de Lucas Rozenmacher -hijo de Germán- en Del Otro Lado, y de Como las ratas , de Susana Gutiérrez Posse, y quizá termine de escribir una nueva obra que habla de un nene de cinco años que crece de manera desproporcionada. La cosa es que no para, y se escuda en una afirmación de Daulte que adoptó como idea de cabecera: lo emocional no tiene límites. "En el texto, en la puesta, siempre te encontrás con límites, pero desde la emoción del actor no. Y eso es lo único que construye cualquier verdad". Lo aprendió y es desde ahí que ataca todos sus trabajos; desde ahí imagina las historias que disfruta convertirlas en verdad.
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