Ciencias sociales: el catolicismo volvió al centro de la escena
La figura de Bergoglio y el interés mediático dieron más visibilidad a los estudios de la religión en el país, desde donde se piensan críticamente los orígenes y alcances de la "renovación" de Francisco
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Mucho se ha escrito desde que Jorge Bergoglio fue elegido Papa. Los cientistas sociales nos vimos interpelados por diarios y revistas, canales de televisión de cable y de aire, en la Argentina y en otros países. Los grupos que trabajábamos sobre religión, especialmente quienes nos dedicamos al catolicismo, profundizamos el camino de nuestra reflexión, tratando de pensar futuros escenarios a partir de las encrucijadas actuales. Las opiniones han sido numerosas en el último año en revistas de cultura, sociedad y política, y se han publicado, en el ámbito estrictamente académico, un número especial de la revista Sociedad y Religión, editada por el CEIL (Conicet), que analiza el fenómeno Francisco, su trayectoria y su influencia en la sociedad, y un número de la revista Corpus (CCT- Conicet) que aborda una discusión sobre el catolicismo en la Argentina. El catolicismo, sin dudas, es un tema que ha vuelto a interesar a los estudiosos de la religión.
Cuando el 13 de marzo de 2013 Jorge Bergoglio fue elegido Papa, el sentimiento más expandido entre los especialistas en ciencias sociales de la religión fue la sorpresa, como señala Brian Flanagan en su artículo en la revista Sociedad y Religión Nº 40, de 2013: el primer papa latinoamericano (y americano), el primer papa jesuita, el primer papa Francisco. La dialéctica entre la renovación y la conservación institucional orienta las elecciones papales: la designación de Bergoglio estuvo marcada por la expectativa de renovación, en la búsqueda de alguien que pudiera enfrentar grandes desafíos desde una perspectiva externa a la curia, especialmente los escándalos que ligaban a la Iglesia a la pedofilia y la falta de transparencia financiera, como apuntó Aldo Ameigeiras en Cuadernos del pensamiento crítico latinoamericano Nº 1, de mayo de 2013.
Así, pensar el papado de Francisco supone necesariamente la pregunta por el cambio, un tema caro a las ciencias sociales. En principio, como afirma Juan Marco Vaggione en Le Monde Diplomatique 176, del mes pasado, se puede notar un desplazamiento de las preocupaciones de la Iglesia hacia la pobreza, la exclusión y la lucha por la justicia. Juan Cruz Esquivel, en la misma publicación, sostiene que, luego del papado de Ratzinger, propulsor de una Iglesia "ceñida a una minoría activa, homogénea, sin fisuras en sus componentes normativos", Francisco impulsa otro tipo de Iglesia, volcada hacia las masas, con protagonismo social.
La "Iglesia plebeya"
Este tipo de Iglesia que Francisco encarna no es, sin embargo, innovadora en nuestras latitudes, y este es un punto en el que los científicos sociales coincidimos: como afirma Fortunato Mallimaci en su artículo en la revista Sociedad y Religión Nº 40, el catolicismo de Francisco es la Iglesia en la que Bergoglio se formó y que contribuyó a su vez a modelar, una "iglesia plebeya", que tiene un discurso fuerte sobre cuestiones morales y sociales.
Así, pensar el catolicismo en la Argentina ayuda a los científicos sociales a reflexionar sobre el papado de Francisco, no sólo porque podemos rastrear en la historia de Francisco modos de hacer que permanecen, sino también porque, más allá de las inscripciones ideológicas o doctrinales, el Papa encarna un modo de ser y de pensar el catolicismo que trata de expresar ahora a escala vaticana. En este sentido, Alejandro Frigerio destaca los "gestos" papales, que muestran un acercamiento a los fieles, como símbolos cargados de un sentido fuerte y transformador, gestos que son, más que enunciados ideológicos buscados, expresión de una manera de comprender el catolicismo.
En los intentos de pensar el papado de Bergoglio destacan algunos puntos. El primero es el planteo de una relación más cercana con la feligresía, y el recurso a dispositivos que enfatizan el carisma personal asociado al carisma de función, es decir, de la figura del Papa en tanto jefe de la Iglesia.
El segundo punto tiene que ver con la opción por los pobres. En el número 40 de la revista Sociedad y Religión, Roberto Blancarte nos advierte contra una serie de "equívocos de la Iglesia de los pobres", entre ellos, considerar que es la primera vez que el papado se ocupa de los pobres, y que la preocupación por la pobreza convierte a Francisco en progresista y reformista. A partir del caso argentino, Mallimaci (en Cuadernos del pensamiento crítico latinoamericano Nº 1, mayo de 2013) destaca que no debería establecerse una relación directa entre la preocupación por los pobres y un proyecto transformador de la institución, que no por esperado por los católicos está necesariamente más cerca con Francisco.
Verónica Giménez Béliveau







