Reseña. Música acuática, de T. C. Boyle
T. C. Boyle (Peekkill, 1948) publicó su primer libro, una colección de cuentos, en 1979. Desde entonces, no paró. Hasta hoy dio a conocer 28 libros de ficción: 16 novelas y 12 libros de relatos. La difusión de su obra en español es esquizofrénica: se conocen varias de sus novelas (no todas) y ninguno de sus libros de cuentos. En inglés ya los recopiló, completos, en dos volúmenes (de 1998 y 2013), recibió premios y publicó en las mejores revistas que incluyen ficción (The New Yorker, Esquire, Playboy, The Paris Review, Granta).
Cuando publicó Música acuática (1981), su novela inaugural pero que recién ahora se traduce al español, un comentario de The New York Times planteó dudas acerca de la conveniencia de apartarse de los cuentos, género en que tan bien se las arreglaba Boyle. La novela planteaba la dificultad de la crítica (y el lector) de Estados Unidos para enfrentarse a productos que se aparten de las líneas “anglosajonas”: tanto los experimentos formales como las líneas imaginativas suelen demorar mucho en ser reconocidos fuera de sus círculos propios.
En el caso de Música acuática se trata de un macizo trabajo (646 páginas) dedicado a jugar, tanto narrativa como estilísticamente, con un tema histórico: las exploraciones a fines del siglo XVIII del escocés Mungo Park en África, en busca de las fuentes del río Níger. A lo conocido sobre él, le agregó un personaje ficticio, Ned Rise, una especie de “chanta” o lumpen permanentemente a punto de morir ahorcado, o de hambre, que demora cientos de páginas en encontrarse con Park. El relato es una cabalgata salvaje de 104 capítulos breves, escritos a lo largo de tres años. El estilo puede considerarse alternadamente barroco, dickensiano o realista mágico. García Márquez, justamente, se cuenta entre los autores que Boyle admira.
Un ejemplo es la receta “Camello asado (relleno)”, para 400 personas. Incluye 500 dátiles, 200 huevos de chorlito, 20 carpas (cada una debe pesar un kilo), 4 avutardas limpias y desplumadas, 2 ovejas, un camello grande y condimentos. Después se pasa a la acción: “Se cava una zanja. Se rebaja la hoguera a brasas, a tres pies de profundidad. Por separado, se preparan los huevos. Se escaman las carpas y se rellenan con dátiles y con huevos descascarados. Con las carpas rellenas se rellenan las avutardas. Las avutardas rellenas se meten dentro de las ovejas y las ovejas rellenas dentro del camello. Se chamusca el camello. Luego se envuelve en hojas de palma doum y se entierra debajo de los carbones. Hornear durante dos días. Servirlo con arroz”.
La receta parece remedar el armado del libro, que es excesivo pero impresionante, y lleno de humor, muchas veces negro. La mayor parte del relato está ambientado en África. Las aventuras delirantes y agotadoras de Ned Rise para mantenerse con vida (como las de Mungo en África) son formidables. A Mungo lo acompaña Johnson, fiel y esforzado. En los dos casos (Ned y Johnson) hay muertes que después no lo son. Cuando leyó el original, su agente le dijo a Boyle que debía eliminar a Rise. El escritor prefirió dejarlo. En todo caso (piensa un lector de hoy) la unión con Mungo demora demasiado.
Hay algo que comparten el explorador Mungo Park (que había dejado una novia en Inglaterra, que volvió, la recobró y al fin murió joven sencillamente porque se le ocurrió volver a África) y Rise, a pesar de sus distintos niveles sociales. A ambas vidas las une el caos, y la mezcla de elementos en el paso del siglo XIX al XX. Así como también el entorno formador de Boyle, en los años cincuenta y sesenta: las drogas alucinógenas, la literatura y el sexo beat, la voracidad abarcadora tanto en las ciencias como en las artes.
Lo que facilita la tarea (uno pelea con el libro como con alguien concreto y humano, a la vez fascinante y agotador) es la excelente edición y la fluidez de la traducció
MÚSICA ACUÁTICA. T. C. Boyle, Impedimenta. Trad.: M. Pereira. 646 págs., $ 600