Yo fui testigo. El camarín trash de Viviana Canosa y el delirante comienzo de Los Profesionales
En primera persona, el periodista Augusto Tartufoli recuerda el primer año del programa de chimentos que enfrentó -y venció- a Intrusos y que inventó a Viviana Canosa como estrella de televisión
9 minutos de lectura'
Después de pasar por la sesión severa de peinado y maquillaje, donde le planchaban el pelo Venecia rojo shocking y le pintaban de blanco tiza la piel como una diva de ópera china, a veces, y para repasar la rutina Viviana Canosa abría la puerta del camarín donde se congregaban Los Profesionales. Y la imagen era un cuadro hecho de otros cuadros. Tenía algo de Roy Lichtenstein porque había algo de cultura pop en versión paródica; tenía algo de Caravaggio porque había cuerpos reales atravesados por una iluminación dramática; tenía algo de Manuel Álvarez porque en el desorden se vislumbraban geometría libre, colores, formas y vacíos. En suma, el camarín trash de Los Profesionales circa 2003 era, a su modo, una pequeña obra de arte.
En una mesa se apilaban fajos de billetes y cheques enrollados con gomitas; en un escritorio, comida fast food sobre un mantel robado a un restaurante; en un sillón un estuche cerrado de una guitarra; en un rincón una tele de 14″ sintonizada en canales de cable de esos que empiezan en el 65. Pobre Viviana, cada día parecía que entraba a una escena de los Soprano.
Los pesos y los dólares y los cheques eran de Paul García Navarro, hoy director de la agencia de modelos Multitalent. “Era raro, ¿no? Pero no se olviden que yo trabajaba en una financiera desde las 8 a las 13 y después me iba a Canal 9 y después me iba a mi productora para preparar mi programa Mi Carnal”, cuenta Paul con su sonrisa amable de siempre. “Cerraba mi oficina y me llevaba todos los valores para terminar el arqueo el día siguiente”, agrega García Navarro cuyo Audi A6 era referido en chiste como “Juncadella”, por el transporte de caudales diario.
El estuche de la guitarra -menos mal que efectivamente contenía una guitarra- era de Camilo García, que en ésa época no sólo estaba muy metido produciendo sino también tocando mucho en la zona de Palermo y usaba el camarín de base para meterle rock a la cosa. “Yo era el que más horas de aire de televisión tenía en el equipo porque venía de Intrusos”, dice Camilo, hoy al aire diariamente en la radio de las Madres de Plaza de Mayo.
La telefunken de 14 pulgadas era monopolizada por Ángel de Brito, de quien ya se vislumbraba en 2003 que iba a ser el mejor periodista de espectáculos y chimentos de su generación. Productor implacable, como lo es aún en día en su éxito de Canal 13 Los Ángeles de la mañana, De Brito encontraba perlas como el accidentado paso de Charly García en Viña del Mar 2003. “Un concejal de Viña del Mar pidió un examen psiquiátrico para Charly. Ese tema lo hicimos nosotros en los Profesionales y fue un pico de rating”, recuerda Ángel sentado en el piso de su programa mientras Cinthia Fernández le hace masajes en el cuello.

El mantel robado de Fechoría lo había llevado yo, quien junto a Paul García Navarro, Camilo García y Ángel de Brito constituíamos la task force de Canosa. Íbamos mucho a Fechoría con Lucho Avilés y como no soporto comer sin mantel me lo llevé al camarín. Pero me la pasaba comiendo comida chatarra. Ése año, los cráneos de los arcos dorados contrataron a Pablo Massey para hacer hamburguesas gourmet. ¿Resultado? Empecé yendo a las reuniones de producción, en noviembre de 2002, con 83 kilos... y cuando dejé Los Profesionales, catorce meses más tarde, pesaba 98. En el año más dramático económicamente de la Argentina yo fui la versión argentina del documental Supersize Me de Morgan Spurlock aunque el physique du rol daba más bien Tony Soprano.
Los Profesionales de siempre, tal su verdadero apelativo, salió al aire el día de Reyes de 2003 pero su gestación venía desde mediados de 2002. Daniel Tobal, productor general del programa y en ése entonces pareja de Canosa echa luz: “Viviana ya reemplazaba a Rial en la conducción de Intrusos cuando Jorge faltaba. Eso le llamó la atención a Daniel Hadad, que había comprado Canal 9 a los australianos de Azul Televisión y hacia la primavera ya le ofreció a Viviana un programa propio en el 9”.
La tira diaria de Canosa se iba a llamar Digan lo que digan, como el show de radio de chimentos que hacía junto a Marcelo Polino en Radio 10, emisora también de Gerardo Daniel Hadad. “Pero Viviana quería hacer otra cosa. No te digo un CQC del espectáculo pero ése espíritu”, abunda su ex Tobal. Y así surgió la idea de bautizar al programa de Canosa como Los Profesionales, tratando de tomar por ósmosis el concepto de la serie inglesa Los profesionales, donde nadie le tenía miedo a nadie y lo que tenía que hacerse se hacía, no prisoners taken.
