Coronavirus: la receta de Alberto Fernández para hacer política durante la pandemia
La salida de la cuarentena en elAMBAempieza a convertirse en "el gran tema" de la Argentina. El futuro del país e, incluso, de las próximas elecciones, se juega en cómo debería ser la estrategia hacia una nueva normalidad.
La sociedad está cada vez está más dividida sobre cómo salir del confinamiento en las zonas más calientes del Covid-19. Y aunque formalmente aparezcan en fotos juntos, la relación política entre Kicillof y Larreta volvió a tensarse.
Mientras la Ciudad autorizó nuevas actividades e incluso un protocolo para la vuelta a clases de los chicos porque parece haber registrado el cansancio de la gente por el encierro –las encuestas muestran que los más críticos son sus propios votantes-, el ministro de Salud bonaerense, Daniel Gollán, sigue con un discurso incendiario: "A este ritmo de contagios, el sistema de salud colapsaría a mediados de julio".
¿No era que la cuarentena estricta y temprana servía para preparar al sistema de salud?
Kicillof amaga con una "apertura quirúrgica" en el interior de la provincia de Buenos Aires, sobre todo en aquellas ciudades en las que hace varios días que no se registran contagios, pero los intendentes del interior no creen que eso vaya a suceder en lo inmediato.
Según la última encuesta de Poliarquía, casi un tercio de los argentinos (32%) desaprueba la extensión de la cuarentena y, muy probablemente, con las novedades de hoy, ese porcentaje de disconformes aumente.
El exministro de salud de Macri, Adolfo Rubinstein, con quien acabamos de hablar, está convencido de que, para organizar una estrategia ordenada de salida, es importante que el Presidente amplíe su consejo asesor y que esos consejeros sean independientes.
"Científicos independientes" es la palabra clave aquí. Porque, es un hecho, que muchos de los infectólogos que asesoran a Alberto Fernández tienen simpatías políticas con el Gobierno. Y no sólo es la pertenencia política, también algunos sacan beneficios económicos por ser amigos del Gobierno. Apenas un par de ejemplos: las contrataciones directas de insumos para combatir el Covid-19 beneficiando a empresas amigas o la designación como funcionarios en el Ministerio de Salud de los socios que tiene Ginés González García en sus emprendimientos comerciales privados.
Es obvio que esa falta de independencia política o económica puede contaminar las decisiones que, finalmente, se toman, por más buenos científicos que sean.
El Presidente acusa a la oposición de hacer política con la pandemia, pero la acusación misma es una forma de hacer política: si un Presidente dice que cuando se cuestiona la cuarentena indefinida solo se hace política –es decir, la crítica esconde un interés particular, no una intención genuina-, lo que está diciendo es que el único camino válido es el que trazó el Gobierno.
Pero Alberto Fernández también hace política, sin que se note, y lejos de Cristina. Fijate a dónde va desde que empezó a recorrer el país y a abrazarse con los gobernadores sin barbijo: Tucumán, ahí está Manzur, un aliado importantísimo del peronismo. Santiago del Estero, ahí reina un matrimonio que pisa fuerte, los Zamora. Formosa, con un caudillo impresentable, como Gildo Insfrán, pero muy necesario en su ajedrez. Y mañana, va a La Pampa, una forma de apoyar las insólitas ideas del gobernador peronista Sergio Ziliotto, que dijo que "a la Argentina que trabaja le sobran muchos porteños".
No deja de ser curioso que un presidente que tiene como slogan "la Argentina unida" avale semejante palazo a los porteños. ¿Será porque la Capital es uno de los principales núcleos opositores y el lugar donde reside el mayor porcentaje de ciudadanos que cuestiona la extensión y dureza del confinamiento?
La mayor parte de los que se oponen a la manera en que el Gobierno está gestionando la pandemia son votantes de Juntos por el Cambio. Pero, ojo, porque votante no significa militante. El Gobierno debería recordar que, en la Argentina, hay un 40 por ciento de votantes independientes. Entre ellos, muchos que genuinamente creen que una cuarentena tan larga, y sin segmentación, podría llegar a enfermar tanto la economía que, al final de todo, se cobraría más vidas que el coronavirus.
José Del Rio calculó, en Mesa Chica, que la pandemia podría dejar un millón de desocupados. Cuando las sociedades afrontan una crisis de tal magnitud, aumentan las chances para los líderes fuertes que prometen "ley y orden". En la inseguridad, se pide seguridad. Por eso se ilusionan con 2023 figuras como Sergio Berni o, incluso, Patricia Bullrich, los dos "duros" del oficialismo y la oposición.
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