Una noche palermitana a pura cumbia
El viernes pasado se realizó una de las fiestas más populares de este género que no sólo hace bailar a las periferias
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Al cruzar los controles siempre algo intimidantes de Groove se accede directamente al salón. Es temprano. Y hay poca gente. Por el momento. Pero ya suena la sentida voz de Koli Arce, héroe de la guaracha tropical santiagueña.
"Ella eligió el camino de ser tu amante/ aunque mi corazón niegue la verdad/ la realidad supera mis sentimientos/ no puedo ser amigo de mi rival", canta el bueno de Koli y en la pista de Groove algunas parejitas bailan al compás, muy románticamente, siempre pegados, nunca en pose. Son los primeros instantes de La Mágica, la fiesta de cumbia real que puede disfrutarse hoy en Buenos Aires. De las pocas en donde la experiencia bailantera de la periferia o de las discos populares a la vera de las estaciones de las líneas de tren puede sentirse en el centro mismo de Palermo. Y sin recurrir al consumo irónico ni al evento bizarro: lo que sucede en La Mágica es pura cumbia-verdad. Un ritmo alegre que explota en el corazón.
"Acá vienen chicos y chicas de las barriadas del conurbano, pero también fanáticos del género en Capital que por ahí no tenían dónde ir y por fin encontraron este lugar. Hay amigos que vienen en grupo, así como gente sola que ama la música, seguidores de las bandas que vienen a tocar y los que simplemente vienen a bailar y ver qué sale", cuenta la Romi, en un alto de su tarea en alta cabina de Groove, desde donde va enhebrando con puntadas de artista una breve historia de la música tropical argentina.
Segmentos de cumbia santafecina (ya sea con guitarra o con acordeón) se suceden con otros de cumbia romántica, norteña, colombiana y villera para ir contando pequeñas historias de los intérpretes y autores que resuenan en el oído del cumbiero avispado. Pero también en el mero aficionado, como es el caso de tantos que concurren a La Mágica. No hace falta ser experto, pero sí sensible a esos pequeños guiños que tira la enrulada y entusiasta DJ, siempre dispuesta a escuchar las sugerencias de quienes se le acercan para agradecerle y pedirle alguna perla en particular.
"El día que arranqué en La Mágica, Fanta, uno de los creadores de la fiesta, me dijo: «El secreto de tu éxito acá va a ser que puedas distinguir entre la cumbia hecha por artistas y la confeccionada por productores». Recuerdo que volví a mi casa obsesionada con esa consigna y al día de hoy creo que se puede notar esa diferencia en la música que paso", dice Romi, mientras de poco la pista de Groove se va poblando hasta su último rincón de toda clase de amantes del ritmo más dulce: pibes con gorrita y campera deportiva bailan a pasos de una contadora veinteañera que vino con amigos a la salida de la oficina y de otra pareja, santiagueña, que hace unos días llegó a la Capital y son fanáticos de Los del Fuego, el combo santafecino que toca hoy en la fiesta.
"Nos parece increíble estar en Capital bailando Los Lirios o el Grupo Karicia", señala la pareja (Miriam y Diego, sus nombres). "Ni allá es fácil que pase." Y sin duda ahí radica uno de los secretos de La Mágica: el de saber darle un lugar cuidado a lo que en el ambiente se conoce como "cumbia del recuerdo" (las radios norteamericanas dirían oldies): aquellos temas que supieron sonar hasta el hartazgo en las radios del género y hoy casi no tienen aire en el dial ni tampoco en las bailantas.
"Nosotros recuperamos esas canciones y las devolvemos a la pista. Sobre todo al principio. No sabés cómo nos agradecen después", agrega la Romi, pura sonrisa en su tarea.
Una parada para todos
Pero no sólo de recuperar la memoria cumbiera vive La Mágica. De hecho, su modus operandi es mucho más presente y actual que otra cosa. Porque por su escenario (que se asienta sobre la ex Metrópoli, capital bailantera de la zona Pacífico en los 80 y mediados de los 90) hace su parada estratégica la plana mayor de la cumbia de todos los palos hoy. De Los Palmeras a Damas Gratis pasando por Amar Azul, La Nueva Luna, Los Leales y tantos más que ya toman La Mágica como parada principal de su gira nocturna. "A ellos les encanta venir porque para muchos es revivir aquellas noches de Metrópoli", cuenta Fanta, creador junto al Negro y Ariel Fligman de esta fiesta que arrancó de manera under hace cincos años en El Zaguán (reductor rockero si los hay), y hoy ya es fenómeno para sorpresa y alegría de propios y extraños. "Creo que nuestro secreto fue no hacer algo despersonalizado. Esforzarnos para que todos los que vienen puedan tener algo de lo que quieren. Eso hace que no pase de moda", dice cuando pasa Juan Carlos Mascheroni, más conocido como Banana, el legendario líder de Los del Fuego, cumbia santafecina de raíz, hacia el escenario.
Como si supiera que todos están ahí, de manera no habitual, dejándose envolver lo más que pueden por el ritmo más dulce que tenemos por estas tierras, Banana detiene unos momentos su peregrinar al escenario, ve que uno lo está mirando, sonríe y levanta el pulgar. ¿Cómo no encantarse entonces con lo que venga después?
Y lo que viene después es potente. Tanto Los del Fuego como Néstor en Bloque (grupo solista derivado de La Base, asociados desde sus inicios al sonido marchoso de la cumbia villera) cautivan toda la atención apenas suben al escenario. Primero el citado Banana, que viene de sacar un homenaje a Gustavo Cerati con versiones tropicales de "Juegos de seducción", "Persiana americana" y "Trátame suavemente", y se muestra como un patriarca elegante y de sonrisa compradora. Sus "palma-palma-palma" entre tema y tema agitan las gradas altas de Groove, chicas de sangre caliente que saben acompañar el lento subidón de la cumbia santafecina. Un devenir sinuoso y certero. Luego Néstor en Bloque, con su cantante no tan teen-idol como cuando irrumpió a principios de los 90 con La Base, pero siempre empuñando su teclado keytar, lleva la noche a su estadio más acompasado. El fernet empieza a circular entre desconocidos (se acepta y se ofrece indistintamente) y los papelitos estallan cuando Néstor encara su enganchado de éxitos, con la particular excitación de una chica rubia de minúsculo piercing sobre el labio.
Concluidos los números musicales, la música vuelve con más cumbia villera (Yerba Buena, Supermerk2, Pablo Lescano en sus distintos momentos) y todo lo que suena hoy.
La pista central de Groove es realmente una bailanta clase A, pero también otra cosa: un punto de reunión social donde cualquiera que ame esta música (y de verdad sabe hacerse amar la cumbia) puede disfrutarla sin tener que pasar por filtros intimidatorios (o su reverso, el consumo irónico) que definitivamente no hacen a la cuestión. En La Mágica, al menos, no existe la grieta.
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