A Hadad no le convencía del todo que Viviana hiciera su primera conducción en el prime time de la tarde sola y por eso en principio se pensaron dos duplas para los chimentos del 9: Canosa y Ale Fantino o Canosa y Beto Casella. Con Fantino hubo un tanteo pero Alejandro declinó y antes que se activara el plan B de Casella, Viviana y Tobal convencieron a Hadad de que Los Profesionales debía llevarlo adelante sola en la conducción. Al primero que convocaron fue a mí, porque con Canosa habíamos hecho dupla en Memoria de Chiche Gelblung, donde con su generosidad extraordinaria, Chiche hasta nos dejaba llevar adelante los segmentos de celebridades. “Viviana sabía que con vos iba a tirar paredes, así que fue el primero que cerramos”, dice Tobal. Conmigo sentado a la derecha de Viviana, faltaba cubrir el lado izquierdo y el elegido fue Ronnie Arias. Es decir, un trío. Pero el día de la firma del contrato, Ronnie, que se había lucido como un notero hiperkinético en Kaos junto a Juan Castro dejó al departamento de legales de Hadad con la lapicera colgando de la mano. “A Viviana la conocía de la radio NRG y me caía genial. Bueh, Canosa me quería tanto y ahora me tiene bloqueado”, dice Ronnie. “No sé por qué creyeron que yo iba a firmar con canal 9 si estaba estallando en la tevé abierta y Martin Kweller ya me había asegurado programa propio en Canal 13 para el año siguiente”, concluye el entonces coequipier de Juan Castro.
Quien cubrió el espacio vacante dejado por Ronnie fue Ángel de Brito, que venía de trabajar en La linterna en ATC con Laura Ubfal. “Tuvimos una reunión en Palermo con la producción y arreglamos en 5 minutos”, cuenta Ángel, quien finalmente se incorporó a una mesa de cuatro. Es que García Navarro, que había sido contratado en principio como el corresponsal de verano en Punta del Este empezó a aportar tanto en la producción que terminó sentado en el escritorio. “Yo trabajé toda la parte estética de Los Profesionales. Terminamos todos vestidos de negro con corbatas que hacían match, mandé a rehacer a la escenografía y abrí todo el segmento fashion de modelos y música en el programa”, recuerda Paul. Camilo se sumó a la mesa de Los Profesionales después: “Mi arreglo era cubrir la temporada en Mar del Plata, como ya lo había hecho en Intrusos y a la vuelta aportar al piso esa misma frescura y desinhibición que traía de los móviles en la costa”. Para notera, Pancho Dotto propuso a Canal 9 los nombres de Karina Jelinek y Sofía Zámolo aunque in pectore, la preferida en el 9 era Pampita, que en 2002 había tenido una participación rutilante en Rebelde Way como la profe de danza Lulú y cuando pasaba por los pasillos internos de Conde 50, los ejecutivos del canal se desmayaban. No pudo ser y finalmente los noteros elegidos fueron Analía Rivas, Santiago Sposato y Claudio Albarenque.
Desde Estados Unidos, Daniel Hadad dice: “Pasaron 20 años y hay cosas que no me acuerdo pero sí estoy seguro que pusimos a disposición un presupuesto más que generoso”. Si será cierto lo que dice Hadad que Los Profesionales hasta tuvieron a disposición a Coco Sily como coach para sus panelistas. “Visto de afuera parecía un curro. Pero había que enseñar a mirar a cámara y adueñarte de lo que estás diciendo. Por más que vos estés leyendo un cable de Reuters, si vos mirás a cámara para el público la información es tuya. Por eso históricamente han sido tan creíbles los presentadores de noticieros. Dicen: -Se derrumbó un edificio en Miami y te ponen las imágenes del edificio cayéndose. Entonces decís, este tipo siempre me dice la verdad”, dice Coco antes de entrar a su programa de Radio 10.
-No quiero identificarlo, pero hubo un panelista de Los Profesionales que estaba practicando contando una historia larga a cámara y se le subió un gato, de esos que hay aún hoy en los pasillos de Canal 9, al escritorio. El tipo lo agarró y lo revoleó suavemente por el aire y siguió hablando a cámara sin haber perdido un cuadro.
-¿Quién era, Coco?
-Vos, Tartu.
-Ah, sí.
Con el equipo completo, el show de chimentos fue un éxito. Empezó siendo de 90′ y terminó yendo mano a mano las dos horas contra Intrusos ganando casi siempre con cuartos de rating de 12 puntos y promedio diario arriba de 7 puntos. Al programa le iba tan bien con delirios como móviles en la Cuba revolucionaria con Dolores Barreiro o performances en vivo de Miranda con Leo García que hasta se tomó la licencia de, un día, hacer entrar a un grupo de modelos con aires de supermodelos de los ‘80 para levantar de sus sillas al staff de varones de Canosa y seguir al aire acompañando a Viviana como sus amazonas. Un programa en estado de gracia tal que la producción planteó traerse de América a Luis Ventura y Marcela Coronel pero Hadad no quería más cuitas con Rial.
O quizás Hadad se percató de que ya no había más lugar en el camarín trash de Los Profesionales, ése cubículo desordenado que tenía algo de arte de Lichtenstein, Caravaggio y Álvarez pero que si lo mirabas bien se parecía más a la famosa serie de pinturas de Cassius Marcellus Coolidge, Perros jugando al poker.
Yo fui testigo.











